Gabriela PeronaPresidenta ejecutiva del Proyecto Especial Bicentenario.,Este sábado, el presidente Martín Vizcarra lanzará, desde Huamanga, la agenda de conmemoración del Bicentenario de la independencia, algo que, concentrados en los terremotos de la coyuntura política, los peruanos parecemos haber perdido de vista. Gabriela Perona, directora del Proyecto Especial Bicentenario –adscrito al ministerio de Cultura- nos cuenta en esta entrevista algunos detalles de una celebración que busca que los peruanos refundemos nuestro compromiso republicano y, de paso, imaginemos un nuevo país hacia el cual dirigirnos juntos. Has dicho que el Bicentenario es una oportunidad irrepetible para imaginar lo que quisiéramos ser como país: ¿cuál es el Perú que imagina la ciudadana llamada Gabriela Perona? Imagino un país con mucho optimismo. Un país consciente de los problemas que tiene que superar, que sabe que todavía vivimos con violencia, con racismo, con desigualdad, pero que, al mismo tiempo, rescata su fortaleza. Un país que supera la violencia, que logra convivir de manera pacífica, integrada, donde respetamos al otro y donde respetamos lo público como algo común más allá de nuestras diferencias. ¿Cuál es el significado, tanto simbólico como concreto, del Bicentenario? El presidente Martín Vizcarra encarga al sector cultura que lidere este proceso y este encargo no es menor, porque lo que estamos buscando es, a través de la cultura, movilizar a la ciudadanía, tanto en emociones como en un cambio de actitud y valores, para construir este país que imaginamos. Lo que queremos posicionar es justamente que los grandes cambios que este país necesita están, sí, en la política y en el gobierno, pero también en nuestras manos. El lanzamiento, este sábado, se dará en un momento en el que el país está sumido en una nueva crisis de corrupción. ¿Cómo afrontarlo? Lo vemos como una oportunidad. Hace 200 años, probablemente un día como hoy, peruanos y peruanas estaban librando una batalla por lo que en ese momento significaba la libertad, y hoy estamos en una batalla similar. El presidente Vizcarra ha convocado a los ministros a librar una nueva batalla por independizarnos de la corrupción, de la violencia, de la pobreza. Si lo ves de una manera optimista, es bien importante que se haya develado todo esto para poder observar y decir: “este problema ha estado incrustado por cientos de años, pero ha llegado el momento en que lo hemos podido tomar y hacernos cargo”. Lo importante es hacerse cargo. Hay quienes dirían que este no es el momento de celebrar, sino de hacer duelo… Nosotros hablamos de tres momentos casi emocionales: imaginar, hacer y celebrar. Imaginar, porque el bicentenario tiene que ser una invitación a ser un país distinto. Hacer, porque, así como vemos ejemplos terribles diariamente en las noticias, también todos los días hay peruanos que hacen obras pequeñitas increíbles. La tercera fase es la celebración y no la estamos entendiendo como festejo. Cuando uno celebra, también celebra compromisos. La idea del bicentenario, como ha dicho el presidente, es refundar ese contrato social, ese compromiso que tenemos con un país distinto. Cuando hablamos de celebrar, hablamos de cómo renovar nuestros votos republicanos. ¿Cómo refundar los compromisos republicanos en un país tan polarizado, por ejemplo, entre fujimorismo y el antifujimorismo? En realidad, la agenda del bicentenario no está pensada en estas polarizaciones sino más bien está vinculada a la ciudadanía, a conversar de una manera conjunta sobre estos problemas que nos preocupan a todos, independientemente de la tienda política de la que seamos. Como la violencia, por ejemplo… ¿Pero cómo conversa una ciudadanía tan fracturada? En los procesos que vamos a implementar, por ejemplo, para la recuperación de espacios públicos, uno de los temas que vamos a trabajar son las ciudades culturales del bicentenario, y vamos a hacer un parque cultural, un modelo de espacio público, para justamente fomentar la convivencia y el diálogo. Ahora estamos súper fracturados también porque el reconocimiento del otro es algo que no hemos cultivado como sociedad, y es la cultura la que nos va a permitir acercarnos a través de los concursos de arte, de los elencos nacionales recorriendo todo el país, fomentando espacios de encuentro… Se habla del Bicentenario como un hito que propicia la conciliación, la unidad nacional. ¿Qué tan unidos llegaremos al bicentenario? Yo creo que hay una sensación común de optimismo, de esperanza, de querer un país distinto. Hay una unidad sobre eso. Lo que se percibe, a partir de la coyuntura política, es más bien lo contrario… Mira, ahora nos encontramos a puertas de celebrar este hito de lanzamiento en Huamanga y los preparativos los hemos trabajado con una mesa multisectorial de distintos actores de Ayacucho. Y, en realidad, tú percibes el compromiso de la gente de hacer que el bicentenario sea nuestro momento como país para mirar hacia adelante con una ruta distinta. La gente está totalmente comprometida. Desde Lima pareciera que el bicentenario no está en la cabeza de nadie, que estuviéramos mirando hacia otro lado. Tú sabes que, en el Centenario, la mayoría de celebraciones se hizo desde Lima. Quizás estamos marcando otro momento de nuestra historia, donde comenzamos a vernos y a reconocernos desde otras narrativas y discursos, que es, además, algo que está muy presente en la política del presidente ahora. Él mismo nos pidió que esto se celebre desde las regiones y es él quien ha decidido que el lanzamiento sea fuera de Lima. Además, simbólicamente en Huamanga, el lugar donde la batalla de Ayacucho significó la independencia de toda América. ¿Y qué estrategia usarán para entusiasmar o motivar a todo este segmento de la población que aún no interioriza la idea del Bicentenario? Vamos a iniciar el 10 de noviembre, ya