Pedro Cateriano conversó con La República un día después de que el pleno del Congreso le negara la confianza. Sostiene que falló al creer en la palabra de César Acuña (líder de Alianza para el Progreso) y de los dirigentes de Acción Popular. “Me habla de olfato político, estaba con la nariz tupida, de repente”, dijo.
¿No cargó demasiado su presentación con el tema minero si debía acercarse a bancadas como Frente Amplio o Frepap?
El tema de la minería es clave para el país. En este momento, el precio de los minerales aumenta de tal forma que sería suicida paralizar las exportaciones. Esto formó parte de las conversaciones con el FA en donde, abiertamente, estuvieron en contra del asunto. Hubiese sido irresponsable de mi parte no tocar el tema minero.
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¿Cuántos minutos le dedicó al tema minero y cuántos al de salud? ¿Los contó?
No es un tema de minutos ni de páginas ni de palabras.
Admitirá que hubo un desbalance, ¿no?
Mire Enrique, a raíz del mensaje del presidente Vizcarra, se dijo que no había habido detalles. Yo lo anticipé, no le mentí al país, yo mencioné que iba a explicar con más énfasis el aspecto económico, porque eso es lo que demandó la representación parlamentaria, casi en su totalidad. Era consciente de que luego la señora Pilar Mazzetti iba a ampliar la visión del Gobierno en el campo de la salud, lo cual ocurrió, a las cuatro y pico de la mañana.
Cuando ya nadie mira.
Cuando ya todos dijeron que no se aclaró nada. Bueno, ¡pero es así! Y lo reitero, la primera prioridad es la salud. Y hubo gestos de mi parte: viajé a Arequipa y se publicó el decreto que permite la contratación de personal médico peruano y extranjero. ¿Cómo que no he hecho cosas?
No he dicho eso. Solo trato de entender su mirada política. Un premier debe convencer a los que no creen tanto en él. Los convencidos ya suman en la bolsa. El reto es atraer a los que miran con recelo.
Podía haber ofrecido el oro y el moro, pero lo que pasa es que mi cabeza ya estaba pedida. Esos son pretextos políticos. Podía decirle a Marco Arana que iba a detener la actividad minera, o decirle a la señora María Céspedes, del Frepap, que iba a ir el domingo a rezar con ellos ante al féretro de Ataucusi, y no me iban a creer. Eso es demagogia. Y no me gusta la demagogia. No iba a renunciar a mis principios por votos.
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No renunciar, aunque quizás ceder en algo, acercarse a los rivales.
Me acerqué a los rivales.
No con éxito.
Porque hubo intereses subalternos, creados.
Sobre eso, usted contó que Manuel Merino de Lama le dijo que no había consenso en apoyarlo por la presencia de Martín Benavides en el Minedu. ¿Diría que fue un chantaje?
Eso que lo califique la gente. Es un hecho objetivo.
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Merino de Lama ha dado una conferencia amplia para responderle. Ha sido muy duro con usted. ¿Tiene algo que decir al respecto?
Nada, solo que me reafirmo en lo que he dicho.
¿Es cierto que, aparte del ministro de Educación, le habló de los titulares de Economía y Trabajo?
No.
Ha señalado en otras entrevistas que el Frepap es una organización fanática-religiosa.
Y que desconoce, por completo, el Estado.
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Son representantes de un sector importante de gente.
No he dicho lo contrario.
¿No es una mirada muy por encima la suya?
En absoluto. Lo más dañino es mezclar política con religión.
Bueno. Ahí está el PPC y usted se reunió con el patriarca Luis Bedoya.
Comparar al PPC con el Frepap… hay una distancia.
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¿Qué distancia?
Lo que inspira al PPC es una doctrina social cristiana. La acción política del PPC no es la de un fanatismo religioso, como el que percibí en el Frepap, ¿no?
Tampoco es que usted descubriera recién la raíz de un partido como el Frepap, ¿cierto?
No, de ninguna manera. Sin embargo, era la primera vez que los trataba en la acción política, que es algo muy diferente.
¿Este es el golpe más duro de su carrera política?
Sin duda alguna es un golpe. A la vez, quiero agradecerle al presidente Vizcarra por haberme dado la oportunidad de servir a mi país estos breves días que, dicho sea de paso, han sido muy intensos, dramáticos y de una vorágine impresionante. Aprendí que los golpes en la política ayudan en general.
Cuando a usted lo convocaron, algunos analistas describieron sus puntos fuertes. Se habló de su “olfato político”, de su “cintura política”. A la luz de lo ocurrido, ¿se considera alguien con olfato y cintura políticos?
¿Usted qué dice?
Solo le pido una reflexión.
En una situación como esta, uno siempre quiere poner lo mejor de uno. Lo que no consideré fue que Acción Popular y Alianza para el Progreso iban a tener esa oposición radical. Eso, ciertamente, no lo calculé. Fallé en creer en la palabra de César Acuña y en la de los dirigentes de AP. Me habla de olfato político, estaba con la nariz tupida, de repente.
¿Se le fue el olfato?
Ya le respondí.
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