La nueva gran novela de Lima: La lealtad de los caníbales
Crítica. Comentamos la última novela del escritor peruano Diego Trelles Paz, una aparición que marca un hito en la narrativa peruana contemporánea.
Diego Trelles Paz ha escrito una novela fascinante. La lealtad de los caníbales es un logro inmenso para la narrativa peruana contemporánea, ya que supone un retrato de la sociedad limeña actual con sus diversas variedades y conflictos. Un libro que, a través de un coro de personajes que surgen a partir de un bar ubicado en el centro, representa buena parte de la cruel ciudad en la que viven. El fantasma de la dictadura y el conflicto armado interno atraviesan a cada uno de estos personajes, y demuestran cómo una sociedad se ve afectada por un período de violencia que años después aún define la historia tanto pública como privada. Hay una brecha enorme en la complejidad y la madurez de esta novela y La procesión infinita, que no deja de ser un gran ejemplo de la virtuosidad de su autor.
Julio Ramón Ribeyro escribió sobre la ausencia de una novela que representase a nuestra capital en su ensayo Lima, ciudad sin novela. El escritor reclamaba la falta de una obra que se proponga retratar toda la complejidad de la ciudad y que permitiese entender qué es Lima, así como Dickens lo hizo con Londres o Balzac con París. El mayor intento fallido fue Duque de Diez-Canseco, dice, pero años después la mejor novela de Vargas Llosa lograría acercarse mucho más, acaso lograrlo. No obstante, Conversación en La Catedral muestra una Lima en dictadura muy distinta a la que vivimos hoy por hoy. La necesidad se mantenía abierta. Ningún narrador se embarcaría a suplir dicha ausencia hasta La lealtad de los caníbales. Trelles Paz abarca de manera indirecta los traumas de los últimos años del siglo pasado y sus repercusiones en el nuestro. Presenta una ciudad devastada por la crisis económica, el culto a una noción de éxito y progreso propia del neoliberalismo, una corrupción institucionalizada y unánime, y un abandono de la cultura y la educación por el dinero y el entretenimiento de las redes sociales, el TikTok, la farándula, el consumismo y, desde luego, los vicios clásicos como la droga, el alcohol o la prostitución. Además, lo hace en un lenguaje contemporáneo, fuera de toda solemnidad, con diversos narradores y registros. Plantea una estructura compleja por todas las conexiones entre los personajes. Se trata de eso, de una novela de personajes.
Si bien todos ellos están unidos por El bar del Chino Tito, (un Queirolo ficcional), no hay una historia única que se busque contar. Por el contrario, se trata de una novela coral, similar a La colmena de Camilo José Cela, en donde la protagonista no es otra que la ciudad del siglo XXI. Podría cuestionársele esta falta de aterrizaje, pero me parecería exigirle algo que no tiene por qué ser.
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Los personajes nos llevan a escenarios muy diversos. Un camarero nikkei atiende en el centro de Lima y añora la venganza de su padre, asesinado por el Grupo Colina en Pativilca injustamente. Una camarera cuya madre vende desayunos en La Parada afirma tener la capacidad de leer traseros, y descubre su lesbianismo con una arribista que pretende blanquearse, a la que detesta y critica por ello. Un grupo de policías corruptos, cocainómanos y exparamilitares organizan el secuestro del hijo de un empresario nuevo rico, matón y acomplejado de Gamarra. Un sacerdote catalán llega al Perú para escapar de sus escándalos de pederastia y una colombiana que escapa de la violencia del narcotráfico dan la perspectiva crítica del migrante que llega a una ciudad en donde nada funciona y todo es terrible. Un joven estudiante de la Católica es adicto a la pornografía y aspira a escribir la novela del bicentenario, pero trabaja como troll fujimorista en redes para ganarse los frijoles.
Trelles Paz junto a La lealtad de los caníbales. Tras 7 años, el autor regresa con una novela muy ambiciosa que retrata la Lima de hoy.
Conocemos buena parte de la ciudad y sus diversas realidades, aunque no toda. La clase alta e, incluso, la media alta brillan por su ausencia. Se habla de “lo blanco”, pero no hay ningún personaje que lo encarne del todo. El joven aspirante a escritor, si bien es blanco y clase media, no está dentro de esa clase realmente dominante. Es hijo de un militar, es pudiente y funciona como ejemplo del joven que se desclasea mudándose a La Victoria —recordando un poco a Zavalita—, pero no representa a la clase alta que históricamente contrasta tanto con la dura realidad que muestran todos los personajes. La novela funciona igual perfectamente sin eso, pero sí sería necesario mostrar el contraste entre ambos mundos para entender la complejidad de los conflictos sociales que se viven en un país como el nuestro.
La lealtad de los caníbales es una novela muy lograda que te atrapa rapidísimo. Uno quiere saber más de estos personajes, siente sus penas y su rabia. Viven. El lector se queda con el mal sabor de una ciudad que no ofrece salidas, una ciudad que condena a todos al mal, la corrupción o al martirio. No hay mal que no quede ejemplificado entre sus páginas. Trelles Paz es muy crítico con nuestra sociedad y acierta en serlo, pues pareciese que la mayoría no está dispuesta a ver lo jodidos que estamos. Ya no se trata de preguntarse en qué momento se había jodido el Perú, sino de confirmar que el Perú está jodido y solo se va a joder más. Con esta entrega, no quedan dudas de que Diego Trelles Paz se posiciona como el narrador más interesante, contemporáneo y logrado de la literatura peruana actual.