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Los 112 años de Alejandro Villanueva: el día en que golpeó y botó de La Victoria a un abusador de niños

La leyenda de Alianza Lima, Alejandro ‘Manguera’ Villanueva, cumpliría hoy 112 años. Su hija doña Luzmila Villanueva saca lustre a las historias no conocidas del hombre que brilló en la cancha y en el barrio.

Alejandro Villanueva, fuera de las canchas, no era una hoja en blanco. Al contrario, el ídolo de Alianza Lima, hijo putativo de La Victoria y progenitor de doña Luzmila Villanueva, era también un abnegado padre de familia que le plantaba cara a la injusticia; que tenía una desmarcada inclinación por el tacu tacu; y que, cuando no marcaba goles, reescribía con una caligrafía envidiable las composiciones de Felipe Pinglo Alva.

Hoy, 4 de junio, se celebra el cumpleaños número 112 de Alejandro Villanueva, conocido también como ‘Manguera’. Para conmemorar esta fecha conversamos con su hija Luzmila Villanueva Falcón, de 84 años, a fin de repasar algunas anécdotas desconocidas de su padre, el hombre con cuyo nombre usaron para bautizar el estadio de Alianza Lima.

La pandemia del coronavirus le puso cerrojo al mundo, hasta al cementerio Presbítero Maestro, de El Agustino, donde yacen los restos del delantero peruano que puso la quimba en La Victoria. Su hija esta vez no podrá visitarlo, pero revela que los pocos miembros de la familia con los que convive se juntarán para grabar un vídeo en honor de su padre.

“Mi papá era muy especial para mí. Siempre fue muy amigo de sus amigos (sic)”, cuenta doña Luzmila, con una voz cálida que de pronto cambia a un timbre más aguerrido cuando expresa su irreductible devoción por el club de sus amores. “Así pierdan o ganen yo me quedo con mi Alianza Lima”.

Alejandro Villanueva era también un hombre de filo. Tenía un punto culinario en la calle Francisco Pizarro, en el Rímac, donde degustaba la mejor versión de su plato favorito: el tacu tacu. “A mí papá le encantaba. Se venía hasta Pizarro solo por ese plato. El lugar estaba entre la cuadra 11 y 12, más o menos. Yo recuerdo que con mi mamá me traían por la noche, pero yo no comía mucho”.

Una de sus hazañas más memorables la cosechó en las calles bravas de La Victoria. “Una vez me contaron que había un señor en el jirón Andahuaylas (La Victoria), que venía y pescaba a los niños y se los llevaba para abusar de ellos", narra doña Luzmila. "Mi papá apenas se enteró de eso, buscó al hombre este y le dio una señora tanda. No vengas más por aquí porque no te quiero ver, le dijo mi papá. Y efectivamente nunca más volvió”.

El racismo ganaba fuerza a inicios del siglo XX, pero ‘Manguera’, según relata su hija, habría salido librado de esta enfermedad social. “[Mi padre] que yo recuerde nunca sufrió racismo en Perú porque él siempre paraba de aquí para allá con sus amigos negrillos, siempre todos juntos. Era bien lindo mi negrito”, agrega.

Luzmila recuerda que en un momento la sala donde vive llegó a tener ocho cuadros con el rostro - y otras con el cuerpo completo - de su padre. Sin embargo, jamás imaginó la forma en la que llegaría el noveno. “Una vez cuando fui al cementerio vi una foto ‘grandota’ de mi padre. La tenía un muchacho. Me acerqué y le dije de broma: esto es mío. Se volteó a mirarme y dijo que me lo regalaría. Pasaron como diez días y me lo trajo a la casa. Cumplió su promesa”, rememora.

“Maestro del pase, entre tus pies / el balón esclavo tuyo es / dominado siempre ha de llegar / donde tu saber lo quiere enviar”. Esta fue la introducción de la polka que le compuso Felipe Pinglo Alva a Alejandro Villanueva, el mismo que cuando estaba lejos de las canchas se dedicaba a reescribir, como un deporte alterno, las composiciones del decimista peruano.

Cancioneros de Felipe Pinglo Alva escritor por el mismo Alejandro Villanueva.

Cancioneros de Felipe Pinglo Alva escritor por el mismo Alejandro Villanueva.

La bondad de la mujer de 84 años es tan grande como Matute y las heredó de su padre. Las dos entradas vitalicias que recibe de Alianza Lima, cuando puede, las comparte con su familia, aunque a veces no alcanza. “Mi sobrina lleva a su bebé y su otra hijita tiene que pagar su entrada”, detalla con cierto congoja.

Hoy, como cada 4 de junio, adoptando las medidas sanitarias correspondientes, doña Luzmila estará junto a los pocos familiares con los que convive para que, con el mismo amor de siempre, rejuvenezcan en una gran tertulia las memorias del gran Alejandro Villanueva, el jugador que sacó chispas en La Victoria y en todo el Perú.

Biografía de Alejandro Villanueva

Carlos Alejandro Villanueva Martínez nació un 4 de junio de 1908 frente a un cuadro de Santa Rosa de Lima en el Rímac. Específicamente, en la casa de su abuela Pascuala Matallanos, en el callejón Santa Rosa de la calle Pizarro también conocido como el barrio de Malambo. A los cincos años falleció su padre Mamerto Villanueva. Se quedó con su madre Melchora Martínez y su hermano Gregorio. Fue una época difícil. Tuvo que abandonar el colegio para trabajar transitoriamente como albañil.

Lo que nunca abandonó fue su sueño de ser futbolista. De hecho, su desbordante talento lo llevó a defender hasta los 16 años la camiseta del Teniente Ruiz, de La Victoria, en la segunda división. Luego, dio el gran salto a Alianza Lima, equipo en el que debutó en 1927 en un partido contra Belgrano de Uruguay. En el conjunto blanquiazul logró el tetratacampeonato (1931-1934), fue el cerebro del grupo ‘Rodillo Negro’ junto al ‘Mago’ Valdivieso, José María Lavalle, Jorge Koochoi Sarmiento, entre otros, y estableció el estilo quimboso, veloz y certero que por siempre acompañara como una marca de la escuadra blanquiazul.

Alejandro Villanueva, onomástico número 112

Alejandro Villanueva, onomástico número 112

Con la selección peruana participó en el mundial Uruguay 1930 y también en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, el torneo que el conjunto peruano desertó por un hecho escandoloso: después de ganarle por 4 a 2 a Austria; la FIFA exigió que el partido se vuelva a jugar. Curiosamente, el líder nazi Adolf Hitler era uno de los que apoyó esas olimpiadas. Un 11 de abril de 1944, a los 36 años, falleció Alejandro Villanueva por una tuberculosis. Su entierro fue multitudinario. Se inmortalizó su nombre en el actual estadio de Alianza Lima.