¿Es tan difícil hablar de las muertes?, por René Gastelumendi
"Es demasiado evidente, para la opinión pública, que el ánimo fiscalizador, que debería ser imparcial, tiene siempre motivaciones de cálculo político. Señores, por favor, hay videos, hay muertes, hay crímenes, hay violaciones documentadas a los derechos humanos".

Por: René Gastelumendi
No debería ser difícil incorporar en las declaraciones públicas de los líderes políticos del país, como Keiko Fujimori, un discurso en relación al más de medio centenar de muertes como resultado de las protestas y los enfrentamientos con las fuerzas del orden.
Dicen que han madurado, que ya no son derecha radical, pero su preocupación por los excesos o delitos se inclina, inexorablemente, como si estuviera en su ADN, solo a hacia los uniformados.
Esa es una tara política que tendrán que trabajar, así como alguna parte de la izquierda, tendría que trabajar también el hecho de llamar asesinos a todos los policías y a todos los militares sin matices, sin distinciones.
Por otro lado, es demasiado descaro que el Congreso, poder del Estado que, cuando le conviene, censura, vaca, interpela, forma comisiones, no proponga grupos de investigación para pedir, dentro de sus atribuciones, explicaciones a los ministros de Defensa, Interior y Justicia, respecto a las acciones del Ejecutivo para contrarrestar las manifestaciones y reclamos ciudadanos.
Es demasiado evidente, para la opinión pública, que el ánimo fiscalizador, que debería ser imparcial, tiene siempre motivaciones de cálculo político. Señores, por favor, hay videos, hay muertes, hay crímenes, hay violaciones documentadas a los derechos humanos. Se le está dando la espalda a buena parte de la población con esta parcialización y eso tiene consecuencias, pues abona el descontento y hasta la da la razón.
No en vano, Amnistía Internacional no solo ha documentado 12 casos de muertes por uso de arma de fuego, en todos los casos por disparos en el pecho, el torso o la cabeza, lo que podría implicar un uso intencional de la fuerza letal y, en algunos casos, constituir la comisión de ejecuciones extrajudiciales.
Ha destacado, asimismo, y esto tiene que ver con el discurso de las fuerzas políticas hoy en el poder y sus aliados, el impacto de la estigmatización de los manifestantes —a quienes las autoridades del más alto nivel han calificado de terroristas—.
Además, acusó a las autoridades peruanas de actuar con “un marcado sesgo racista” en la represión de las protestas, afirmando que están atacando “poblaciones que históricamente han sido discriminadas”.
No solo son las autoridades, de momento, buena parte de lo que me rodea es lo que tiene sesgos racistas que hoy afloran como un volcán porque la protesta peruana, lamentablemente, tiene color.









