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Ciencia

Arqueólogos hallan 6 niños sacrificados en asentamiento preinca de Lima

Los pequeños habrían sido asesinados hace más de 1.000 años para acompañar a una importante momia “en el mundo de los muertos”, según investigadores de San Marcos.

Momento en que es extraído uno de los fardos que contiene restos de un niño. Foto: Renzo Gonzales
Momento en que es extraído uno de los fardos que contiene restos de un niño. Foto: Renzo Gonzales

En el gigantesco asentamiento preinca de Cajamarquilla, ubicado en la zona este de Lima, un equipo de arqueólogos ha encontrado seis niños probablemente sacrificados, muy cerca del sepulcro de una momia descubierta a fines del año pasado.

Estos cadáveres, hallados durante la última semana, están envueltos en fardos funerarios confeccionados con algodón. Junto a ellos se encontraron esqueletos dispersos correspondientes a ocho adultos.

Los arqueólogos que dirigen la excavación, Pieter Van Dalen y Yomira Huamán, ambos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, explicaron a La República que todos estos cuerpos parecen guardar un vínculo con la momia, identificada como un hombre de clase alta —por todas las ofrendas en su tumba—, que falleció entre los años 800 y 1.000 después de Cristo (d. C.)

“Después de descubrir la momia, nos parecía raro que el material compactado que conforma su tumba se extendiera. Por eso empezamos una nueva excavación”, recordó Huamán.

Se observan fardos de niños a la izquierda y a la derecha. En el centro, un arqueólogo examina un entierro especial. Foto: Renzo Gonzales

Se observan fardos de niños a la izquierda y a la derecha. En el centro, un arqueólogo examina un entierro especial. Foto: Renzo Gonzales

En un nivel del suelo más bajo que la pomposa tumba de la momia, los hallazgos comenzaron. Hasta ese punto, podrían tratarse de simples entierros, pero Huamán se preguntó: “¿Por qué tantos niños alrededor de la momia?”

Y no solo eso. “Los huesos de los adultos tenían fracturas, como si hubieran sufrido una muerte violenta”, sostuvo Van Dalen.

Estos indicios refuerzan su hipótesis de que estos entierros fueron sacrificios realizados para servir de compañía a la momia “en el mundo de los muertos”.

Fardo de niño en una cista funeraria, un tipo de entierro común en Cajamarquilla. Foto: Renzo Gonzales

Fardo de niño en una cista funeraria, un tipo de entierro común en Cajamarquilla. Foto: Renzo Gonzales

El antecedente más famoso de este tipo de sacrificios es la tumba del Señor de Sipán (250 d. C.), donde junto a este gobernante mochica estaban tres mujeres, cuatro hombres, un niño y restos de animales.

En cuanto al vínculo de la momia de Cajamarquilla con los sacrificios, Van Dalen y Huamán sospechan que podrían ser sirvientes, concubinas, hijos u otros familiares.

Asimismo, este podría ser el sacrificio masivo de niños más antiguo jamás descubierto en Perú.

En tanto, hay ciertos detalles que aumentan el misterio. Por ejemplo, el fardo de uno de los niños estaba junto a una mujer en un entierro muy distinto a los otros, más parecido al de la momia de alto rango: una cámara funeraria con acceso y múltiples ofrendas, como vasijas intactas y alimentos.

El arqueólogo Martin Sánchez examina el fardo de un niño enterrado con muchas ofrendas. El cadáver de la mujer que lo acompañaba fue retirado antes debido a su estado. Foto: Renzo Gonzales

El arqueólogo Martin Sánchez examina el fardo de un niño enterrado con muchas ofrendas. El cadáver de la mujer que lo acompañaba fue retirado antes debido a su estado. Foto: Renzo Gonzales

“Eso evidencia un rango social importante”, señala Huamán.

El equipo de arqueólogos también está conformado por otros colegas y estudiantes de San Marcos y la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga.

Ellos esperan obtener nuevos permisos de excavación por parte del Ministerio de Cultura para seguir desentrañando los secretos de Cajamarquilla, la descomunal ciudad de barro de 167.000 metros cuadrados, construida hace más de 1.400 años y ubicada en el distrito de Lurigancho-Chosica.

Periodista de la sección Ciencia de La República. Bachiller en Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Especialización en Comunicación Científica en la UTEC. Experiencia como redactor en revistas y medios digitales. Mientras no trato de explicar cómo funciona el universo, hago ciclismo de montaña.