PerfilLa actriz Aurora Colina es la voz más autorizada para hablar del teatro local. Tiene sesenta años de trayectoria actoral y un largo anecdotario con los intelectuales peruanos más brillantes. Vuelve a escena con Los funerales de Doña Arcadia. ,Aurora Colina, una vida en el teatro,El mito de la arcadia colonial del que habló Sebastián Salazar Bondy no ha muerto. El arribismo aún vive entre los limeños, en las ansias por conseguir a toda costa el preciado estatus social. El criollismo, heredado de la colonia, aún pervive en su versión más moderna, la pendejada; el chauvinismo aún palpita en esa añoranza por el pasado, por los tiempos en que Lima era llamada La perla del Pacífico; aún seguimos creyendo que todo tiempo pasado fue mejor. Seguimos velando a "doña Arcadia", que ya murió hace tiempo, pero que sigue tan presente entre nosotros. Ese es a grandes rasgos el leitmotiv de Los Funerales de Doña Arcadia, una creación del dramaturgo y director de teatro Diego La Hoz, que se nutre de la obra de Salazar Bondy Lima, la horrible. "Es una crítica a los vicios que los limeños seguimos arrastando", dice la actriz Aurora Colina, quien forma parte del elenco de la puesta en escena. "Nada de café, tengo el colon irritable", dice mientras se sirve un vaso con agua, y empezamos la entrevista. La actriz ha cruzado el charco una vez más, desde Inglaterra, su lugar de residencia, y ha aterrizado en Lima porque extraña su clima, que "es mediocre pero tolerable", no como el frío bajo cero y los veranos de más de treinta grados de Europa. "Tu ciudad te acompañará a donde quieras que vayas", recita y a su lado está Beco, su marido, un uruguayo con quien se casó a los 50 años. "Es la mejor edad para casarse, ya vienes bien experimentada", dice Aurora que se jacta, además de su matrimonio, de tener una memoria prodigiosa. Recuerda muy bien cada nombre, fecha y lugar de las cientos de anécdotas que ha acumulado en sesenta años de trayectoria como actriz de teatro. Por ello lleva el título de primera actriz del país. "Pero a mí que no me llamen maestra. El teatro peruano está lleno de blufs, de globos inflados, gente que aparenta mucho pero que no es nada, hay cantidades de esos dioses falsos, a mí sólo dime Aurora", dice con la cara enmarcada en su larga melena negra. Charlar con Aurora es como charlar con una Lima que ya no existe. Es encontrarse, por ejemplo, con la vida estudiantil de una Universidad San Marcos que tenía entre sus estudiantes a las mentes brillantes del país. Aurora asegura que compartió el patio de letras del claustro del Parque Universitario con Pablo Macera, Manuel Scorza, Sebastián Salazar Bondy, César Calvo, Javier Heraud. Y que el Nobel Mario Vargas Llosa fue su profesor de Literatura en la academia preuniversitaria en la que se preparó antes de ingresar a la carrera de Pedagogía. Y que estuvo presente el día en que escupieron al presidente Nixon, en San Marcos, mientras pintarrajeaban carteles que decían "Yankee go home". Hay dos teatros La Chola, su personaje de la obra teatral La Ciudad de los Reyes, fue uno de sus papeles más queridos. Lo encarnó en 1966, era la típica mujer andina con polleras que llega a la capital y que pronuncia con dificultad el castellano. El público se desternillaba de risa al escucharla, recuerda Aurora (así como se ríen hoy de la Paisana Jacinta), pero llega un momento en que La Chola corta el chiste y empieza a llorar desagarradoramente, pronunciando una letal crítica social, y la audiencia se queda tiesa. "Hay dos teatros, el que remueve y te cuenta historias de tu país y el otro, que es el teatro profesional, el bien hecho, pero que no está relacionado con lo nuestro", agrega Aurora. Y aquí llegamos a la historia de la legendaria casa teatro Cocolido (1975-1992). Un espacio heredado de su familia y que ella misma acondicionó para presentar obras de teatro, y enseñar clases de pintura y música. Fue en Cocolido donde dos hombres se besaron por primera vez, hecho que hizo temblar a la pacata Lima: "Fueron mis adorados amigos Beto y Pipo mientras interpretaban El beso de la mujer araña", precisa la actriz, quien, cuando se fue del Perú en 1993, le dejó la casa a Ismael Zevallos donde hoy funciona La Tarumba. El repertorio teatral de Aurora sigue tan firme como un pilar de mármol. La actriz asegura que seguirá participando en obras con crítica social. "Si dices líneas del teatro de Brecht tienes que creer en lo que dices", finaliza.