Ciencia

Los numerosos secretos detrás de los garabatos en la pizarra de Stephen Hawking

Exhibida en el Museo de Ciencias de Londres, la pizarra se ha convertido en un objeto icónico y preciado al no ser manipulado durante 35 años.

Los mensajes en la pizarra de Stephen Hawking serán ahora motivo de discusión después de largos años. Foto: composición LR / Isidora Bojovic / Grupo Museo de Ciencias
Los mensajes en la pizarra de Stephen Hawking serán ahora motivo de discusión después de largos años. Foto: composición LR / Isidora Bojovic / Grupo Museo de Ciencias

El astrofísico Stephen Hawking (1942-2018) no solo se distinguía por su brillante intelecto, sino también por su agridulce sentido del humor, contrario a lo que se esperaría del concepto de un científico. Durante más de 35 años, la pizarra garabateada por él en una conferencia de superespacio y supergravedad en la Universidad de Cambridge (Reino Unido) se ha mantenido intacta y será motivo de tertulias para debatir su contenido irónico.

La pizarra, llena de dibujos raros, grafitis, chistes internos y ecuaciones a medio completar, se exhibe desde el jueves 10 de febrero de este año en el Museo de Ciencias de Londres; posteriormente, la trasladarán al Museo de Ciencias e Industria de Manchester y a otros recintos similares.

Según The Guardian, Juan-Andrés León, curador de la oficina del físico teórico, los participantes de aquella conferencia tienen la capacidad de descifrar algunos de los bocetos y comentarios. “Ciertamente intentaremos extraer sus interpretaciones”, dijo León.

Hawking sentado en su silla de ruedas dentro de su oficina de la Universidad de Cambridge. Foto: Sarah Lee

Hawking sentado en su silla de ruedas dentro de su oficina de la Universidad de Cambridge. Foto: Sarah Lee

“La gente no tiene mucha idea de cómo era la vida cotidiana de Stephen Hawking, y como era un físico teórico, es difícil transmitir lo que podría hacer un lunes al azar (...). La oficina brinda mucho material y creo que la gente sabía que esto era más que la colección de sus partes, que realmente refleja lo que hizo único a Stephen Hawking”, añadió.

En aquella reunión de los años ochenta, el divulgador científico y sus colegas charlaban sobre la Teoría del todo, la unificación de la relatividad general de Einstein y la mecánica cuántica, o, en otras palabras, el resumen en una sola fórmula del macro y microcosmos donde se incluyen las interacciones fundamentales de la materia: la gravedad, las fuerzas nucleares débiles y fuertes, y el electromagnetismo.

Actualmente, la mayor candidata a llevarse esa denominación es la Teoría de cuerdas difundida por Michio Kaku.

Las grandes mentes que acompañaron a Hawking deberán decodificar los secretos detrás de imágenes extrañas: un calamar escalando ladrillos, un marciano de barba grande, la etiqueta de la supergravedad de Exxon, etc. Por suerte, la exposición estará abierta hasta el 12 de junio para el deleite de los aficionados.

Aparte de la pizarra, podrán ver una copia de su tesis doctoral de 1966 referida a la expansión del universo, su famosa silla de ruedas, el papel de una apuesta acerca de si los agujeros negros se comen la información para siempre, una casaca otorgada por los creadores de la serie animada Los Simpson, una manzana de vidrio regalada por personal de Intel y más de 700 artículos que trabajadores del museo seleccionaron desde el año pasado.

Un trabajador de conservación del Museo de Ciencias toca la casaca personalizada de los Simpson de Stephen Hawking. Foto: Jennie Hills / Science Museum Group

Un trabajador de conservación del Museo de Ciencias toca la casaca personalizada de los Simpson de Stephen Hawking. Foto: Jennie Hills / Science Museum Group

Leon manifestó: “No queríamos que la exhibición fuera solemne, llena de trombones y galaxias arremolinadas y cosas por el estilo. Queríamos que fuera divertido (...). No se tomaba las cosas demasiado en serio y no creo que hubiera sido una celebridad si no tuviera esa chispa de diversión en él”.

Hawking sirve de inspiración a la juventud debido a su historia de vida. A los 21 años, en 1963, le diagnosticaron ELA (esclerosis lateral amiotrófica), una enfermedad degenerativa y durísima de sobrellevar que debilita los músculos y las funciones físicas. Los médicos le dijeron que solo viviría, a lo mucho, dos años más. No obstante, el pronóstico mortal falló y pudimos ser testigos de sus aportes incalculables en el campo de la física.