Albert Cendra: “Una buena foto lo es por su sensibilidad, no por la calidad de la cámara”
Destacado fotógrafo Albert Cendra y su nueva individual: “Foraster”. Colores blanco y negro en estado de asombro. Hasta el 31 de octubre en la librería La Rebelde.
¿De qué depende que una fotografía sea buena? Pregunta sencilla, pero cuya respuesta puede dispararse en más de una vertiente. ¿Quizá la calidad de la cámara? ¿En dónde nace la magia? Para Albert Cendra, experimentado fotógrafo que ha mostrado su talento en Caretas, El Comercio y La República, y dueño de innumerables historias que depara la adrenalina periodística, “una buena foto lo es por su sensibilidad. Si la cámara es de alta calidad, lo cual está bien, no garantiza una buena foto. La mirada, el saber esperar o estar atentos, para mí son muy importantes. He hecho fotos con mi cámara y con el teléfono celular, y quienes vean las imágenes no sabrán distinguir con qué aparato hice las fotos”.
La voz de Cendra refleja una soltura de ánimo (cómo no estarlo si vive en Pumahuanca, Cusco, rodeado de belleza natural), que supongo se adquiere tras largas batallas vitales (no importa si se ganan o no). Cuando en el 2015 decide terminar con su vida profesional, que lo ha llevado por Latinoamérica, Asia, África y Europa, Cendra cogió su moto y fue a hacer fotografías a la Patagonia. Era una manera de regresar a su pasión inicial.
“Empecé a mirar la fotografía con nostalgia, con un ángulo diferente. Pensaba en lo que había dejado atrás. Aquí en Cusco tomo la decisión de volver a mi modelo original: el blanco y negro”.
Los hechos avalan su decisión. A saber, su muestra 14º16’13”S 73º26’21”W (fotografías de un paraje volcánico de Accuccasa, en Andahuaylas), que presentó el año pasado en la librería La Rebelde (Barranco), no solo fue prueba de su regreso al blanco y negro, sino también el formato en el que Cerda potencia lo que quiere decir.
“El color te enamora y te enamora fundamentalmente el valor del color, la naturaleza del color. El blanco y negro te hace pensar. Es la imagen donde tú te quedas delante de ella y miras la foto con unos ojos diferentes a cuando ves la foto a color. No estoy diciendo que la foto a color no sea espectacular. Yo no hago más de un disparo en cada toma, máximo dos. Busco mi encuadre, busco lo que quiero, espero el tiempo posible, veo si la luz es la que necesito, si no está como me gusta, me espero, le doy el tiempo necesario para que las cosas se pongan en su lugar, por ejemplo, las nubes, que también te cuentan mucho”.
Hasta el 31 de octubre, Cendra expondrá su reciente muestra fotográfica (la cuarta en su trayectoria y la segunda en la librería barranquina): Foraster.
Foraster está compuesto por veintinueve fotografías, de las cuales cinco son de Bolivia y veinticuatro del mismo Cusco, ¿acaso el definitivo lugar en el mundo de Cendra?
“Aquí he encontrado mi lugar, pero ese lugar puede cambiar. Soy un gitano, un viajero. Nací en Lima, pero soy forastero en Perú y en España. Mi vida ha sido una vida errante. Soy un forastero y me siento bien así. Me siento bien en cualquier espacio. Aprendes a hablar el lenguaje de tu entorno, aprendes a mirar a las personas limpiamente y ellas te miran limpiamente”.
Atemporalidad y especulación es lo que logra Cendra con Foraster. Y también asombro. Hombres, mujeres, calles y paisajes que van más allá de la mera representación. Es la mirada personal del artista de Cusco y Bolivia. Muy recomendado. Además, esta exposición es un ejemplo sólido del buen momento que viene atravesando la fotografía en Perú. Esta es una realidad que no dejamos de resaltar en La República.