La historia de expandilleros deportados de EEUU que hallaron una segunda oportunidad en un call center de México
Alberto Salagán, deportado a México tras ser arrestado en Estados Unidos, encontró una nueva oportunidad laboral en un call center, así como otros expandilleros, quienes pudieron reintegrarse a la sociedad.
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Alberto Salagán fue un joven que pasó gran parte de su vida en California, Estados Unidos, donde fue seducido por la vida en las pandillas. Tras ser arrestado por actividades delictivas, fue deportado a México, el país del que salió en brazos de su madre cuando apenas tenía seis meses. Su historia, aunque dura, no es única. Otros deportados en situaciones similares también han encontrado una nueva oportunidad en un lugar inesperado: un call center en México. El local ha ofrecido empleo a expandilleros y a personas con antecedentes, brindándoles una oportunidad de reintegrarse a la sociedad de forma legal y productiva.
En la frontera, empresas como EZ Call Center y American Survey Company (ASC) se han convertido en refugios para aquellos que, a pesar de su pasado complicado, encuentran en la industria de los call centers una forma de estabilidad. Estos trabajos ofrecen más que un salario, representan una salida hacia una vida sin las sombras de las pandillas y la delincuencia. "Lo que pasó en Estados Unidos, se queda en Estados Unidos", dijo Nora Díaz, directora de bienestar de ASC. "No solemos hacer verificaciones de antecedentes al respecto", agregó a BBC.
De la vida en las pandillas al mundo laboral
La vida en Estados Unidos para muchos inmigrantes es sinónimo de esfuerzo y sacrificio, pero cuando la deportación llega, el choque cultural y la falta de redes de apoyo se vuelven abrumadores. Alberto Salagán, después de ser deportado, se enfrentó a la soledad y el desconcierto de regresar a un país del que apenas recordaba algo. Sin embargo, su habilidad para hablar inglés, un vestigio de su vida en California, fue lo que le permitió encontrar trabajo en EZ Call Center, una empresa local que busca a deportados con habilidades lingüísticas. "Tenía que hacer algo para salir adelante. Gracias al call center, ahora lo he logrado", comenta Alberto, quien ve en su empleo la estabilidad que tanto necesitaba.
La mayoría de los empleados de EZ Call Center, como Alberto, son deportados que han encontrado en esta industria una oportunidad para reintegrarse a la sociedad mexicana. Este modelo laboral no solo ofrece un empleo digno, sino también una forma de evitar caer nuevamente en la delincuencia. Daniel Ruiz, dueño de EZ Call Center, es un testimonio vivo de las dificultades que enfrentan los deportados, ya que también fue deportado de EE.UU. hace años por un delito menor relacionado con drogas cuando tenía poco más de 20 años. "Todos tenemos nuestra vida allá, fuimos a la escuela allá, crecimos con la cultura estadounidense, tenemos familia allá", dice Ruiz, quien asegura que la disciplina adquirida en el pasado puede ser un activo valioso en sus empleados.

Daniel Ruiz, fundador de EZ Call Center, también fue deportado a México cuando tenía poco más de 20 años. Foto: BBC
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El papel de las empresas en la reintegración de los deportados
El trabajo en los call centers no solo representa una oportunidad económica, sino también un espacio donde los deportados pueden encontrar apoyo emocional y psicológico. Luis Luna, otro de los empleados de ASC, compartió su historia de superación. Años de estar involucrado en pandillas en California le dejaron secuelas profundas, pero tras ser deportado, encontró en ASC una segunda oportunidad. "No tengo familia aquí. Mi familia es ASC, la gente que conocí en el trabajo. Ellos son mi familia y mis amigos. Desafortunadamente, de niño tomé malas decisiones: me uní a una pandilla, andaba con la gente equivocada. Me costó mucho, me costó una cadena perpetua. Fui un 'lifer' en una prisión estatal de California", comenta Luis, quien reconoce que el trabajo en el call center fue crucial para construir una vida nueva.
Empresas como ASC y EZ Call Center se han convertido en un refugio para muchos deportados. Con más de 500 estaciones de trabajo en Tijuana, estas empresas ofrecen empleos que no solo requieren habilidades en idiomas, sino también la voluntad de reconstruir una vida lejos de las malas decisiones del pasado. La filosofía de estas empresas, basada en el principio de "no preguntar, no decir", permite que los empleados se integren sin juicios ni estigmas relacionados con su pasado. Esta mentalidad abierta es crucial para ayudar a los deportados a dejar atrás las sombras de su historia criminal y comenzar de nuevo.



















