Cultural

“Amores marginales”, microcuentos eróticos que llegaron para desafiar tabúes

Un par de autoras con un único fin. Leny Luna Victoria y María del Carmen Sirvas nos ofrecen el éxtasis con sus breves cuentos cargados de deseos para hablar de sexualidad sin sonrojarse.

"Amores marginales", un libro de microcuentos escritos por María del Carmen Sirvas y Leny Luna Victoria.
"Amores marginales", un libro de microcuentos escritos por María del Carmen Sirvas y Leny Luna Victoria.

Por esas coincidencias del destino, las actrices Leny Luna Victoria y María del Carmen Sirvas se reunieron por intermedio de una amiga y descubrieron que ambas cultivaban la escritura del relato erótico, un género literario poco explorado en el Perú, y con mucho recorrido por descubrir y aprender. Este 2022, decidieron ser cómplices a una sola voz y publicaron el libro de microrrelatos “Amores marginales”, de la editorial Madrépora, bajo el sello de La Purita Carne.

“Amores marginales” no solo fue lanzado en papel, sino también en audiolibro, lo que lo convierte en una propuesta multiformato capaz de apelar a la interpretación de todos los sentidos. El lector podrá vivir su propia experiencia, como la plazca.

La escritora Kathy Serrano señala en el prólogo, con mucha lucidez, que las dos autoras han dado rienda suelta a sus deseos entre fluidos, aullidos, pieles erizadas, obsesiones, caricias y fantasías. “En este libro hay libertad para nombrar cada parte del cuerpo sin miedo ni tapujos. Sirvas y Luna Victoria trazan un mapa erótico e invitan a lectores y lectoras a explorarlo con libertad”, apunta de inmediato.

A continuación, los invitamos a leer una entrevista exclusiva con las dos actrices peruanas y cómo concibieron esta nueva publicación.

—¿Cómo se unieron para sacar a la luz este proyecto de literatura erótica?

—María del Carmen Sirvas: Cada una, individualmente, había escrito ya unos relatos. Siempre me llamó la atención esta temática. Entonces, empecé a abordarla, explorarla. Primero, postulé relatos a un festival de arte erótico, llamado “De Eros a porno”. Luego trabajamos Leny y yo en una obra de teatro, eso ya viene tiempo después, y tuvo que cortarse con pandemia. Tiempo después, con la intención de hacer cosas diferentes, una amiga nos convocó y nos juntamos, y quisimos reinventarnos en el arte. Caímos en cuenta de que las dos habíamos escrito cuentos eróticos. Dijimos: “¿Por qué no seguir?”. Cada una le envió a la otra sus textos. Encontramos una hermandad, cosas en común que podíamos unificar para un proyecto.

—Leny Luna Victoria: Yo estaba pasando por un proceso personal relacionado con la exploración de mi sexualidad. Siempre me ha gustado escribir. Justo estaba en un taller con Kathy Serrano (autora de “El dolor de la sangre”). Aquel taller no abordaba una temática específica, pero, por las situaciones que estaba viviendo, decidí escribir acerca de ello. Ha sido una coincidencia del universo, nos alineamos ambas.

Cuando le mencioné a María del Carmen la idea de crear audiocuentos, nos conectamos todavía más. La verdad estábamos destinadas (risas).

—Hay mensajes potentes acerca de la libertad sexual en todos estos microrrelatos. ¿Qué nos falta como sociedad para evolucionar en este aspecto y que todo deje de ser tabú?

—LLV: Para poder evolucionar, se debe abordar esto desde la educación. Son muchas cosas... incluso desde casa. El arte es solo un canal con el cual trabajamos este tema, con la libertad que nos da la literatura. Ambas venimos de la típica familia católica. Estos temas ni se mencionaban. Somos seres sexuales y nos bloquean desde que somos adolescentes, como si eso fuese malo, pecaminoso. Eso nos genera inseguridad, no solo con nuestra identidad, sino con nuestro reconocimiento del cuerpo, nuestros deseos genuinos como especie. Debemos quitar los pensamientos densos que han impuesto las generaciones pasadas sobre nosotros.

—MCS: De hecho, para evolucionar hay que sanar muchas heridas. Vivimos en una sociedad que nos impone cómo ser desde muy pequeños. Le dicen al hombre que tiene que comportarse de una manera, y a la mujer de otra. A la mujer, sobre todo, le reprimen esta libertad sexual. Es importante sanar. Nos han conducido por caminos erróneos, que no conectan con lo que sentimos.

Hay personas que se confunden y piensan que el sexo es agresivo como la pornografía. Bueno, tengamos la libertad de hablar sobre algo inherente al ser humano para que nadie se confunda.

—¿Qué encuentran en el cuento que tal vez no podrían representar muy bien en el teatro, las telenovelas u otros medios narrativos?

—MCS: Es una forma corta y potente de relatar algo. Podemos utilizar las palabras con poesía para poder transmitir no solo un mensaje, sino sensaciones con otros estímulos. Con la literatura, en general, tú tienes la posibilidad de imaginar todo. Al ser breve, es más impactante y directo, esa es su riqueza.

—LLV: Un cuento lo puedes llevar a tu casa y leerlo en la intimidad. Si estuviésemos viendo teatro, puede que sintamos pudor por quien está a nuestro lado. Finalmente, lo que el lector imagine, cargado de sus experiencias, se va a repotenciar. A través de la atmósfera sonora (audiocuento), también podemos ayudar a ingresar en este camino.

—En el cuento “Pan”, de Leny, una mujer vocifera sin tapujos que no le gustó la experiencia de haberse involucrado con un hombre que deseaba a priori. El personaje principal, al final, prefiere comerse un pan que volver con esa persona...

—LLV: Me interesaba hablar de otros tipos de placeres, que no necesariamente son los carnales o los que te provee un hombre. Aparentemente, se le exige a ella entrar en un molde. Ella se esfuerza, deja de lado sus verdaderos placeres para poder estar a la altura de lo que a él le podría fascinar. Sin embargo, se da cuenta de que no: prefiere comerse un pan ciabatta. Hay muchísimo placer en comer; pan con mantequilla derretida es éxtasis puro. Ante un hombre que me pide sacrificios por lo que él quiere, prefiero un pan absolutamente delicioso.

—María del Carmen, en tu caso, “Parentofilia” es el microrrelato más controvertido porque toca las fibras al relatar el deseo de una adolescente por su padrastro...

—MCS: Sentía la necesidad de expresar el amor a través de la marginalidad. Ese amor raro, incomprendido, ese amor prohibido. Pensé: “¿Qué tipo de amores encajan en este grupo, de amores errados?”. Y así surgió. Como soy actriz, dejé llevarme por las sensaciones para construir el personaje. Hay una competencia interna con su propia madre, una revolución en la cabeza de esta adolescente.

—¿Qué se impone en un relato erótico: la imaginación pura o la técnica pensada?

—MCS: Creo fehacientemente que la imaginación es lo más importante. Entramos en el conflicto de preguntarnos qué es el arte. Si tu expresión llega de una manera positiva, bueno, pues, perfecto.

—LLV: No he estudiado escritura. Hemos trabajado ambas cosas, tanto imaginación como técnica. Nos enfocamos en la experiencia sensorial. Lo más importante es entregar el material y que el lector o público, por ejemplo en el teatro, sepa llevarlo a su propio nivel.

—¿Alguna lectura para recomendar acerca de este género literario?

—MCS: Recomiendo bastante “Las edades de Lulú” (de la autora española Almudena Grandes, 1989). Es una novela que habla de las distintas etapas del desarrollo sexual. Es intensa.