Las manos que trabajan en el rescate de Notre Dame
Tareas. Encaramados sobre andamios y en las cúpulas del histórico templo de París, un grupo de hombres asumen el difícil riesgo de restaurarlo.
París. EFE
La isla de la Cité, donde se halla Notre Dame de París, ha cambiado de rostro desde el incendio de 2019. Ya no son los turistas quienes la frecuentan, sino 150 obreros de profesiones centenarias y hasta ahora olvidadas, que se han convertido en los nuevos héroes de Francia.
Sus trabajos diarios rozan el malabarismo: un hombre escala con cuerda sobre las bóvedas de la iglesia, un grupo de técnicos busca la fórmula mágica para contener con veinte vigas, cada una de ellas de dos toneladas, el andamio que se quemó en el incendio y que amenaza con derrumbar el edificio...
La tarea es extraordinaria, pues a un trabajo físico y exigente se le añade el peso de participar en una obra mayúscula con una presión mediática e histórica constante.
Didier Cuiset, director de la empresa de andamios Europe Échafaudage, lleva quince meses con el sueño trastocado.
Sus trabajadores intervenían ya en las obras de restauración que estaban en marcha la noche del incendio.
“Todos estuvimos muy afectados. Tengo chicos que venían llorando destrozados porque en el colegio algunos compañeros decían a sus hijos que su padre había incendiado Notre Dame”, rememora Cuiset.
La empresa, especializada en la intervención de monumentos, respondió a la demanda del arquitecto jefe, que necesitaba para la restauración un andamio cuyo peso no reposara en la estructura del edificio. Pese a que la cubierta desapareció por completo con el fuego, el andamio sigue en pie.
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Sus empleados, en su mayoría jóvenes de entre 18 y 25 años, han retirado de momento unas treinta de las 300 toneladas que pesa ese armatoste metálico.
Cuiset dormirá tranquilo el día en que ese andamio esté totalmente desarmado: “Cada noche te despiertas pensando que has podido olvidar algo que podría...”. La frase queda abierta. La peor pesadilla de los obreros, 15 meses después, es que el andamio se venga abajo y con él el edificio. En una obra marcada por las desgracias (la contaminación de plomo y la pandemia por el coronavirus impusieron largos parones), aún no saben cuándo exactamente acabarán el desmontaje.
“A menudo decimos que nosotros no tenemos un trabajo, sino un oficio. Eso es para toda la vida”, dice Pierre Weber, responsable de PierreNoël, los talladores de piedra de la catedral.
Para ensalzar estas profesiones, que hasta hace décadas se transmitían principalmente de generación en generación, el organismo público que gestiona las obras ha organizado una exposición de fotografías en torno a la catedral, que muestra el trabajo de reconstrucción.
Científicos, carpinteros, especialistas en vidrieras, piedras, andamios o grúas (hubo que recurrir a una de 80 metros de alto) intervienen en los trabajos de contención, que permitirán asegurar el edificio y permitir la restauración.
Todos a la catedral
Al día de hoy, mientras los técnicos de andamio y cuerda continúan la retirada de la estructura metálica, los talladores de piedra tienen la misión de consolidar las bóvedas para evitar que caigan nuevas piedras y hieran a los restauradores.
Desde banqueros que quieren cambiar de profesión a estudiantes perdidos, tanto Weber como Xavier Rodriguez, quieren trabajar. “Desde el incendio tenemos muchísimos más currículos que nos llegan, lo que está muy bien porque necesitamos reclutar a muchas personas, es una profesión con futuro”, dice Rodriguez.
Eso sí, muchos de los interesados solo piden una cosa: trabajar en Notre Dame.