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Política

Alberto Vergara: “En los hechos, Castillo ya fue vacado por Cerrón”

Entrevista al politólogo y docente de la Universidad del Pacífico, quien analiza las primeras acciones del gobierno recién estrenado del presidente Pedro Castillo. “La democracia se encuentra en riesgo”, asevera.

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Democracia. Para Alberto Vergara, hay un problema de fondo en el Gobierno de Castillo: las decisiones las está tomando alguien que no ha sido elegido y que, por lo tanto, no asume responsabilidad por ellas. Foto: difusión

Alberto Vergara, politólogo y docente de la Universidad del Pacífico, analiza las primeras acciones del gobierno recién estrenado del presidente, Pedro Castillo. Hace una advertencia a la cual vale la pena prestarle atención: la democracia se encuentra en riesgo.

Mi impresión es que el mensaje de 28 de julio ayudó a calmar un poco el ambiente. Lo que vino después es otra historia. ¿Qué le pareció esta primera presentación ante el país de Pedro Castillo como presidente?

Lo que dices es correcto. Lo que pasa es que el discurso ya no puede ser leído como algo aislado si no a la luz de lo ocurrido…

Después.

El 29, el 30, cuando ya el gobierno ha tomado acciones… es gobierno o desgobierno, no lo sé. Pero, entonces, si te sales del día 28 y lo que vino luego lo de la Constitución termina siendo menos relevante. Lo que termina siendo más importante para mí en realidad es esta parte inicial del discurso, con esta parte introductoria, este rollo teórico, histórico, al que no se le ha dado relevancia pero, creo, es importante…

Que por un sector de la población fue celebrada.

Fue celebrada y eso me parece preocupante, porque Castillo presentó una versión de lo que Gonzalo Portocarrero y Patricia Oliart llamaron a fin de los ochenta la idea crítica en la escuela peruana, que aludía a este relato simplista transmitido por los maestros radicalizados desde los sesenta, donde la historia nacional se explica en términos binarios de opresores y víctimas, en donde el incario era un momento edénico, armonioso que solo es destartalado por los españoles que instauran nuestros males hasta hoy. Seríamos un pueblo vejado políticamente y expoliado económicamente. Es un relato ridículo, como señalaba Portocarrero además, pero que ha sobrevivido. ¿Por qué me parece importante esto? Porque el simplismo de ese relato histórico, su ausencia de complejidad, es muy difícil que pueda sostener teóricamente a la democracia, que es un sistema político complejo. Como buen relato radical de los sesenta, convoca a un régimen autoritario, fuerte, sin matices ni negociaciones.

Castillo juró como presidente de la República el último miércoles 28 de julio. Foto: Presidencia

Para entenderlo, este discurso de buenos y malos lo acercaría a Castillo a posiciones caudillistas, populistas.

Exacto. El populismo es simple, la democracia es compleja. A mí por lo menos me pareció que hay algunas pistas mentales que te llevan hacia un tipo de gobierno no democrático.

¿Pero no hay en ese discurso, además, una reivindicación a su condición de profesor rural, de campesino?

Me parece que es importante como presencia histórica. Porque sí creo que es más que simbólica. He escuchado a muchos decir que esto es algo simbólico, pero ese era Toledo jurando en Machu Picchu. Aquí veo un pedazo de historia peruana llegando en el bicentenario a la presidencia, con una representación importantísima. La representación no solo existe en su vertiente liberal-partidaria si no que también existe en otro sentido, en la esfera pública. Eso es innegable. Pero Castillo de alguna está parado en el cruce de esa presencia histórica y la irrelevancia política. Es pura historia, sin la experiencia política y sin los compromisos de una política en términos democráticos.

¿Por qué dice que este es un proyecto de raíz autoritaria?

Porque lo que hemos visto en estos dos o tres días es un gobierno que ha demostrado desprecio por algo fundamental en las democracias liberales…

¿Qué cosa exactamente?

Lo que diferencia a una democracia de un autoritarismo o una dictadura es que quien gobierna, quien toma decisiones, es responsable ante la ciudadanía, es decir que responde ante la gente que lo votó.

Correcto, responde por sus decisiones, sus acciones.

Exacto. En un régimen dictatorial, en cambio, quien manda no es responsable, no tiene la obligación de responder. Por ejemplo, la existencia de Montesinos en una democracia es inaceptable porque toma decisiones fundamentales sin haber sido elegido. En ese sentido, es un actor irresponsable.

¿Cerrón sería algo parecido? Alguien que decide al margen, sin haber sido elegido. No lo ha mencionado, pero entiendo que por ahí va su argumento.

En estos dos días lo que vemos es que la autoridad elegida, el presidente Castillo, por alguna razón que no sabemos, o no puede o no quiere tomar las decisiones clave del país, las cuales las está realizando Cerrón. O sea, el poder está siendo trasladado hacia alguien sin responsabilidad. Y esto es la negación de la democracia. Castillo tiene que hacerse responsable, porque si manda Cerrón estamos en un régimen de la irresponsabilidad, no democrático. El poder democrático en este país en estos momentos está vacante. En los hechos, Castillo ya fue vacado por Cerrón.

