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FBC Melgar: El futuro es rojo y negro

Melgar, el cuadro que lidera el campeonato nacional de fútbol y el que mejor ha representado al país en torneos internacionales este 2022, apunta a reforzarse con talentosos muchachos de sus propias canteras. Es un trabajo que empezó el 2014, y que ya da frutos.

Los jóvenes del Melgar entrenan en
el complejo deportivo del Colegio de
Contadores de Arequipa. Foto: Rodrigo Talavera / LR.
Los jóvenes del Melgar entrenan en el complejo deportivo del Colegio de Contadores de Arequipa. Foto: Rodrigo Talavera / LR.

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Joaquín Huertas tiene 15 años. Es volante mixto, domina las dos piernas, es un ocho clásico que inicia el ataque. Ama el fútbol y sobre todo a FBC Melgar. En su casa casi todos son hinchas dominó, los abuelos y su mamá Silvana.

Quiere defender a la querida rojinegra y convertirse en el futuro Alexis “Chaka” Arias, el aguerrido volante del equipo profesional que “muerde” en el mediocampo pero también se lanza al área rival para marcar goles. “Es mi ídolo”, dice Huertas, quien entrena bajo la batuta de Marco Valencia esta tarde.

El futuro es rojo y negro

Los jóvenes del Melgar entrenan en el complejo deportivo del Colegio de Contadores de Arequipa. Fotografía: Rodrigo Talavera

Valencia, exjugador de Melgar y Alianza Lima, trabaja con las divisiones inferiores del equipo arequipeño hace tres años. Está a cargo del equipo de reserva, la sub-18, sub-16, sub-14 y sub-12, los semilleros de Melgar. También se hace cargo del equipo profesional cuando los técnicos se marchan por los malos resultados.

Son dos y treinta de la tarde en el complejo deportivo del Colegio de Contadores, a unos 30 minutos del centro de la ciudad de Arequipa. El campo de fútbol ya está señalizado. Hay conos, herramientas de gimnasio para los trabajos físicos y las cajas que almacenan las bebidas rehidratantes.

Una hora antes del inicio del entrenamiento llega la utilería para preparar el entrenamiento. Los jóvenes aparecen de a pocos. Se cambian, se dividen en grupos: trabajo físico, táctico y técnico. Las categorías se identifican por el color del uniforme: ropa amarilla, roja y blanca.

Desde un costado del campo, el técnico observa el trabajo de sus asistentes. Son casi 70 deportistas. Allí está Joaquín, detrás de su sueño. El joven aclara que no solo quiere ser futbolista, también quiere tener una carrera profesional. La práctica dura dos horas.

Los jugadores se hidratan, ordenan el campo deportivo, reciben una última charla y vuelven a casa. La historia se repite seis días a la semana. Es la rutina para formar jugadores y abastecer al primer equipo.

La aspiración de Melgar es tener una plantilla con jugadores de sus propias canteras, de la región, lo que los viejos llaman “arequipeños de pura cepa”. Ese es un anhelo regional reclamado por las tribunas. “No queremos futbolistas reciclados o parrilleros (así llaman a los extranjeros con bajo rendimiento)”, era el grito de guerra que fue escuchado por la nueva administración de Jader Rizqallah.

El futuro es rojo y negro

Marco Valencia, técnico de las divisiones menores del Dominó. Fotografía: Rodrigo Talavera

El trabajo de las canteras, reconoce Valencia, lo dejaron encaminado el técnico Juan Reynoso y el mexicano Enrique Meza, entre los años 2014 y 2018. “Nosotros seguimos esa línea”, dice. La primera cosecha Los primeros frutos ya comenzaron a cosecharse.

Kenji Cabrera, Paolo Reyna y Matías Lazo son canteranos tomados en cuenta en el equipo titular del argentino Néstor Lorenzo desde el año pasado. Lazo es arequipeño, tiene 18 años. Hace cinco años jugaba como delantero, pero el mexicano Enrique Meza lo ubicó como defensa central.

Con Lorenzo es polifuncional, va como lateral derecho e izquierdo. Alternó en varios partidos de esta edición de Copa Sudamericana, el domingo pasado fue titular ante Universitario. “Fue un sueño jugar a estadio lleno y ganarle a la U. El puesto me quedó bien a pesar de que tengo ganas de gritar goles, como cuando era chibolito”, cuenta el futbolista.

Gustavo Roverano, el técnico de la sub-20 de la selección peruana, ya lo convocó para defender la blanquirroja. “Tenemos dos grandes capitanes, Bernardo Cuesta y Arias y unos compañeros excelentes. Hoy tengo más confianza, hablo más en la cancha”, nos dice Lazo sobre su experiencia en el equipo de primera.

Valencia es el filtro para detectar nuevos talentos. “En las reservas tenemos casi un 80% de jugadores arequipeños, pero también se da oportunidad a jóvenes de otras ciudades”, explica.

Desde el 2019, FBC Melgar tiene una casa albergue ubicada en la parte posterior del club. Allí viven ocho jóvenes que juegan en menores. Tiene capacidad para 20. Según las recomendaciones del nutricionista, reciben desayuno, almuerzo, merienda y cena. Hay una sala para ver televisión y lectura.

El acondicionamiento de las camas es con los colores rojinegros y el seguimiento de los entrenadores es permanente. Además, los deportistas en época escolar gozan de media beca en un colegio particular. “Ahí llegan chicos de otras ciudades, pero también pueden llegar los que viven muy lejos o sus condiciones económicas no son las mejores. Hay visitas permanentes para saber cómo les va. Además, nos reportan seguido sus calificaciones”, cuenta el técnico. Esta casa albergue hospedó a Paolo Reyna, el joven defensa melgariano que provenía de Tacna.

Flavio Maestri y Víctor Reyes integran el comando técnico de la selección sub-17. Semanas atrás llegaron a Arequipa para observar en un partido a los chicos de esa categoría y llevarlos a Lima como invitados. “Se quedaron sorprendidos con lo que les da Melgar. Pero al club le falta un complejo deportivo propio. La ciudad y el club se lo merecen”, afirma Valencia.

También considera prioritario contratar a una secretaría deportiva que tenga una videoteca de todos los chicos y sus características de juego. “Melgar tiene que vender por lo menos un jugador por año”, recomienda el exvolante de Alianza Lima.

Valencia tiene un proyecto en mente, fundar una Escuela Base para trabajar con menores de trece años, que aprendan las técnicas de fútbol de manera lúdica, en juego. “Luego, a los 16 años les daremos otras pautas y les buscaremos posiciones en la cancha según su rendimiento”. El camanejo Valencia trabaja con un equipo de médicos, psicólogos, nutricionistas, asistentes técnicos, preparadores físicos, utileros y por supuesto su semillero