El escritor peruano presentó la segunda novela que forma parte de su trilogía.,Acaba de presentarse la última novela de Diego Trelles, que ha sido editada por Anagrama luego de quedar finalista en el Premio Herralde 2016. "La procesión infinita", y lo entienden mejor los editores, es una novela que se convierte en pequeño remolino del lenguaje procaz y sofisticado. Sí, porque hasta para usar un personaje vulgar hay que estudiar sus movimientos, sus características y hacerlo natural. Y Trelles lo ha conseguido con mucha destreza. PUEDES VER FIL 2017: Fernando Ampuero vuelve con una producción de narraciones completas Desde el autoexilio de sus personajes hay una mirada fija por recuperar la libertad. Dígamoslo en términos más sindicalistas: es un pliego de reclamos contra una dictadura y la desesperanza de una sociedad. Francisco y Diego (El Chato) vuelven a una sociedad del caos, enhebrada por la corrupción, del secuestro fiscal y el de la prensa chicha. Desde las primeras páginas, Trelles impone sus propias reglas, su propio matiz, su propio lenguaje. Sin temor a nada. Incluso cuando habla de cómo escribir. El narrar de lo que tu mirada construye en ese vacío de la noche, al lado de papeles rayados, de recortes de periódicos, de recuerdos infames, para convertilo luego en una efímera esperanza. "En Lima hay que tener ojos en la cabeza y en las orejas por si te embisten por detrás o te levantan de lado", relata Trelles. Y sí, hay que prepararse para lo peor, incluso estando en el sillón de tu casa. Desde una perspectiva general, es la mejor entrega que ha hecho Diego Trelles. La evolución de los escritores es un proceso que los lectores premiamos. Y esta novela se ha ganado, desde ya, una recomendación infinita.