Bajo sospecha. Vladimir Cerrón pasa a investigado en caso 'Los Dinámicos del Centro'. Foto: Aldair Mejía / La República

Pero quien toma las decisiones es el presidente. Decir que Cerrón es el que manda, ¿no es una manera de quitarle responsabilidad a Castillo?

No. Por eso digo, el presidente Castillo tiene que asumir el poder. No puede seguir dejando que las decisiones sean tomadas por alguien que está fuera del entramado legal de la democracia. Castillo es responsable de esta situación y tiene que hacerse cargo. No trato de victimizarlo, en ningún sentido.

No he dicho eso.

Que no hubiese ministro de Economía dos días, en medio de la peor crisis en décadas en el Perú, es gravísimo. ¿Cómo se explica eso? Se explica porque Castillo está vacado y Cerrón manda al margen de la institucionalidad democrática. Eso es inaceptable. Lo mismo con este premier (Guido Bellido) vergonzoso que han puesto ahí, que está solo para hundir al país en la crisis generalizada. Algo paradójico en esta dinámica montada entre Cerrón y Castillo es que, ¿de verdad creen que se puede hacer una revolución con una marioneta a la cabeza? Si Correa, Morales, Chávez, Fidel Castro, en fin, todos los líderes que estos señores admiran hicieron lo que hicieron fue porque el hombre fuerte estaba a la cabeza de esos proceso, no un fantoche digitado desde atrás. ¿Cómo se les puede ocurrir que la gente va a respetar al caudillo Castillo si no manda?

Lo que usted afirma se circunscribe a este periodo en particular. ¿No estamos frente a un problema del sistema? Acá se esgrimen vacancias cada dos meses, confianzas cada tanto. Sin responsabilidad ni contención la democracia es difícil de sostener.

Es evidente que Castillo y Cerrón no están inventando nuestros problemas democráticos, son la expresión de una democracia que se nos viene cayendo a pedazos, que agoniza hace tiempo. De hecho, podríamos usar la expresión de Guillermo O’Donnell para la Argentina de la segunda mitad del siglo XX, la “democracia imposible”. Intentabas con el peronismo dentro del sistema, se caía, intentabas por fuera, se caía también. Los peruanos hemos entrado a nuestro propio juego imposible, que significa que es bien difícil hacer prosperar a la democracia si los actores no la quieren. Es como querer jugar fútbol y un equipo dice que vale golpear la pelota con la mano y otro dice que no vale el off side. No funciona pues. Si los jugadores no se comprometen con las reglas, es complicado. Tienes a una derecha que grita “fraude” sin ninguna prueba y que pide golpes de Estado y una izquierda, como la de Verónika Mendoza, que lleva meses sin ponerle una condición democrática a Castillo y no le importa servir a un gobierno que en la práctica pisotea las agendas que defendían. Y tienes a un Congreso lleno de admiradores de Merino y su gobierno antidemocrático de hace unos meses. Queremos jugar con la democracia sin que nadie se comprometa con ella. Es un problema sistemático.

¿Y se podrá resolver en este tiempo? ¿Qué compromiso deberían asumir los actores?

Honestamente, creo que no lo vamos a poder resolver. Habrá que empeorar para mejorar. Eso no implica que uno deba sentarse en el sillón de la decepción a simplemente esperar. Lo principal en estos momentos es que la democracia debe ser consciente de que no puede ser boba. Y acá hay un grupo de poder en el gobierno que apunta a desmontar aspectos esenciales de la democracia. Y, como dices bien, esto necesita algunos cambios fundamentales en la oposición a este proyecto.

¿Qué cambios?

Hace falta civilizar a la oposición que tenemos, en varios ámbitos. Si en el Congreso la lógica son las rencillas, los rencores, los intereses de corto plazo, se van a dividir y ahí gana el proyecto de Perú Libre. O si los medios siguen con su “criptoperiodismo” seguirán abonando en la desgracia de todos. Tienen que cambiar. Y otra arena que me parece relevante es la calle, que tendrá que moverse, pero tú no puedes plantear una propuesta de movilización con la Cruz de Borgoña, con camionetazas tomando las calles de Lima, o con gritos proclamando la muerte de “esos serranos comunistas”. Si se mantienen todas esas formas de oposición que se han visto en estos dos meses, estamos perdidos. No solo son inmorales si no que tampoco dan resultados.

Si usted percibe en el gobierno dilemas con la democracia, en el Congreso se ve otro tanto. ¿Cómo se civiliza a la oposición? ¿Cómo se civiliza a Fuerza Popular, a Renovación Nacional, que son los movimientos que han estado detrás de estas manifestaciones racistas y violentas?

No lo sé, no lo sé. Mi argumento es que si no lo haces vas a perder de nuevo y que, aunque sea por el propio interés más que por convicciones íntimas, no se puede seguir teniendo una actitud fundada en el desprecio al país. Eso lo que va a hacer es que el proceso político se convierta en una división entre Lima y las provincias, entre la oligarquía y el Perú popular. Y si la oposición cae en ese juego, las posibilidades de que el proyecto autoritario de PL triunfe son mayores.

