¿Más comunismo o capitalismo post-coronavirus?
“El shock sociopolítico del coronavirus sin duda va dejando cicatrices en los modelos políticos de gobernanza mundial. Lecciones que pueden dar lugar a un viraje, un reacomodo de las prioridades de gobierno cuando estemos del otro lado de esta crisis”.
Es aún temprano para decretar nada con certeza sobre el horizonte político mundial post-coronavirus; aún estamos transitando la crisis y en gran parte de occidente ni siquiera hemos visto su pico más alto. Pero el shock sociopolítico del coronavirus sin duda va dejando cicatrices en los modelos políticos de gobernanza mundial. Cicatrices y lecciones que pueden dar lugar a un viraje, un reacomodo de las prioridades de gobierno cuando estemos del otro lado de esta crisis. Y no solo porque las precariedades de las infraestructuras, arquitecturas socio-políticas y liderazgos han quedado expuestos ante el apremio viral, sino porque esta no será la última pandemia que los humanos tengamos que enfrentar.
¿Capitalismo o Comunismo? Esta pandemia parece haber reavivado la competencia de modelos políticos, y pensadores contemporáneos ya han iniciado el debate. Para el filósofo político esloveno, Slavoj Zizek, la pandemia será el fin del capitalismo. Asegura que esta crisis evidencia el enfoque “cínico vitalista” del capitalismo occidental que casi justifica la pandemia como una purga de los más débiles, viejos o enfermos. Zizek cree que la forma de combatir este enfoque es con un enfoque “comunista reinventado con coordinación y coolaboración global”.
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El también filósofo, alemán nacido en surcorea, Byun Chul Han, cree que si bien las sociedades orientales más autoritarias saldrán más fortalecidas de la pandemia que sus contrapartes democráticas occidentales (incluso China podría, según él, ‘exportar’ su modelo autoritario-tecno-invasivo exitoso contra la pandemia) para Byun Chul Han es imposible que un virus derrote al capitalismo. “El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución”.
Yo creo que ni uno ni otro. El capitalismo no va a morir porque para eso tendría que desterrarse culturalmente el hábito social del consumismo, algo que más bien se verá exacerbado cuando las democracias capitalistas intenten recuperar sus economías post-pandemia. El modelo económico necesitará del consumismo como el enfermo del COVID-19 del respirador. Pero lo que sí puede cambiar o al menos modificarse, es cómo los gobiernos y gobernantes abordan sus políticas en adelante. Cómo, de ahora en más, deberán poner el bien común y a los más necesitados en el centro de sus objetivos, no populistas sino estructurales.
Si ‘la vía peruana’, como están llamando afuera a las medidas económicas y sociales tomadas por Vizcarra, son hoy modelo, es porque Vizcarra se ha atrevido a hacer en esta crisis lo que ningún presidente democrático se atrevió: plantar su liderazgo por el bien común y por encima de los usuales apetitos y angurrias del poder económico. Como la politóloga Adriana Urrutia dijo a EFE “ha propuesto un modelo ‘más social y estatal, con lo público en el centro’, que mantiene el equilibrio con el sector privado, ‘que negocia y acepta’”.
Y esa quizás llegue a ser el mayor valor sociopolítico que salga de esta crisis, una revisión de los modelos capitalistas que críticamente acepten la necesidad del Estado en su rol de velar por el bienestar de la gente, algo que el capitalismo con sus industrias médicas, de seguros, y de consumismo egoísta nunca podrán reemplazar.
Al salir de esta crisis el horizonte debe ser uno: un horizonte de reconstrucción común, con el bien común y lo colectivo en el centro. Solo así estaremos preparados para la siguiente pandemia, que es solo cuestión de tiempo. Mientras tanto, mantengámonos bien y a salvo cooperando.