Héctor Acevedo: “El machismo, como el Minotauro encerrado, siempre estuvo ahí”
El artista peruano acaba de ganar el Primer Premio de la V Bienal de Arte Contemporáneo de Argentina con una obra en la que intenta reivindicar a las mujeres.
Héctor Acevedo Rojas es otro artista peruano que desertó de la Universidad Nacional de Ingeniería para hacerse pintor. Así sucedió con Fernando de Szyszlo, Ramiro Llona, Carlos “Carlín” Tovar, quienes, en un momento, abandonaron la carrera de Arquitectura para dedicar su vida al arte. Acevedo también postuló a la UNI, a arquitectura, pero como su puntaje no le alcanzó, tuvo la opción de elegir otra profesión, Ingeniería Civil. Allí estuvo hasta que un día sus pasos lo llevaron, casi de casualidad, por las veredas de la Escuela de Bellas Artes. Por curiosidad, se atrevió a trasponer sus puertas y allí, sin ninguna duda, se convenció de lo que él siempre quiso ser: artista.
Desde entonces, el arte ha sido su norte, que no pocos éxitos le ha deparado. Además de premios nacionales, acaba de ganar el Primer Premio de la V Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Argentina. En noviembre del año pasado, también obtuvo un premio en la XIII Bienal de Arte Contemporáneo de Florencia, Italia.
En esta ocasión, Acevedo Rojas presentó El sueño de Ariadna, una obra en la que reivindica a las mujeres, sobre todo ante el machismo, que el artista metaforiza con el Minotauro, ese ser mitológico mitad hombre, mitad toro. Sí, su pintura asocia la idea del Minotauro en su laberinto con ese monstruo encubierto que es el machismo y que habita en cada uno de nosotros.
Historia de vida
Héctor Acevedo nació en Lima, en 1963, pero vivió su infancia, adolescencia y juventud en la ciudad de Trujillo. Viajó a Lima para estudiar, como quería u ordenaba la familia, Arquitectura. Terminó estudiando Ingeniería Civil.
“Siempre estuvo presente el arte, pero, tú sabes, el arte no es bien visto por la familia. Pero yo sabía que el arte me estaba esperando. Es así que en los años 80, cuando todo era violento y caótico, pasé por Bellas Artes y me animé a trasponer los umbrales y me encontré con otro mundo. Había paz, belleza en la arquitectura, belleza de los calcos en los patios. Parecía un convento, un oasis. Me engulló. Decidí hacerme artista”, dice Acevedo desde la Ciudad Real, cerca de Madrid, España.
Como artista, ha ido decantando sus personajes. Con cada uno de ellos ha ido explorando sentidos, ideas. Un mundo recreado casi desde una percepción surrealista, onírica y, sin embargo, allí se debaten problemas de nuestra realidad. Recientemente, por ejemplo, el Minotauro en su laberinto, que se reinterpreta cuando se asocia con sus personajes, sobre todo mujeres.
“Hay hombres también, pero la presencia femenina es muy fuerte en mi obra. El sueño de Ariadna es parte de una interpretación personal del Minotauro. Aquí la novia Ariadna está sola, entre caballos, pero en un cuadro anterior pinté al Minotauro con una novia. Este cuadro es una correlación de esa obra. El Minotauro en los cuadros anteriores estaba más presente”, explica Héctor Acevedo.
¿El Minotauro deja de ser personaje mítico para ser un pretexto para abordar la realidad?
Lo que quiero es reivindicar a la mujer en una sociedad muy machista. En una obra, por ejemplo, pinto al Minotauro encerrado. Ariadna, la novia, es la que tiene el hilo liberador. Pinto en sus manos, en vez de un bouquet, un cerebro. El cuadro se llama “La persistencia de la razón”. Pero en los cuadros recientes está la idea del Minotauro, pero ya no solo es el machismo, va significando otras cosas.
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¿Pero surgió como demolición del machismo?
En un inicio, sí. Eso es lo que yo pretendía. Ahora el minotauro siempre está presente porque es parte de nuestra sociedad. Al Minotauro lo encuentras en cada persona que agrede, a veces de manera inconsciente. El Minotauro aflora. Lo llevamos en nuestra cabeza, que es su laberinto, sin poder salir.
Me ha dicho que Ariadna tiene los hilos de la liberación. Sin embargo, como muchos de sus personajes mujeres, tienen cubierta la boca. Bien podemos decir que son mujeres silenciadas.
Es verdad, y me lo han dicho. Lo que pasa es que tener la boca cubierta es parte de los rasgos de mis personajes. Claro, podría tener esa ambigüedad, de represión, pero la intención definitivamente no es esa. Es más, los personajes masculinos también tienen las mismas características. Entonces, la idea no es el silenciamiento y menos de la mujer.
Si no es silencio, ¿qué es?
Expresa un poco el lenguaje de los sueños. En los sueños, generalmente, no hay palabras, sino, casi siempre, certezas. En los sueños, uno sabe lo que te va a decir la otra persona o si no lo intuyes, sin necesidad de las palabras. Esa es la sensación que yo quería transmitir en mis personajes sin bocas. Esa sensación de certezas sin verbo. Una expresión que vaya más allá de la verbalización.
¿Cómo así surgen y plantea sus personajes?
Mis personajes pasan por una parte emotiva. En el caso del minotauro aflora ante una situación, de algo que está muy enraizado en nuestra cultura machista. El minotauro siempre estuvo ahí. Cuando vemos películas antiguas, uno se da cuenta de eso, pero ocurre que en aquella época no nos dábamos cuenta porque era parte de la vida cotidiana. Entonces, ahora es como volver a reeducarte con respecto a la mujer. Actitudes como darle un piropo a la mujer son ahora inconcebibles, unos cuantos años atrás era galantería, normal. Eso ya pasó al olvido. Ahora se tiene que cambiar de chip, porque es lo correcto. El Minotauro, en mi pintura, representa la violencia. Pero ahora también lo trabajo fuera del mito. Es el personaje de mi próxima muestra, con otra historia.
Héctor Acevedo - Minotauro
Héctor Acevedo - Minotauro