El riesgo del egoísmo
La irrupción de Ómicron parece haber materializado lo que los expertos advertían hace meses: dejar sin vacunas a gran parte de la población –en este caso, la africana– propiciaría el surgimiento de nuevas variantes y pondría en riesgo al resto del planeta.
“Nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo”.
En el último año, la frase había sido un mantra en la boca de los funcionarios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en particular de su director general, Tedros Ghebreyesus.
Era una advertencia: solo cuando haya vacunas en todos los países, acorralaremos al virus y veremos el fin de la pandemia.
Pero fue recién el pasado fin de semana, cuando Sudáfrica reportó la detección de una nueva variante del SARS-CoV-2, bautizada luego como Ómicron, que el sentido de esa frase se reveló en toda su dimensión.
Porque ocurrió en África, el continente que menos vacunas ha podido conseguir para proteger a su población y en el que, por lo tanto, circulando con cierta libertad, el virus pudo mutar muchísimo, haciéndose probablemente más transmisible y con mayor capacidad para eludir la protección de la inmunización.
Solo el 11% de los africanos ha recibido al menos una dosis.
Y porque desde ese continente al que a nadie le importó salvar. la variante ha comenzado a expandirse por el resto del planeta, empezando por esos países que solo se preocuparon por salvarse a sí mismos, acaparando vacunas.
Muchos expertos piensan que la aparición de una nueva variante en África era inevitable. “Se debe a la falta de vacunación por el acaparamiento de vacunas por parte de los países desarrollados”, le dijo Ayoade Alakija, directora de la Alianza Africana para la Entrega de Vacunas, a la BBC hace unos días.
Para el microbiólogo peruano Pablo Tsukayama, es una hipótesis totalmente factible.
–Es en las personas no vacunadas donde el virus tiene mayor capacidad de replicarse y mientras más se replica, mayores posibilidades de generar variantes. En la medida en que África ha quedado relegada del proceso de vacunación, por mucho tiempo su población se ha mantenido susceptible a la infección por SARS-CoV-2. Entonces, sí, es probable que si se hubiera vacunado mucho más a esta región, hubiera habido muchas menos infecciones y se hubiera prevenido la formación de variantes.
Tsukayama, sin embargo, agrega dos hipótesis adicionales que los científicos vienen manejando: 1) que la variante se formó por infecciones crónicas en personas inmunodeprimidas, como pacientes de cáncer y de VIH (una enfermedad muy prevalente en África); y 2) que el virus mutó al pasar de un ser humano a un animal doméstico y volver a un ser humano.
–Se sabe muy poco sobre Ómicron todavía. Se especula que puede haber una mezcla de mayor transmisibilidad y mayor capacidad de infectar a personas inmunizadas. En Sudáfrica y en Botsuana, donde predomina esta variante, se está viendo un aumento muy rápido de los casos y eso apunta a que el virus se estaría transmitiendo mejor entre la población.
El microbiólogo cree que la variante ya circula por varios países del África Subsahariana, aunque no haya sido detectada. En la mayoría de ellos, muy pocos ciudadanos han recibido siquiera la primera dosis. Mientras que en el resto del mundo ya se aplican las terceras dosis.
Falta de solidaridad
En setiembre, un estudio de Oxfam y otras instituciones señaló que más de la mitad de las vacunas producidas por las principales farmacéuticas del mundo habían sido compradas por un selecto grupo de naciones ricas.
Otro estudio, de la empresa de análisis Airfinity, reveló que los países del G20 habían recibido 15 veces más dosis de vacunas per cápita que los países del África Subsahariana.
Solo basta mirar los datos sobre vacunación global de ourworldindata.com: mientras que en países como Reino Unido, España y Francia más del 70% de la población ha recibido al menos una dosis, hay países africanos que no llegan ni al 5%. Chad, República Democrática del Congo y Sudán no se acercan ni al 2%.
La desigualdad en el acceso a las vacunas se puede observar en el mapa elaborado por ourworlddata.com.
–Estamos hablando de un apartheid de vacunas– dice a DOMINGO Grazielle Custodio, coordinadora regional de Justicia Económica de Oxfam. –Porque estamos haciendo una división entre la gente que tiene vacunas y la que no tiene vacunas. Y con efectos muy graves que, incluso, llegan a la muerte.
Custodio explica que la propuesta de Oxfam y del resto de organizaciones que integran la Alianza People’s Vaccine es que los grandes laboratorios otorguen licencias de fabricación de sus productos a los países del sur global con capacidad de producir y distribuir vacunas.
COVAX fue una buena iniciativa, agrega, pero la falta de financiamiento y el poco compromiso de los países más ricos ha sido un obstáculo difícil de superar. Según otro reciente informe de la Alianza, solo el 14% de las dosis prometidas por las naciones más desarrolladas llegó a los territorios más pobres del planeta.
–Una pandemia en medio de una economía globalizada, con circulación de mercaderías y de personas, no se puede contener si todos los países no la enfrentan de forma igualitaria– dice la vocera de Oxfam. –Si algunos tienen acceso a medicamentos, a vacunas, a infraestructura de salud, y otros no lo tienen, no es suficiente. Quizás tú logres salvar por un momento un poco más de vidas, pero no se logrará acabar con la pandemia. Esa falta de comprensión de los países más ricos ha hecho que la respuesta a la pandemia fuera muy inefectiva y causara muchas muertes innecesarias.
Señalar esa falta de solidaridad como el obstáculo más grande para vencer al virus no es un gesto político. Está basado en la ciencia.
–La distribución de las vacunas siguió todas las leyes del mercado– dice Pablo Tsukayama. –Los que tienen más plata se han llevado todo lo disponible en la tienda, y eso pasó con la primera dosis, con la segunda dosis y ahora con la tercera. Pero no te sirve de mucho tener a tu población súper vacunada si va a venir una variante de afuera y te va a arruinar tus planes. Y esa variante puede venir de ese rincón del planeta adonde no llegaron las vacunas. No hay manera de que yo cierre mis fronteras, acapare mis vacunas y esté bien. Eso no funcionará.