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Política

Monseñor Miguel Cabrejos: “Los peruanos no debemos dejarnos robar la esperanza ni la vida”

El presidente del Episcopado cuestionó la manera en la que se está llevando la política en los últimos años, a la que consideró "obsoleta".

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Monseñor Miguel Cabrejos opinó que se ha creado una "cultura de la indiferencia" en la mala política. Foto: Virgilio Grajeda/La República

El monseñor Miguel Cabrejos, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), conversó en exclusiva para La República respecto a la crisis política que se vive en el país y los retos que los peruanos debemos asumir para salir del entrampamiento de la "mala política". Asimismo, se pronunció respecto al Gobierno de Dina Boluarte y consideró que su gestión cuenta con ciertos "aspectos de tiranía".

—En su prédica tedeum preguntó qué celebramos. Yo le pregunto: ¿tenemos los peruanos motivos para celebrar?

—Dije que pareciera que no tendríamos nada que celebrar debido a las amplias crisis social, ambiental, económica, entre otros, que sufrimos. La fotografía de la realidad peruana nos muestra altos niveles de delincuencia, feminicidios, inseguridad ciudadana, degradación ambiental, etc. No estamos haciendo caso ni al grito de la población ni al de la naturaleza. En el norte hay plagas de insectos, sigue el dengue, entre otras. El papa dice que ambos gritos son uno solo. Nosotros no estamos haciendo caso a ninguno. Esto nos desafía. Es una pregunta dura que nos invita a decir que tenemos que avanzar y tenemos que proyectarnos. No podemos hacer un análisis totalmente negativo, debemos crear un camino de fe, esperanza y de trabajo. Reconocer que somos verdaderamente peruanos, ciudadanos peruanos.

—El papa Francisco en 'Fratelli tutti' habla sobre la buena política

—Una buena política no solo es una frase. Una buena política implica ser y hacer. Debemos replantearnos esa palabra. Necesitamos involucrarnos, con diálogo auténtico, con responsabilidad y corresponsabilidad. Proyectarnos y articularnos. No estamos articulados, cada uno avanza por su lado. Hoy en día necesitamos conectarnos, vivir una política que se proyecte y no viva del día a día. Debemos superar estos niveles de desconexión para lograr un diálogo que es real, sincero, urgente y esperanzador. Hago un llamado a los jóvenes, a la gente preparada, a los que son líderes auténticos, pero tienen miedo a involucrarse. No caigan en la indiferencia y recuerden que el Perú es nuestro, es suyo. Debemos superar situaciones que están al límite.

—Cómo salimos de la mala política

—En la mala política se ha creado una cultura de la indiferencia. El Papa dijo en Huanchaco una frase: “Los peruanos, en este momento de su historia, no tienen derecho a dejarse robar la esperanza”. Yo añado: “Los peruanos no nos dejemos dejar la vida.” Al Perú no vendrán otras naciones a construirlo. Lo hacemos nosotros. Somos nosotros. El Perú es rico porque es pluricultural, con biodiversidad inmensa con grandes recursos naturales, pero que es responsabilidad de todos. Yo no solo evocaría un aspecto, sino muchos, todos. El bien común suena muy bonito, pero dedicarse es otra cosa: exige compromiso de vida y corresponsabilidad.

—Esta apelación a la esperanza no es nueva. Diferentes comunicados del CEP han apelado a la misma varias veces. ¿Qué les diría a los peruanos que han escuchado dicha apelación a la esperanza y que con justa razón se ven sobrepasados ante la realidad compleja?

—Yo haría una invocación a involucrarnos más. Yo los invitaría a replantear una nueva política. La política actual es obsoleta.

—El papa Francisco dice "nadie se salva solo…". ¿Cómo fomentar la solidaridad en donde la confianza interpersonal es una de las peores de Latinoamérica?

—Involucrarnos y no ser indiferentes. La realidad del país, de los demás, de la naturaleza. El Niño Global es una realidad. Aumentará el hambre. Tenemos que interesarnos e involucrarnos, pensando en el futuro. A veces hay irresponsabilidad en gobernar. No podemos dejar las cosas como están. El Perú es un país muy grande, por eso no podemos perder la esperanza. Hagamos una buena política que se enfoque en la dignidad humana, en el progreso del Perú… El Perú puede y debe ser grande.