formalmente, las acciones de difusión de todo esto. Hay una campaña muy fuerte, que vamos a implementar, de valores republicanos, que va a hacerse a través de IRTP con programación muy bonita que están programando. Están a punto de sacar una novela histórica en diciembre… Va a haber contenido. ¿Cuál es el presupuesto exacto que van a manejar y cómo se compara con el presupuesto que han manejado otros países en su Bicentenario? El presupuesto que se ha calculado, sin obras -porque las obras de infraestructura tienen un presupuesto que hay que manejar aparte, en principio porque la mayoría ya están encaminadas-, es de 139 millones de soles hasta el 2021. Ese presupuesto, en comparación con los otros países, es menor. México, por ejemplo, se gastó 230 millones de dólares. Pero no nos estamos guiando por la comparación. Somos los últimos que celebran el Bicentenario. Y son momentos distintos. Nosotros estamos apuntando a una celebración que está mucho más vinculada a generar acciones que nos permitan reparar el tejido social, actividades culturales… No estamos tampoco pensando en nuevas grandes infraestructuras… Se ha dicho que este proceso ayudará a cerrar brechas. ¿A qué brechas se refiere? Hay una cartera fuerte del Ejecutivo que está vinculada a la brecha de servicios. Las obras que el presidente pidió a los ministros que prioricen son obras que no son de carácter conmemorativo -y esa es también una diferencia del Centenario-, sino están dirigidas a cerrar brechas. Por ejemplo, vamos a llegar con las 21 regiones conectadas a banda ancha, con hospitales grandes que estaban trabados y que serán entregados a la población… ¿Todo eso pasa por el programa que presides? Sí. El Programa de Bicentenario es como un gran articulador. Lo que hemos hecho es trabajar con los equipos de los ministros en la identificación de obras significativas, sea porque cierran brechas importantes o porque son de envergadura bicentenaria. De esas, hemos hecho como una carterita emblemática que va a ser como la obra del Bicentenario. Entonces, cuando se habla del cierre de brechas, se habla de esta parte de la agenda que tiene que ver con reducir brechas de infraestructura importantes, pero también están estas brechas que hablábamos al comienzo. Estas brechas de acercarnos, de conocernos… Hablando de brechas, tú has trabajado mucho en el tema de la discriminación racial. ¿Cómo va entrar esto en la agenda del Bicentenario? Sí, una de nuestras fracturas mayores tiene que ver con el racismo y la discriminación, pero la cara volteada del racismo es el reconocimiento positivo de la diversidad cultural. Descubrir que, en una persona distinta a ti, culturalmente, puedes encontrar una riqueza. Y en el Bicentenario lo que queremos posicionar es ese discurso. Lo que vamos a buscar es que se genere empatía y reconocimiento en el otro. En ciertos sectores hay la tendencia a identificar estas banderas –la inclusión, la no discriminación, el respeto a minorías- con lo caviar. ¿Cómo trabajar, con miras al Bicentenario, con estos sectores? Desde el Bicentenario, no vamos a buscar nunca poner mensajes polarizadores. Más bien nuestro discurso es de: estos ciudadanos y ciudadanas del nuevo Perú, esta nueva ciudadanía, tiene características y su característica es respetar la diferencia. Y posicionar esa característica del nuevo peruano como alguien que respeta la diferencia es algo con lo que nadie va a estar en desacuerdo. El problema no es el acuerdo. El problema es que hay cosas que diariamente tenemos que sanar para llegar a ser eso. Como nos dijo Tarcila Rivera cuando le preguntamos qué país imaginaba: yo imagino un país donde una campesina indígena vaya al (cine) Alcázar, hable su lengua, se sienta cómoda y tranquila, y vea una película sin que nadie se sorprenda siquiera de que ella esté allí. ¿Eso es algo que saldrá de la celebración de este Bicentenario? Esperemos caminar a eso. En tres años no vamos a resolver todo esto. Lo que busca el Bicentenario no es ser un hito de llegada. Nosotros hablamos mucho del cumpleaños y del balance. Cuando uno llega al cumpleaños no sólo llega para celebrar, sino porque ha hecho también un proceso de evaluación de qué logró hasta ese momento y qué quiere hacer ahora con su vida. Eso es un poco lo que queremos con el Bicentenario. Que hagamos este proceso nacional de identificar esto, comprometernos nuevamente y decir: sí, este es el país que imagino. E ir para allá. Se ha metido presa a la lideresa de la principal fuerza opositora. ¿Qué reflexión te suscita? En realidad, es un momento bien difícil para el país en general. Desde el Bicentenario no nos corresponde emitir opinión al respecto… Pero tampoco es una instancia aislada en la estratósfera, ¿no? No, no lo está. Creo que, en general, más allá del punto específico, es un buen momento para reflexionar acerca de la justicia en el país, que es, además, uno de los principios de la lucha libertaria. Y creo que ahí el gobierno de presidente Vizcarra ha emprendido un compromiso sólido con que tengamos una mejor administración de la justicia. El referéndum es un ejemplo de eso: un llamado a la república a participar de estas decisiones que son fundamentales para que el país sea un país mejor. Todo nos está llevando a ese cambio y ahí sí creo que el presidente ha decidido que esa sea la gran reforma que le va a entregar al país. Hace 200 años, peruanos y peruanas estaban librando una batalla por lo que en ese momento significaba la libertad, y hoy estamos en una batalla similar”. “La idea del bicentenario es refundar ese contrato social, ese compromiso que tenemos con un país distinto. Cuando hablamos de celebrar, hablamos de cómo renovar nuestros votos republicanos”. “El presidente Vizcarra ha convocado a los ministros a librar una nueva batalla por independizarnos de la corrupción, de la violencia, de la pobreza”.