La ruta del apu ausangate
Un tour en el Área de Conservación Regional Ausangate, en Cusco, invita al turista a unirse a rituales de conservación como el “chaccu” y a reflexionar sobre los efectos del cambio climático. Todo en paisajes que bordean los 5 mil metros de altura.

Escribe: Karen Espejo
Agachada sobre el lomo de un apu, Isabel Ccarita (54) se esconde de las vicuñas. Estamos a 5.300 metros de altura en la Asociación Sibina-Sallma, provincia cusqueña de Canchis, y aunque el corazón late fuerte contra el pecho, hay que mantener la calma. Eso exige el ancestral chaccu o captura de vicuñas, una tradición prehispánica que perdura para conservar la especie.
A izquierda y derecha, largas filas de pastores se ocultan también, y al igual que Isabel, extienden sogas decoradas con banderillas. Todos han caminado cerca de 4 horas en la madrugada para llegar aquí. Y ahora toca esperar con calma la llegada de algunas de las 2.500 vicuñas silvestres que viven en el Área de Conservación Regional (ACR) Ausangate.
PUEDES VER: Huancaya: ¿cómo llegar a este lugar turístico natural con menos de 60 soles de presupuesto?
Las vicuñas, salvajes y hermosas, son un símbolo nacional del Perú. Y ahora los turistas podrán verlas corriendo libres en manada, durante los 8 chaccus anuales que se organizarán en el ACR Ausangate, como parte de su nueva Ruta del Cambio Climático impulsada por el Gobierno Regional del Cusco.
¡Avansachun!, ¡avansachun!, gritan enérgicos (fusionando el español y el quechua) los líderes del chaccu. Las vicuñas vienen alzando nubes de polvo. Y entonces todos debemos correr en fila hacia ellas, agitando las banderillas para cerrarles el paso. Del otro lado de la montaña, otro grupo hace lo mismo para evitar que las vicuñas escapen y así dirigirlas hacia un corral construido metros abajo.
Parece un juego, pero no lo es. Cuando atrapen a más de cien vicuñas, el chaccu será exitoso y podrán identificar aquellas enfermas o lastimadas por depredadores, las curarán, las esquilarán y separarán las mejores fibras para venderlas a más de 300 dólares el kilo, bajo supervisión del Ministerio de Agricultura. Luego las liberarán para que retornen a los apus y tiñan nuevamente de canela los mantos blancos de la Cordillera del Vilcanota.
Gigante de hielo
La “Ruta del cambio climático” en el ACR Ausangate también muestra el impacto del calentamiento global en sus 66 mil hectáreas. Además del recorrido por lagunas y bofedales, la ruta incluye el Quelccaya, el glaciar tropical más extenso del planeta. Los turistas solo podrán caminar sus capas bajas (hasta los 5.100 metros, a fin de proteger las zonas altas de hielo). Allí, viendo su inmensidad, entenderán cómo las emisiones contaminantes que todos generamos sobrecalientan la Tierra y hacen retroceder al Quelccaya a un ritmo de 60 metros por año.
Su deglaciación pone en riesgo toda la vida alrededor, señala el biólogo Óscar Olazabal, coordinador del ACR Ausangate, administrado por el Gobierno Regional del Cusco. El glaciar abastece de agua para consumo y riega los pastos de las comunidades ganaderas organizadoras del chaccu. Además, alimenta al río Vilcanota y a la laguna de Sibinicocha, represada para generar energía eléctrica anualmente en Cusco, Puno y Apurímac durante las temporadas de sequía.
Por eso, la ACR y sus aliados trabajan proyectos de conservación del agua en sus 5 mil hectáreas de bofedales y construcción de cochas. Iniciativas como Educomunicación, de la Unión Europea, Asociación Calandria y Tejiendo Sonrisas, apoyan la difusión de estos esfuerzos.
Sin los glaciares no habrá vida aquí, de eso están seguros los comuneros. Décadas atrás, según cuentan, siempre pedían al Quelccaya por protección y tranquilidad. Pero ahora saben que es el apu quien necesita de ellos.















