Talento entre rejas: penal de Lurigancho promueve batallas de freestyle entre pabellones
Cuando la libertad de expresión es respetada, el rap como instrumento verbal puede ser usado como arma no letal para competir y demostrar el talento.
La esencia del rap como género musical es el respeto, y la libertad de expresión que ofrece este canal probablemente no lo tienen otros que se despistan de la realidad. El freestyle es una herramienta para también hacerlo y, pese a las restricciones que existan, uno de los penales más grandes del país pone en práctica este ejercicio.
En medio de las rejas, la cárcel de San Juan de Lurigancho le da oportunidad a los reclusos para que puedan demostrar sus habilidades en el rap improvisado. Las penas y delitos cometidos pasan, temporalmente, a un segundo plano para darle pase al verbo en el que, como dice Red Bull Batalla: “Muchos hablan, pocos riman, pero solo los mejores improvisan”.
En este contexto, el interno Luis Eduardo Arana Sime sorprendió a sus compañeros y jurados por la habilidad mental que tuvo, al conectar con conocimiento, una tras otra rima que generó más de una ovación en el público. Fueron un total de 40 reos los que participaron en esta fiesta que duró un mes y donde participaron 21 pabellones.
Aquí no solo prevalece la intensidad de una rima para dañar al oponente, sino también el mensaje de fondo que pueda tener lo improvisado motivando a un escenario de reflexión que consiga reformar cierta conducta negativa.
Pero retomando al género como tal, la hermandad, el compañerismo, el ser hip hop y sobresalir entre el caos que existe en las vidas propias, puede canalizarse mediante el freestyle como una escapatoria a lo que muchos desean, pero pocos tienen: la libertad de expresión.
Luis Arana se coronó como el campeón de la batalla de gallos en el penal de San Juan de Lurigancho. Foto: INPE