Gunter Silva: “Acabo un texto cuando ya no puedo agregar nada más de valor”
Desde Londres, el escritor peruano cuenta algo más de los pasajes de su nueva novela, publicada en 2016.
Por: Luis Condori
Hablamos del lenguaje sencillo. De ese lenguaje con el que Hemingway nos hacía volar. No sé si haya otra novela como “Tener y no tener” que transmita tanta sencillez y que a la vez nos ponga frente al espejo la complejidad de nuestras vidas. “Pasos pesados”, primera novela de Gunter Silva, invita al lector a pensar en un relato contado en un bar y no en los pasillos académicos. Es una novela de distintas características, donde aparece un alter ego llamado Tiago. Es seguir la pista del personaje, ser testigo de sus sentimientos y sus experiencias.
Redención es una palabra que ronda mucho en el libro y que no está escrita. ¿Es un factor importante en la estructura de tu literatura?
No lo había pensado así, pero ahora que lo señalas, quizás sí. En cierta medida, Tiago termina por librar a Ana de una mala situación.
Se dice en literatura que las novelas son parte del autor. Y es así. Pero noto que tratas de usar más elementos de una imaginación lejana a ti. ¿Cuánto cuesta esa labor?
Concuerdo contigo en que siempre queda la piel del autor en sus obras. En mi caso, seguramente hay en mis libros: mis lectura, mis viajes, mis experiencias. Yo intento apoderarme de la realidad para ficcionarla. La realidad siempre ha sido sometida en gran medida al talento creativo.
Tus personajes van cruzándose entre las páginas. Es como hacer una obra de teatro. ¿Cómo llegan ellos a ti?
Los personajes se van armando poco a poco, llevo una libretita y tomo nota de sus características; cuando siento que existen, que parecen reales, los incorporo en mis textos. Sí, en el plano estructural, “Pasos pesados” presenta muchos relatos dentro de un gran relato. Esto me permitió introducir ciertas correspondencias y juegos en el plano narrativo: saltos en el tiempo, el cambio de tercera a primera persona, montajes, etc. Mi intención era hacer que el lector vaya armando el rompecabeza de la historia, quería un lector activo y no pasivo.
Sí, el libro ofrece un esquema más activo, sin forzar al lenguaje. ¿En qué momento crees que la novela ya está casi lista?
Esa es una buena pregunta. “Pasos pesados” salió después de cuatro años de mi primer libro “Crónicas de Londres”; creo que se puede editar ad infinitum un texto. Yo acabo cuando pienso que ya no puedo agregar nada más de valor al texto.
Pero siempre aparece la duda. El punto final y la primera palabra en la página son válvulas difíciles de cerrar y abrir.
Sí, por eso. Una vez publicado, ya no lo leo porque me pongo a seguir editándolo.
¿En qué momento lo lees?
Lo leo varias veces, mientras lo edito. Dejo reposar un tiempo el libro y vuelvo a seguir editando. Ese proceso puede demorar años. El primer manuscrito de “Pasos pesados” tenía como 300 páginas. En el proceso de edición fui limando hasta reducirlo a la mitad.
¿En ese proceso has cortado alguna pata de la mesa? Claro, sin darte cuenta.
Sí, puede ser. Hay que tener cuidado. Saber cuándo parar.
¿Es una preocupación tener grandes frases en un libro?
En mi caso, intento darle prioridad a la historia, con un lenguaje sereno y conciso, sin maquillar mucho las palabras, sin caer en la grandilocuencia. Me gusta la sencillez en la prosa de Hemingway, por ejemplo.
Quien era la antípoda de Faulkner.
Me gusta Faulkner en la manera que trata las estructuras de sus novelas. Una vez, Faulkner dijo: “las novelas de Hemingway nunca me mandan al diccionario.” Hemingway contestó: “pobre Faulkner, cree que la buena literatura es enviar a los lectores a consultar el diccionario.”
Sí, justamente pensaba en esas frases. Eran contrarios, pero ambos son fabulosos. ¿En qué momento se sabe que se hace algo diferente?
Estoy de lado de la tradicción. Terry Eagleton dice que “toda obra literaria se remite a otras obras, aunque sea de forma inconsciente”. No hay modernidad sin antigüedad. No soy un escritor experimental, tipos como Flaubert, James Joyce o Kafka aparecen cada cien años. En prosa no veo nada nuevo, si va venir algo nuevo, serán los poetas los encargados de la misión.
“Pasos pesados” se convierte en un puzzle, sí. Lo que le toca al lector es también ser testigo de diálogos. ¿Llegan con tus personajes o buscas meterte en ellos para hablar?
Intento que los personajes cobren vida propia, aunque es obvio que Tiago no es más que una serie de letras impresa en tinta negra sobre una página. Solo existe mientras alguien lee el libro. Muchos de ellos dicen cosas que yo no diría, por ejemplo. Además, con el diàlogo, con las ideas que expresan cada uno de ellos, espero que el lector se haga una imagen de sus motivaciones de sus miedos, de sus personalidades.
¿Qué hace importante a una novela? En en la tuya encuentro preguntas y respuestas. Y entiendo que podemos escribir algo muy bueno, pero que quizás sea efímero.
En el caso de “Pasos pesados”, todo el libro es una metáfora a esa generación perdida, sin horizontes, en un país caótico, donde esos muchachos intentan sobrevivir gracias a la literatura, al sexo, a la música, a la adrenalina. Lo que hace interesante a las novelas literarias es que en ocasiones son experiencias que nos dan/ que nos transmiten de una manera indirecta.