El secuestro de Adán y Eva… y las líneas de Nazca
Atención. Las informaciones dicen que, entre el 2008 y el 2016, las principales casas de subasta de Europa y Estados Unidos pusieron a la venta más de siete mil objetos pertenecientes al patrimonio arqueológico del Perú.

Eduardo González Viaña
En julio del 2015, Adán y Eva fueron secuestrados, pero no fue en el Jardín del Paraíso sino en una iglesia de México.
Más tarde, aparecieron en el Museo de Arte de San Diego, California. Más exactamente, el cuadro “Adán y Eva arrojados del Paraíso”, una pintura mexicana del siglo XVIII, fue comprada por esa institución al anticuario Rodrigo Rivero Lake. Aquella fue la compra lícita de un objeto robado.
No solo Adán y Eva han sido secuestrados por los ladrones de la memoria. Personas como el mencionado Rivero Lake tienen procesos abiertos por robos similares no solo en México sino también en el Perú y otros países. Y, sin embargo, ninguno de los cargos en su contra ha prosperado y, en vista de ello, el anticuario en mención aparece con frecuencia en las revistas de sociedad mexicanas.
Se trata de una memoria cultural robada en la que los protagonistas son criminales con dinero por lavar, diplomáticos que abusaron de su cargo, políticos que se amparan en los vacíos de la ley y supuestos coleccionistas que, en realidad, han encontrado allí una provechosa máquina lavadora de dinero.
Aquí y ahora, resulta sospechosa la pretensión del Ministerio de Cultura de reducir el área protegida de las líneas de Nazca, de 5,600 kilómetros cuadrados a 3,200, o sea casi la mitad.
Lo que sí se sabe es que las áreas ahora abandonadas son extremadamente codiciadas por mineros ilegales y traficantes de tierras que creen más en el oro y el saqueo que en el amor a nuestros queridos primeros padres.
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Felizmente, el Ministerio de Cultura ha retrocedido ante muy serios cuestionamientos. Sin embargo, el polígono intangible original ya sufre la amenaza de la minería ilegal. En los 13 distritos que integran la reserva restaurada hay 728 registros de derechos mineros en trámite.
Siguiendo con la memoria cultural, se sabe que más de cien mil piezas de nuestro arte precolombino han sido robadas y están dispersas en los museos del mundo y en las colecciones privadas. Entre ellas se encuentran objetos de oro, cerámicas e instrumentos rituales de las viejas religiones.
Las informaciones dicen que, entre el 2008 y el 2016, las principales casas de subasta de Europa y Estados Unidos pusieron a la venta más de siete mil objetos pertenecientes al patrimonio arqueológico del Perú.

Las Líneas de Nazca son uno de los atractivos turísticos más importantes del país. Foto: difusión
En lo que se llamaría “un museo desaparecido”, el volumen de piezas latinoamericanas vendidas a los coleccionistas alcanza los cinco mil objetos culturales que la Interpol busca ahora como robados.
Hace diez años, la Interpol de Lima comunicó con carácter de urgencia que en el Perú existía una red de tráfico de bienes culturales que habían salido de forma ilícita de nuestro territorio hacia Costa Rica para luego ser trasladados a Estados Unidos. Unas cuarenta pinturas de la Escuela Cuzqueña se hallaban entre los bienes saqueados.
Como bien se ve, tanto la protección como el descubrimiento de nuestra memoria cultural demandan en nuestro país mucho coraje.
Walter Alva nos ha relatado ese tipo de problemas en el descubrimiento del Señor de Sipán. Los tuvo que enfrentar junto con su entonces esposa Susana Meneses, Luis Chero y un pequeño grupo de jóvenes que los acompañaban. Su libro Sipán, descubrimiento e investigación, así lo cuenta.
Se habían enterado que, en ese momento, se estaba produciendo una invasión sin precedentes por los saqueadores de tumbas y se mencionaba que incluso habían alcanzado el último descanso de un antiguo rey mochica.
Los jóvenes científicos pasaron semanas bajo tiendas improvisadas en el campo. En las noches, sufrían la hostilización de los huaqueros, quienes los amenazaban de muerte. Ellos tan solo estaban armados de machetes y hacían guardias nocturnas.
Un día, el 26 de julio de 1987, emergió desde el fondo de los siglos uno de nuestros antiguos padres, el Señor de Sipán.
Lo mismo sabemos sobre las peripecias, los insultos y las amenazas de muerte que Ruth Shady sufre en estos días.
Sin embargo, en estas últimas semanas, el peligro contra nuestra memoria ha crecido como un inmenso monstruo. Ya no son únicamente los codiciosos huaqueros ni tan solo los criminales escondidos entre los mineros. Ahora aparece una disposición un día anunciada y defendida, y después retirada por el mismo que la propuso, el Ministerio de Cultura.
Esto parece una ficción, y lo es. Tranquilicémonos, debe ser un cuento porque esta es una página cultural.