Kimberly García: la atleta nacional más importante del 2022
Antes de saborear el triunfo, probó la amargura de la derrota. Tras las Olimpiadas de Tokio 2020, la marchista quiso tirar la toalla, pero este año resucitó y brilló en el Mundial de Atletismo de Oregon, donde hizo historia ganando dos medallas de oro. La bicampeona prepara desde ahora cuerpo y mente para sacarse el clavo en París 2024.
Eran los Juegos Olímpicos Tokio 2020, estaba en el kilómetro 16 de la pista atlética y Kimberly García decidió detener el paso y abandonar la competencia. Se sentía considerablemente en desventaja de sus competidoras, quienes comenzaron la marcha a un ritmo bastante rápido. No se había preparado lo suficiente, una lesión en las isquiotibiales había retrasado sus entrenamientos. Entonces decidió salir de la pista y lo primero que hizo fue lanzarse a llorar en los brazos de su fisioterapeuta.
“Me desmotivé desde el primer kilómetro, las otras chicas estaban en otro nivel y yo estaba muy bajo –dice Kimberly–. Estaba súper avergonzada por lo que hice, ya no quería seguir en esto”, añade quien un año después de esta desilusión deportiva se convertiría en la primera peruana en ganar dos medallas de oro en un mundial de atletismo.
La historia de la atleta huancaína Kimberly García (29) –quien este año nos dio doble alegría al coronarse bicampeona en el Mundial de Atletismo de Oregon 2022– no comienza con sus triunfos porque para saborear la gloria hay que probar la sal de las derrotas y aprender de ellas. Lo sucedido en Tokio el año pasado sumió a Kimy –como la llaman en casa– en una depresión que le duró algunas semanas. A su retorno de la competencia, en la casa familiar no se habló del tema. José, su papá, a quien la atleta había llamado desde Sapporo diciéndole que quería tirar la toalla, buscó el momento correcto para plantearle a su hija un cambio.
“Decidimos empezar de cero, cambié de entrenador y mi alimentación, y empecé un entrenamiento psicológico, quería volver a sentirme satisfecha conmigo misma”, dice Kimberly, a quien su familia ha apoyado en su carrera como marchista atlética desde los 5 años, cuando por pura casualidad acompañó a una prima a sus entrenamientos de esta poco conocida disciplina de atletismo que consiste en caminar lo más rápido posible sin llegar a correr. “Ahora que te cuento lo de Tokio, me doy cuenta de que no he llegado a superarlo a pesar de que he sido dos veces campeona, pero me voy a sacar ese clavo en París”, se refiere a los Juegos Olímpicos París 2024, para los que Kimberly ha empezado a prepararse. Pero antes de hablar del futuro, revivamos su despliegue en Oregon, Estados Unidos, este año.
García ganó dos medallas de oro en las pruebas de 20 y 35 KM en el Mundial de Atletismo de Oregon. Foto: Jhefryn Sedano Meza/ LR
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Visualizar el triunfo
Todos la vimos y sentimos orgullo en julio pasado cuando subió al podio del primer lugar con el himno nacional de fondo. Kimberly había obtenido la medalla de oro en marcha atlética en la prueba de 20 kilómetros y, una semana después, repitió el plato en la de 35. El Perú entero se familiarizó con la marcha atlética y vio a aquella desconocida chica de largos cabellos que, tímidamente y desde hacía tiempo, aparecía en reseñas deportivas explicando al público que la marcha se trataba de mover las caderas, pisar con talón y punta y no despegar los pies de la pista.
“Yo quería que mi deporte sea más conocido y me alegré al saber que, tras mis triunfos, la gente vería que la marcha también puede darle logros al Perú”. Para llegar hasta aquí, la atleta tuvo que preparar cuerpo y mente. Ya dijimos que después de Tokio hizo varios cambios y uno de ellos fue apostar por el entrenamiento psicológico.
“Yo era muy ansiosa, me presionaba mucho, quería resultados muy rápido”, dice la atleta, quien confiesa que antes de una competencia sus nervios la llevaban al límite: “Me jugaban una mala pasada, yo antes de competir vomitaba, si no lo hacía, no me sentía bien. Lo fui superando poco a poco”.
De la mano del psicólogo deportivo Edu Salvatierra, la campeona empezó a practicar la técnica de la visualización que consiste en cerrar los ojos, concentrarse e imaginarse en la competencia: “El psicólogo te guía, sientes el clima, quizás a 28 grados, ves a tus competidoras, ves en qué kilómetros acelerarás la marcha, compites en tu mente, te imaginas pasando la línea de meta, ganando”.
Cuenta Kimberly que hacer estas proyecciones mentales no es cosa fácil y al comienzo se quedaba dormida: “Pero cuando lo trabajas de forma interdiaria, empiezas a concentrarte más. Así, cuando esté en una competencia de verdad, sentiré como si hubiera estado ahí; la mente es poderosa”. Todo esto hizo que la atleta viaje más fortalecida a Oregon y compita con tenacidad.
Kimberly considera que ha madurado deportivamente y, vaya que es cierto, recuerda cómo ha crecido desde aquel Mundial de Atletismo de Moscú del 2013 donde quedó en el puesto 32 en la competencia de 20 kilómetros. “Fue el primer campeonato mundial de mayores al que asistí”, comenta. Sus padres la han apoyado incondicionalmente, comprándole las zapatillas, la ropa deportiva, los suplementos y, lo más importante, alentándola a pesar de las derrotas: “A mí nunca me dijeron: ¡Qué vas a hacer deporte!, mejor ponte a estudiar”.
Foto: Jhefryn Sedano Meza/ LR
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En honor a sus padres tiene un tatuaje que dice “familia, donde la vida comienza y el amor nunca termina”. La campeona se prepara para este 2023 lleno de competencias. El primer semestre lo ha reservado únicamente para el deporte, sus estudios de administración tendrán un receso. En agosto le espera el Mundial de Budapest, en Hungría, donde irá a defender su primer puesto y sus récords. Entretanto asistirá a competencias en Eslovaquia, Polonia, España, y a una base de entrenamiento en Francia, esto sin contar los viajes que hará regularmente a Ecuador, junto a su entrenador Andrés Chocho.
Por cierto, luego de la fiebre de su triunfo, la atleta reclama con justicia que muchas de las promesas que le hicieron se fueron desinflando. Pide con urgencia, por ejemplo, asegurar a su entrenador: “No le pagan desde julio y no tiene un contrato fijo”, dice. Y el estadio Mariscal Castilla donde entrena en Huancayo, aún carece de una pista atlética sintética, por lo que cada vez que llueve tiene que entrenar en el lodo. A pesar de todo, Kimberly tiene la mirada fija en las Olimpiadas de París 2024: “Me visualizo en el podio, me quiero sacar el clavo de Tokio”, finaliza la chica a la que los niños reconocen en la calle y le dicen “quiero ganar muchas medallas como tú”.