María del Carmen Alva, titular del Congreso, tiende la mano al Ejecutivo para trabajar juntos, pero a su vez dice que defenderá los fueros legislativos. Foto: difusión

Lo que quiero decir es que si se puede hablar de autoritarismo en el Ejecutivo, también se puede hablar de autoritarismo en el Congreso.

Claro, por eso digo que estamos en el juego imposible. Y ante esa situación, lo único que te puedo decir es que, para los demócratas, a cada día su afán. Hace un mes, el peligro golpista mayor estaba en la derecha, hoy día está en la izquierda. Y seguramente, si se cae la izquierda el péndulo autoritario regresaría a la derecha. Sí pues. Pero, ¿qué vamos a hacer? Así es la vida en el juego imposible.

¿No rescata algo en Castillo? Finalmente, representa las ambiciones justas de un sector postergado, ninguneado de la población. Si le fuera bien a él, le iría bien al país, que merece y necesita estabilidad. Desde su mirada, ¿Castillo tiene opción de éxito?

Yo creo que sí. Potencialmente, es lo que tú dices: la llegada al poder en el bicentenario de un sector del país que nunca existe en la esfera pública nacional y oficial, y eso es importantísimo. Pero eso se agota si no está seguido de convicciones democráticas. Es decir, casi que estamos obligados a darle un chance a Castillo pero eso implica que se dé cuenta muy rápido de dos cosas.

¿Cuáles?

Que él es el presidente elegido y que tiene que asumir su responsabilidad. Si no va a asumirla, que renuncie. Tiene que tomar posesión efectiva del poder. Y al hacerlo, debe tomar conciencia de quién es él en la política peruana. No es un titán. Faulkner decía esto de que Hemingway era el menos fracasado de los escritores estadounidenses. Bueno, Castillo es el menos fracasado de nuestros políticos y tiene que hacer política desde la humildad de ese hecho. Como el título de la novela de Paul Auster, sonó la música del azar y llegó a la presidencia. No puede gobernar desde la arrogancia, la soberbia que se ha demostrado en estos días. No es presidente para proteger a un partido marginal y radical ni para formar un gabinete de incompetentes fruto de repartijas entre grupos angurrientos. Él es presidente para defender el interés nacional. Y si no entiende eso pronto, yo creo que la vacancia está a la vuelta de la esquina.

¿Y no cree que esa sería una salida exagerada, irresponsable para un gobierno que empieza?

Por eso digo. Si es que él insiste en la vía que estamos viendo en estos días, la democracia no puede ser boba. La democracia tiene que defenderse. No estoy diciendo que haya que ponerla (la vacancia) en práctica mañana. Estoy diciendo que Castillo tiene que entender, tiene que gobernar parado dentro del entramado institucional que significa una democracia. Hay un aspecto adicional, muy preocupante: este es un gobierno abocado a gobernar a puertas cerradas, en la clandestinidad, sin reflectores, no quieren despachar en un edificio público, no quieren que haya prensa en la juramentación (de ministros). Es un síntoma clarísimo de un gobierno no democrático que le rehúye a la transparencia y que opta por el pacto bajo la mesa. Si insisten en todo eso, obviamente la democracia se tiene que defender con las armas que tiene, por supuesto.

¿Y esto no abonaría más a favor de esa “democracia imposible” a la que usted aludió hace un rato?

Sí pues. ¿Qué podemos hacer? ¿Tú quieres la estabilidad de una dictadura? Yo no. Yo prefiero que sigamos en la inestabilidad defendiendo lo que tenemos, que no es mucho pero tampoco es poco. Es el sistema que ha permitido que contra todo el poder económico Castillo pueda ser presidente. Es un régimen que ha permitido que eso ocurra y ellos (el gobierno) están trabajando ya para que deje de existir o se debilite sustantivamente.

Hacía notar la paradoja.

En esto que dices de la inestabilidad no hay que perder de vista una cosa: quienes han vuelto a introducir el veneno de la lucha entre poderes es Perú Libre al nombrar a este primer ministro. Han hecho que la conversación, de inmediato, se traslade a la posibilidad de que lo que se busca es la disolución de dos gabinetes para cerrar el Congreso e imponer su proyecto. Es obvio, natural, que la respuesta sea considerar la vacancia. El nombramiento de Bellido no es una medida para la buena fe, para la concordia nacional, la unión. No está abocado a superar una segunda vuelta traumática si no a radicalizar y mantener el enfrentamiento. Después de que en la campaña se quejaron de que los “terruqueaban”, ponen a alguien que tiene simpatías por Sendero Luminoso, homófobo. Entonces, esa es una declaración de voluntad de conflicto, de choque. Es como si Keiko Fujimori hubiese puesto de premier a Vanya Thais. De última, quizás la estrategia no es querer cerrar el Congreso, pero ya pones a personas que hacen evidente que desprecias a la democracia y a sus valores fundamentales.

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