El legado de Víctor Patiño Marca, El Búho
El Búho sabía que el periodismo era un servicio y no un autoservicio.
Muy temprano, durante la mañana del jueves 22/8, nos enteramos, primero mediante amigos, de la muerte, a causa de un cáncer que padecía, del periodista Víctor Patino Marca, o más conocido como El Búho.
Esta es una noticia que no solo sorprende, también apena tanto al gremio de periodistas peruanos, como a sus cientos de miles de lectores que lo seguían a diario en las páginas de El Trome.
Patiño era multitemático. Escribía del acontecer político y social con un estilo risueño sin dejar de ser crítico, era además ligero de escritura, pero no liviano. En ese cruce, creo que este periodista halló la conexión y complicidad de los lectores, que encontraron en él una voz horizontal, nada apofántica, a la que se leía sin necesidad de estar en sintonía con sus ideas políticas.
Pero lo que me gustaría subrayar de Patiño, es que, desde su tribuna, sí le dio un espacio de privilegio a la cultura. Muy en especial a los libros y, en menor medida, al cine y a las series, que lo apasionaban.
Como divulgador de buenas lecturas, Patiño no cumplió esta función desde la soberbia (del que ha leído más), menos desde una “establecida” actitud crítica (no obedecía a agendas), sino desde la generosidad de quien busca compartir el asombro dejado por las novelas, los cuentarios y los poemarios que devoraba.
Ribeyro, Bukowski, Vargas Llosa, Bryce, Vallejo, Arguedas, Norman Mailer, Blanca Varela y muchas plumas más de renombre, eran abordadas desde la postura del lector agradecido y esa actitud era percibida y saludada por los lectores, quienes no veían en él, felizmente, a un crítico literario, sino a un amigo leído que te recomendaba lecturas que no tenían pierde.
Ese el legado que deje El Búho: cercanía con el lector sin subestimarlo. Sabía que el periodismo era un servicio, no un autoservicio.
Lo vamos a extrañar.