Continuación. En noviembre último, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) debió entregarle la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico al entonces presidente Pedro Castillo, pero el Congreso le impidió viajar para reunirse con el mandatario mexicano. Si bien la reprogramación de la cumbre se pospuso para diciembre, el exmaestro de escuela rural pretendió cerrar el Parlamento inconstitucionalmente y comandar por decretos ley. Su sucesora en el cargo, Dina Boluarte, portó el fajín presidencial el 7 de ese mes y, desde ese momento, pidió a su similar AMLO tramitar el traspaso.
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Pronto el jefe de Estado mexicano tomó postura. Decidió apoyar al destituido Castillo Terrones, aclamar su liberación de Barbadillo y postular que la intentona golpista provino del Legislativo. También llamó “espuria“ a la gestión de la primera mandataria.
Como reacción, el 24 de enero, Boluarte Zegarra retiró al embajador peruano en México, Manuel Talavera, y dejó a un encargado de negocios como representante del país. Este funcionario tiene las mismas funciones que un canciller, salvo la facultad para reunirse con su símil y el mismo AMLO.
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La confrontación entre ambos prosigue hasta la fecha. Este 10 de febrero, tras reunirse con el Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico en compañía de su ministra de Relaciones Exteriores, Ana Gervasi, la presidenta dijo que “el traspaso debe producirse en el más breve plazo. Los nuevos retos que nos plantea el escenario internacional y las grandes tareas por delante en cada uno de los países exige una mayor responsabilidad”.
A su juicio, la “Alianza del Pacífico es un proceso de integración, no un mecanismo sujeto a objetivos o intereses ideológicos o políticos coyunturales”.
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Aunque es cierto que el junte entre países confiere en términos comerciales un valor significativo, para el internacionalista Farid Kahhat, la cesión del acuerdo regional “importa un comino“, como dijo para Comité de Lectura. De hecho, “no es que quien ejerza de manera temporal la presidencia tenga prerrogativas especiales. No las tiene en absoluto, es una cuestión meramente formal. Es tan formal que la secuencia es por orden alfabético. No pasaba nada si en lugar de Perú la ejercía alguien más“.
En diálogo anterior con este medio de comunicación, el internacionalista Óscar Vidarte dijo que “sería una locura” que la tensión con México escale aún más y se rompan las relaciones diplomáticas. “Ya hay un aislamiento del Perú, pero se manifiesta de muchas formas y no solamente por el debilitamiento de la relación con México. En realidad, la relación del Perú con muchos países se encuentra debilitada en diferentes niveles”, comentó.