Javier Heraud, el viaje de un poeta
El cineasta Javier Corcuera revela en un documental el lado más íntimo de Javier Heraud. De la mano de su sobrina nieta, hurgaremos en los recuerdos del poeta guerrillero, en sus cartas, sus fotografías y en la memoria de quienes lo conocieron.
Sucedió en su último vuelo de avión. El cineasta Javier Corcuera viajaba de Madrid a Lima e iba releyendo la obra completa de Javier Heraud. Subrayaba versos en los que el poeta hablaba de la muerte, de su muerte, de la forma en que moriría.
“¿Sabes que su poesía está llena de premoniciones?”, dice Corcuera, mientras toma una cerveza en la cevichería Javier, nombre premonitorio, espacio donde hace más de cincuenta años estuvo también el desaparecido vate.
Los versos del poema Elegía son los más evidentes: "Yo nunca me río de la muerte / Simplemente sucede que no tengo miedo de morir entre pájaros y árboles", escribió el poeta. Y así sucedió, murió en la selva de Madre de Dios a los 21 años, en 1963, entre pájaros y árboles.
En Las moscas describe de forma más descarnada el escenario de su deceso: Sólo espero [‘señorita mosca’] no alimentarla / y no verla en mis entrañas / el día que si acaso / me matan en el campo / y dejan mi cuerpo bajo el sol. Y así sucedió. Heraud murió acribillado de 19 balazos en el pecho, en una canoa.
"Raro ¿no? Pero los poetas son como los profetas, ahí tienes a Vallejo que dijo que moriría en París con aguacero", agrega Corcuera. "Imagínate que olvidé el poemario en el avión. ¡Me dio una pena! Es el que utilicé para la película. Pero me he tranquilizado porque Javier al menos sigue viajando", continúa el cineasta.
Esta cevichería ubicada en una casona vieja de la Bajada de Baños de Barranco, donde estamos sentados, es muy significativa para el cineasta. Alguna vez su padre, el poeta Arturo Corcuera, y un grupo de amigos muy queridos, entre ellos Heraud, formaron un círculo de poesía y este lugar fue bautizado como La casa de la poesía.
De eso ya nada queda.
El mito cobra vida
El cineasta está en la capital porque el viernes pasado, durante la inauguración del Festival de Cine de Lima PUCP, se estrenó el documental en el que ha trabajado desde hace cinco años, El viaje de Javier Heraud.
Un proyecto en el que, en realidad, pensó a muy temprana edad, cuando tenía 18 años y era estudiante de la escuela de cine de Armando Robles, donde redactó un prototipo de guion.
Y es que la figura de Heraud siempre estuvo presente en las sobremesas de la familia. Su padre solía hablar de aquel joven larguirucho y orejón, que era muy bromista y talentoso para la poesía, que a los 18 años ya había publicado dos notables poemarios, y que un día partió a Cuba en plena revolución para volverse guerrillero y murió trágicamente batiendo la bandera de sus ideales.
Heraud era una leyenda, y el joven Corcuera (bautizado Javier en honor al poeta) quería escarbar en esa vida y descubrir al amigo del que hablaba su padre y al héroe cuyo nombre llevan muchas escuelas del país.
En El viaje…, que estará en las salas del cine comercial desde el 22 de agosto, se desgrana la intimidad del poeta.
De la mano de su sobrina nieta, Ariarca Otero, y con el fondo musical de violín y piano de Pauchi Sasaki, el espectador se irá metiendo en el baúl de los objetos personales del poeta que, con mucho celo, conserva su hermana Cecilia Heraud: fotografías, zapatos, cuadernos y cartas que humanizan y hacen más cercano a Heraud.
"No, no es un documental biográfico, es un retrato de Heraud. Mi intención es que el espectador salga de ver la película y sienta que lo conoce un poco más, que ha compartido momentos con él", dice Corcuera.
Su historia será contada por un coro de amigos y conocidos en los que el poeta dejó huella, entre los que resaltan Adela Tarnawiecki, su “único, antiguo y eterno amor”, como la llama en una de sus innumerables cartas; Elián Elías, el compañero guerrillero que estuvo a su lado cuando fue ejecutado por las fuerzas del orden; y el señor Francisco, el campesino que le dio posada y comida una noche antes de su desaparición.
¿Por qué un joven con tanto porvenir como Javier, que era considerado una promesa de la poesía peruana, decide a los 20 años tomar las armas y hacer la revolución? Es una pregunta cuya respuesta se desliza con delicadeza en el documental.
"José Martí dice 'hacer es la mejor manera que decir', y Javier decide hacer cosas. Como dice Adelita, él no era alguien que se podía quedar conversando sobre el Perú en un café, fue coherente con sus palabras en la acción", agrega el cineasta.
El golpe del azar
Además de hallar versos en los que el poeta predijo las circunstancias de su terrible fin, mientras transcurría el rodaje de la película, Corcuera fue descubriendo una seguidilla de casualidades y desencuentros también proféticos que precipitaron su muerte.
"Hubo momentos en que Javier pudo cambiar de camino", confiesa el cineasta.
Antes de ir a Cuba, Heraud, que había ingresado a la Facultad de Derecho en la Universidad San Marcos, hizo un viaje a Europa. Allá no logró comunicarse con Degenhart Briegleb, un amigo del colegio Markham, conocido como Dégale, radicado en Austria y que de encontrarlo lo habría acogido.
A su retorno, el poeta toma la decisión de ir a Cuba a estudiar cine. En La Habana se suscita un hecho azaroso y definitivo que Corcuera cuenta así:
"Se termina enrolando a la revolución por azar. Y es que por equivocación Fidel Castro llega a la casa donde estaban hospedados los jóvenes que iban a estudiar cine y los confunde con la otra comitiva que eran aspirantes a guerrilleros y estaban en otra cosa, y les da tal discurso que termina convenciendo a Javier".
A Ariarca también la conoció Javier por acción del azar.
Corcuera había concebido su película para los jóvenes. Quería revivir la figura del 'poeta guerrillero' y acercarla a los veinteañeros, y necesitaba a alguien de esa edad.
Con la sobrina nieta del poeta se había cruzado dos veces por pura casualidad: primero cuando esta era una escolar y fue a su colegio a pasar una de sus películas y habló con ella sin saber quién era; y la segunda, durante la presentación del libro de Cecilia, su abuela y hermana del poeta.
“Si no hubiera encontrado a Ariarca, no habría hecho la película”, confiesa el también autor del premiado documental Sigo siendo (2013).
Para Ariarca fue un descubrimiento la vida de aquel tío ausente del que siempre se hablaba en su familia, y cuyo recuerdo la perseguía y ella evadía: "Me sentía muy incómoda cuando en el colegio me relacionaban con él", afirma la graduada en Bellas Artes, y agrega que tras su participación en el documental, lo que más le ha impresionado es el cariño con el que recuerdan a Javier:
“Es un buen momento para que salga esta película. Los que lo conocieron pueden verlo nuevamente y los que solo lo han visto en sus poemas y sus hazañas podrán sentirse más cerca de él. Sigue siendo el tío ausente, solo que ahora tengo muchas más preguntas que hacerle”, escribe vía WhatsApp.
El mito del poeta guerrillero cobrará vida en el cine. Ya han pasado 56 años de su muerte, su poesía sigue describiendo al Perú, a sus injusticias y a sus sueños, y está muy vigente.