El teleférico y la violencia
Es difícil imaginar el paisaje de las ciudades de La Paz y El Alto, en Bolivia, sin incluir en ellas a su red de cables y cabinas de teleférico. Desde 2014, este sistema transformó el panorama de la capital boliviana, agilizando su transporte público y atrayendo a turistas de todo el orbe. Un peruano, el arquitecto Miguel Ángel Torres, fue parte de ese megaproyecto y estuvo presente desde su concepción. Con esa experiencia, hoy propone que Arequipa, la segunda ciudad más importante del país, también tenga un sistema similar para solucionar el grave problema de congestión vial que sufre su centro histórico, ese que precisamente es el más visitado por los turistas. Desde luego, hay quienes ven muy cara y compleja una propuesta como esta. Torres se defiende y afirma que tiene ventajas. La primera es que no contamina, pues usa energía solar, y la segunda es que es una solución más innovadora que solo seguir ensanchando las pistas. En una primera etapa, el teleférico arequipeño cubriría 14 kilómetros y transportaría a 150 mil personas por día. El desafío está ahora en convencer a autoridades públicas y representantes del sector privado, además de vencer la siempre complicada geografía de la ciudad volcánica.
Ecuador
El testimonio que ofrece en esta edición el periodista Andersson Boscán es estremecedor. Después del asesinato del candidato a la presidencia de Ecuador, Fernando Villavicencio, todos los ojos de Latinoamérica se han posado sobre el vecino norteño. Pero la violencia que sufre este país viene de mucho antes. Como dice Boscán, quien tuvo que escapar de Ecuador por amenazas contra su vida, lo que se vive hoy en su país es consecuencia del crecimiento del narcotráfico, que actúa con impunidad ante el silencio de los principales actores políticos.