Domingo

El costo de la paz de El Salvador

Según medios de El Salvador, el presidente Nayib Bukele ha desarticulado a las pandillas que desangraban al país centroamericano. Sin embargo -dicen- su régimen de excepción es carta blanca para las detenciones arbitrarias y la violación de derechos humanos.

Pandilleros con las cabezas rapadas recluidos en una cárcel de El Salvador. Foto: La República
Pandilleros con las cabezas rapadas recluidos en una cárcel de El Salvador. Foto: La República

Desde hace algunos meses, los jóvenes de la colonia Las Margaritas, en Soyapango, El Salvador, juegan fulbito en la canchita del barrio sin temor a que el partido termine en balacera. La zona ha sido liberada del dominio de las pandillas, dos de las más sanguinarias, la Mara Salvatrucha -13 y Barrio 18 solían tener enfrentamientos ahí mismo. Pero desde que comenzó el régimen de excepción impuesto por el gobierno de Nayib Bukele, en marzo del 2022, ya no se ven más pandilleros. Así reporta el periódico digital El Faro.

El Salvador ya no se desangra por las pandillas, y ha dejado de ser el país más violento del mundo, como lo fue en 2015 cuando reportaba 103 homicidios por cada 100 mil habitantes. Bukele, que llegó al poder en 2019, se jactó el año pasado tras contar 212 días sin reportar un solo homicidio en el país, “un récord mundial en la lucha contra la inseguridad”, resaltó el diario salvadoreño Perfil.

El Faro, medio crítico al joven mandatario, resalta que Bukele ha conseguido desestructurar a las pandillas, desbaratando su control territorial, sus vías de financiamiento y su organización interna. Reportan que ya no hay extorsiones. Antes, empresarios y transportistas tenían que pagar “impuestos” a las pandillas. Estos últimos pagaban 34 millones de dólares al año a los extorsionadores. Otra buena noticia es que las colonias ubicadas en las fronteras invisibles que impusieron los pandilleros ya no existen y los ciudadanos están recuperando los espacios comunes. Todo parece ir bien en El Salvador.

Desde que empezó el régimen de excepción hasta enero del 2023, según fuentes del gobierno, han sido capturadas 63,000 personas. Dieron la vuelta al mundo imágenes de los pandilleros detenidos, con la cabeza rapada, descalzos, con pantalones cortos y el dorso desnudo hacinados en las cárceles.

Pero estas detenciones han tenido un costo. Erika Guevara, directora para las Américas de Amnistía Internacional, señala que se han reportado casos de violación a los derechos humanos como detenciones arbitrarias, torturas y muerte de personas bajo custodio del Estado.

Según El Faro, el régimen de excepción de Bukele ha implicado la pérdida de garantías constitucionales de los ciudadanos: cualquiera puede ser detenido sin necesidad de una orden judicial o sin ser informado de la razón de su detención. Ese medio denuncia, además, que la policía captura a cualquiera que tuviera tatuajes o que se haya puesto nervioso al ser intervenido.

 El presidente Bukele visita el Centro de Confinamiento del Terrorismo. Foto: archivo La República

El presidente Bukele visita el Centro de Confinamiento del Terrorismo. Foto: archivo La República

“La estrategia de Bukele ha servido a corto plazo, pero ¿qué pasará en el futuro?”,se pregunta el internacionalista Francisco Belaúnde. Aunque hay estado de emergencia, los detenidos tienen que ir a juicio y ahí se verá quiénes son inocentes y quiénes no”. Según El Faro, el porcentaje de pandilleros capturados durante el régimen no llega ni al 30%. Lo que es imbatible es la popularidad de Bukele, que goza de la aprobación del 80% de los salvadoreños: “La popularidad de gobernantes autoritarios no es novedad, ocurre con bastante frecuencia. Fujimori fue muy popular cuando dio el golpe de 1992. Las situaciones límite favorecen el surgimiento de líderes con agendas autoritarias”, sostiene Belaúnde.

La lección que debemos sacar de la experiencia de El Salvador, dice el analista, no es la mano dura como única salida ante la inseguridad sino que “las democracias también deben ser eficientes para enfrentarla y esto está ligada a la lucha contra la corrupción. No solo se trata de atrapar delincuentes, sino que sean efectivamente castigados, garantizando el debido proceso”. Por lo pronto, Bukele ha vuelto a ser noticia al inaugurar el Centro de Confinamiento del Terrorismo, la “cárcel más grande de América Latina”, donde serán recluidos los pandilleros.