Mítico. El artista inaugura el próximo miércoles la muestra “Entre el semicielo y semimundo” en el Museo de la Nación.,Ingresar a la galería del Museo de la Nación donde se hallan las pinturas de Gino Ceccarelli es como internarse en el mundo amazónico. En sus lienzos, algunos en óleos y otros dibujos a tinta, se contemplan sirenas, yacurunas, chuyachaquis y runamulas. El bosque fluye sobre todo en la vida de sus míticas criaturas, en escenas que son anclas hacia la historia de la Amazonía, pero también visiones del tiempo presente, como la contaminación y deforestación de los bosques. Gino Ceccarelli (Iquitos, 1960), que ahora se pasea entre sus creaturas, inaugura el próximo miércoles “Entre el semicielo y semimundo”, una muestra que reúne más de cuarenta pinturas, con el auspicio del Ministerio de Cultura y Petroperú. PUEDES VER Herman Braun-Vega: Adiós al maestro peruano del sincretismo cultural “El título lo tomé de las palabras de un curandero cuando le pregunté en qué estadio estamos nosotros. Me dijo que entre el semicielo y semimundo, que no pertenecemos al cielo, pero tampoco estamos viviendo en el mundo real. Estamos en un estadio intermedio, o sea, en el purgatorio”, explica el artista. Quizá esa convicción ha determinado que en la muestra exhiba cuadros en que no solo se expone la belleza amazónica, como la alegría y erotismo de algunas de sus sirenas, sino también la situación difícil y los peligros que amenazan el bosque. Ceccarelli sin embargo sostiene que el arte de pintar le viene desde lejos, pues cuando tenía 8 años ya pintaba retratos. PUEDES VER Sale Luis Nieto e ingresa Fredy Escobar en la Dirección de Cultura “Soy hijo de un migrante italiana y mi madre es de la selva. Para mi pintura, sin duda, más ha prevalecido mi lado maternal. En Europa dicen que mis colores son mediterráneos o que mis nativas son muy estilizadas, no lo sé. Lo único que sé es que todo lo que pinto, los mitos y leyendas, me viene de manera natural”, afirma el pintor. “En parte de eso –agrega–, tiene la culpa mi abuela. Me arrullaba con esas historias de chuyachaqui, runamulas y otras leyendas. Y yo creo que esa mitología es el rasgo más fuerte de la identidad amazónica”. Pinta realismo a partir de la magia de la Amazonia. Claro, aunque yo he intentado con muchas formas, yo sigo haciendo figurativo porque creo que es la mejor manera de transmitir estas cosas porque logra una rápida identificación con la gente de la Amazonía, con la cultura mestiza, que son de la grandes ciudades como Iquitos, Tarapoto, Pucallpa; de la ribereña, que tiene sus chacritas y su universo mítico y las comunidades nativas, que tienen su deidades míticas. ¿En sus pinturas, más que paisajes aparecen los seres míticos y humanos? Sí, yo me detengo más en la parte humana. Incluso, en la parte mítica como el chuyachaqui, runamula, las sirenas, yacurunas, yo los humanizo bastante. Es que nos olvidamos que en la selva vive gente, que si bien es poca, pero vive allí hace 10 mil años y nosotros solo vemos paisajes. PUEDES VER Los colores de la infancia en las pinturas de Astuyauri Arguye que le interesa rescatar la parte mítico-mágica a través de su arte y a veces en forma de denuncia. En la muestra se puede apreciar sirenas atosigadas de bolsas de plástico o agonizantes en un río, en un bosque devastado por la minería. “Pero quiero también mostrar esa belleza de la selva que no debemos perder, que debemos cuidar porque ese mundo mágico existe y la invasión continúa”, enfatiza. El artista se acerca a ese mundo mágico con mucho respeto. Cuando está con la gente nativa, él no habla de mitos ni leyendas. “Ellos te cuentan ‘mi abuela subió a la luna, conoció a un tapir y tuvo hijos...’, cómo le vas a llamar mitos si ellos te están contando su verdad”, dice. Su pintura posee también pulsión erótica. La Amazonía es erótica y es femenina en gran parte. Esa sensualidad la sientes desde que bajas del avión. Uno respira erotismo, por eso te digo que es femenino. En la selva, el primer hombre fue mujer. César Calvo lo entendió bien en Las tres mitades de Ino Moxo. En la selva, todos tienen madre, las plantas, los ríos, las piedras, los bosques. Es muy femenina, muy maternal y muy erótica. Dicen que la Amazonía ya existía antes de que nazca Dios. “Nos olvidamos que en la selva vive gente, poca, pero vive allí hace 10 mil años. Nosotros solo vemos bosque”.