Retrospectiva. Artista trujillano Gerardo Chávez exhibe actualmente en el Museo de la Nación una gran retrospectiva sobre su obra con el título “Chávez: 80”. Aquí detalla algunos aspectos sobre sus inicios, oficio y su vocación.,Hace setenta años, en Paiján, Trujillo, un niño de nueve años pintaba un portón sin saber que el destino lo convertiría en un gran artista. Gerardo Chávez (1937) recuerda ese momento como un hecho milagroso porque una señora le anunció un futuro que él largamente ha consagrado. El artista exhibe en el Museo de la Nación la gran retrospectiva “Chávez: 80”, por los años que pronto cumplirá y donde reúne, para decirlo de una manera, todo lo vivido, todo lo pintado. Distribuido en tres grandes salas, el visitante podrá apreciar todo el tránsito del artista: sus inicios, sus etapas, sus técnicas, sus influencias y la pasión inabarcable de crear personajes cuasi surrealistas que, como él dice, algunos salen de sus entrañas y otros vienen a buscarlo de mundos exteriores. PUEDES VER Guillermo Chávez y su Cartografía de Sueños -¿Una retrospectiva es desandar lo andado? Tal vez, pero con la idea de revisar un poco la obra y ver cómo puedo dar el próximo paso. Pero siempre intriga porque gracias a esa fórmula de ver el pasado, puedo encontrar un presente y proyectar todo este mundo que habita en mí hay que sacarlo, entregarlo permanentemente. Y en eso uno sufre y cambia una serie de técnicas y cosas. Uno abandona para tomar otras, por ejemplo, dejé la técnica del óleo para poner pastel graso sobre tela o como ves ahora que opté el barro. El barro es una materia con la que yo me encuentro muy bien. ¿Cuánto de su vida está convocada en su pintura? La mayor parte de mi vida. Yo comencé a los 15 años… ¿Cuándo pintó el portón? No, eso fue a los 9 años. El olor a la pintura ya estaba marcado a esa edad. Gracias pues a lo que yo he dicho siempre, una especie de milagro, cuando en ese entonces una señora, la dueña de casa, que me tocó las espaldas y me dijo “ay, hijito, tú serás un gran escultor”. ¿Escultor?, mucho después descubrí su significado. Por esos años también tuvo la tentación de un circo. Lo que yo quería era escaparme del pueblo de Paiján, quería irme tras un circo. El circo siempre fue un motivo inquietarme para salir de mi pueblo, alcanzar la libertad, expresar un poco la libertad de un niño que quiere ser artista. Pero no se dio, no sé si por temor o algo, no estuvo para mí, pero sí me hubiera gustado emigrar con el circo, entre monos y payasos. ¿Y cuándo fue que descubre el significado de escultor? Cuando descubrí la palabra escultor, me encontré con Miguel Ángel, Donatello, el renacimiento italiano y toda esa gente que hacía escultura de una manera sensacional hace ya cinco siglos. Y verdad, yo quería ser artista porque tenía mucha facilidad para dibujar. Yo era el que se ponía en las tiendas a pintar y dibujar con tizas de colores. Me encantaba hacerlo, creo que me encantaba que me admiren, porque había cantidad de muchachos que se ponían en mí alrededor y veían a este chico dibujando sus personajes. Allí ya estaba el pintor, el creador… El pintor es un creador, pero entre comillas. Fíjate, yo creo que la mujer está más cerca a la creación que el pintor. La mujer procrea, trae un ser vivo. Siempre relaciono entre parir y crear, porque nosotros también parimos ideas, formas, colores, etc, y por asociación llamamos creación. Pero la verdad, seamos honestos, nada se inventa, todo está creado. ¿Cree que todo ya está hecho? Sí, todo ya está hecho. Creo que lo interesante es cómo tú tomas eso que ya existe para hacer algo a tu manera, es decir, recrear lo existente. Entonces, te encuentras con algo extraño, novedoso y a eso llamas “creación”, pero para mí es muy poco eso. Nosotros, los artistas, tenemos una herramienta maravillosa, unos el cincel, otros el pincel, en fin, otros no los tienen, no pueden hacer nada. Ser artista es un regalo de la naturaleza. ¿Qué marcó su vocación de artista? Mi encuentro con mi hermano Ángel, y eso fue en los inicios. Yo creo que Ángel para mí fue la lotería, me encontré con este personaje después de la muerte de mi madre, diez años después. ¿Como hermanos no vivían juntos? No, mi padre me llevó a vivir a Paiján. Mi hermano Ángel, mayor que yo en 9 años, tenía 15 años, emigró a Lima con unos tíos. Él ya había descubierto lo que era pintar. Yo creo que era superdotado. O sea, tuvo maestro en familia. Sí, bastante cómodo, ¿verdad?, pero también muy inquietante porque la familia comparaba, decía ya no, por qué otro artista más, además, como Ángel, no hay. Entonces yo transpiraba, me ponía a la sombra, no se podía con el talento de Ángel. Y no solo para la pintura, sino también para el canto y era, además, un fachoso, bello. Yo le tenía mucha admiración y la verdad, una de las ideas que me empuja salir del país es de no querer ser la sombra de mi hermano. Yo quería siempre establecer una distancia y eso ha podido ayudarme a mí a descubrir mi propio mundo y eso es lo que veo ahora. Sus personajes son de origen surrealista… Bueno, sí, tienen algo de eso, cómo no. Cuando yo me enteré de que el surrealismo era aquella cosa que uno tenía dentro y que se trataba de sacarlo como un sueño, y consistía un poco, por ejemplo, en ver toda mancha para descubrir allí un personaje. Y me pasó en Roma, cuando descubrí formas extrañas en las paredes antiguas de esa ciudad. ¿Trabajar la tierra es una remisión a lo moche, al ancestro, a la arcilla, a lo nuestro? Podría ser lo que acabas de decir, pero en mi caso fue el rencuentro con una técnica, pensando en las manifestaciones monocromas que hacían los primitivos, con piedras, barro, para describir o graficar una acción que con el tiempo se transformó en arte. Dos gobernantes presos, otro buscado por la justicia, ¿qué le parece? Yo puedo ser muy mentiroso en el amor, pero en la justicia sí soy sincero y verdadero. Yo tengo que decir aquí que mucha gente de nuestros mandatarios se han puestos los bolsillos llenos. Y tengo que pensar que ellos quieren ser mandatarios no solo para tener el poder sino para hacerse de un dinero que a muchos pobres les falta. ¿Cree que el director del LUM renunció por el fujimorismo, ¿o qué hubo allí? Yo creo que presión. Conociendo un poco la sensibilidad de Salvador del Solar, el ministro de Cultura, no creo que haya llegado solito a eso, a querer jugar de dictador sobre la exposición. Sí, eso no lo hace una persona, es la fuerza de la influencia y nos causa pena porque sentimos un poco desmoronarse la democracia. Por lo demás, al ministro le tengo enorme simpatía.