En su prédica habló sobre la criminalidad. El cobro de cupos es un problema que afecta cotidianamente a la seguridad de los peruanos en el norte y en Lima. Usted relacionó esta problemática con la corrupción de las autoridades. ¿Cómo debería posicionarse un peruano, cristiano o no cristiano, ante este flagelo?

—Habría que retomar el tema… Todos esos temas terminan siendo tolerados como práctica común donde funcionarios, autoridades y corruptores terminan siendo tratados como pícaros, vivos, oportunistas, y no pasa nada. ¿La esencia dónde está? El fondo es que se erosiona y se denigra a la persona. Se descarta a gente entre gente que puede y no puede. Se afecta directamente a la dignidad humana, que afecta, sobre todo, a los más pobres. No afecta de igual manera a las personas más ricas, sino que es peor en las personas más humildes, cuya su supervivencia depende de un sueldo. Tenemos que tomar consciencia de toda esta situación. Quizás todos somos parte del problema. Ante esto debemos preguntar, ¿y nuestra dignidad?, ¿y la dignidad del humano?

En su homilía mencionó a Tomás Moro, quien dijo que “la autoridad, si no quiere ser tirana, debe ser por ello custodia del rebaño”. En el Perú, ¿vivimos en tiranía?

—Yo no afirmaría que vivimos en tiranía, pero sí que hay aspectos de tiranía. La Iglesia nos enseña a los clérigos a ser pastores. En la enseñanza de santo Tomás Moro, que es patrón de los políticos y gobernantes, esa idea es trasladada a quien es autoridad. La autoridad no es servirse, sino que es servicio. Se custodia a la familia, se custodia a los vecinos, se custodia a tu región, se custodia a tu país.

—¿Cuáles son las prioridades actuales en la agenda de la Iglesia peruana?

—Primero, el compromiso con la evangelización. Y debe entenderse en un sentido completo que no solo implica el camino espiritual, sino también el social. Son parte de la misma fe. No podemos olvidarnos de los pobres. El punto de partida está en la encarnación. Jesús se encarnó en un momento de la historia con un lenguaje y una cultura determinada. La Iglesia no puede perder de vista esto y debe aprender a caminar en conjunto no solo como iglesia, sino con la sociedad. El papa ha recuperado una palabra que va hacia esto: sinodalidad. Esto es, básicamente, aprender a caminar juntos, como Iglesia en la historia actual. En esto, nosotros tenemos que invitar a la reflexión no solo a las autoridades, sino a todos los ciudadanos. Debemos asumir la responsabilidad, nuestra corresponsabilidad a todo nivel. El Perú es nuestro y lo conformamos todos.

—No todos los católicos parecen estar a favor de esta apuesta de Francisco de búsqueda de unión y de retornar a las fuentes de la fe cristiana, sino que parecen ser una resistencia que apela siempre a que deben “nadar contracorriente”.

—Es cierto que hay gente que está en contra del papa, pero creo que es poca. Considero que también es natural y es parte de la historia de la vida y de la Iglesia. El mismo Cristo tenía a gente que estaba en contra de él, siendo el mismo Dios. Sin embargo, creo que es una riqueza porque la pluralidad de opiniones es algo positivo también. La fe en la Iglesia es una persona, no una doctrina, y esa persona es Jesucristo. Y él redujo todo a “ama a Dios y ama al prójimo”. Todo se reduce al amor. San Agustín decía “ama de verdad y haz lo que quieras”. Jesús nos enseñó a respetar y amar sobre todas las cosas.

—¿Cómo la Iglesia peruana viene luchando contra la corrupción intraeclesial, por ejemplo, frente a las diligencias sobre el Sodalicio de Vida Cristiana?

—Te agradezco la pregunta. Algunas personas preguntan qué hace la CEP sobre estos temas. Te muestro algunos documentos que no son públicos, pero te doy dos muestras (muestra documentos privados). La CEP desde el año 2015 tiene comunicación continua con la Santa Sede sobre el caso del Sodalicio, hasta este año 2023. La CEP siempre ha actuado. Aquí hay una carta dirigida al papa Francisco de fecha 14 de marzo del 2019, firmada por quien preside, el vicepresidente, monseñor cardenal Barreto, y el segundo vicepresidente, monseñor Prevost (nota del editor: anunciado como próximo cardenal).

*Se perdió conexión de internet y no se pudo retomar comunicación debido a que el arzobispo debía viajar hacia Lima.