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Opinión

Aliados o solos: La pulverización política electoral peruana, por Rudecindo Vega Carreazo

Con alianzas o sin alianzas, en medio de semejante pulverización política electoral, nos corresponde BOTAR a la actual mafia gubernamental y VOTAR por nuevas autoridades que ayuden a reconstruir un Perú mejor.

Rudecindo Vega Carreazo
Rudecindo Vega Carreazo

La fragmentación política en Perú, masiva en todas las tendencias y territorios, es una pulverización política donde los intereses particulares priman sobre los nacionales. El interés personal lleva a tener 46 partidos nacionales y casi el doble de partidos regionales. La política peruana nunca ha estado más partida, fragmentada, pulverizada que hoy. Esa pulverización política no es doctrinaria, ideológica, ni siquiera programática, es por intereses particulares o de grupo. Las elecciones del 2026 para presidente, congreso y parlamento andino de abril y, las regionales y locales de octubre, serán un festín de proyectos personales, individuales más que propuestas colectivas, nacionales. El Perú no está en la agenda, sí, su futuro y el de los peruanos. Que desgracia.

La pulverización política será reflejada en una pulverización de candidaturas diminutas. Cada partido pondrá sus candidatos, donde todos creen y se sienten ganadores. “Si Castillo y Dina han llegado a ser presidentes, de la nada y sin saber nada, porque yo no” y, desfilan “justificaciones a su deseo”: son más exitosos, ricos y mejor preparados. En un festival de egos, “sabelotodos”, no hay competencia sensata, cada uno se ve mejor que los otros. Nadie quiere ceder “su” partido para que candidatee otro, salvo que le signifique un buen negocio vendiendo candidaturas, cupos y reserva de futuros cargos gubernamentales; nadie quiere aliarse si le significa menos candidatos y negocio propio. Difícil que existan alianzas; la pulverización política partidaria garantiza una pulverización electoral de candidaturas.

No existe ninguna alianza y, en el poco tiempo electoral pendiente, quizá se creen algunas. Varios intentos, en diferentes tendencias, han fracasado, la razón ha sido única: candidaturas.  Quien lidera la alianza, quien es candidato presidencial y quienes ocupan los primeros números para el congreso. Quedan otros intentos: la alianza anunciada por Alfonso López Chau entre Ahora Nación con Primero la Gente, Salvemos al Perú y el Partido de Trabajadores y Emprendedores; la alianza entre el PPC, Libertad Popular, Unidad y Paz de Roberto Chiabra (quien sería el candidato presidencial), Fuerza Moderna y Sí Creo; la alianza de Juntos por el Perú, Nuevo Perú y parte del “castillismo”; la sugerida por López Aliaga entre Renovación Popular, Avanza País (Phillip Butters) y País para Todos (Carlos Álvarez). No sabremos de alianzas hasta el 2 de septiembre, último día para que las apruebe el JNE.

La pulverización política partidaria y la pulverización electoral de candidaturas garantizan 2 cosas: representatividad raquítica de las próximas autoridades, e ilegitimidad (no legitimidad) segura y garantizada. El Perú estará repleto de minorías electas, más pequeñas que las actuales; todas guiadas por intereses particulares (algunos criminales) antes que nacionales. Seguiremos siendo gobernados por las mismas o nuevas minorías. Paradoja fatal, debido a nuestra cifra repartidora, tendremos minorías más pequeñas con bancadas más grandes. Las autoridades serán igual o peores que las actuales, si los peruanos lo permitimos. Es nuestra responsabilidad.

Las autoridades electas el 2021, en conjunto, representan el 51% del total de electores (excluyendo al 30% ausente, al 15% que vicio o voto en blanco y al 14% que fue excluido de representación congresal por la cifra repartidora). Tiene representatividad legal con cuestionable legitimidad. Las elecciones del 2026 pintan para peor, las autoridades electas, seguramente, tendrán una representatividad menor al 50% de electores hábiles y una ilegitimidad de origen solida.

La pulverización política y electoral pone en riesgo la organización misma de las elecciones y sus resultados electorales; ni la mafiosa coalición congresal lo ha previsto. El incremento de los votos nulos y anulados será mayor a cualquier elección anterior. Con 43 partidos o candidaturas, no menos de 35 si se concretan alianzas, tendremos una sábana de votación en lugar de cédula y otra sábana como acta electoral; la proliferación de nombres, símbolos, colores, fotografías en 4 columnas para presidente, senado, diputados y parlamento andino será tan confusa que facilitará el voto viciado de electores hartos con la política y los políticos, la nulidad del voto por error y la anulación de votos válidos por mal llenado de las actas. La suma de todo ello, por el alto porcentaje que exige la constitución, no dará para anular las elecciones, pero sí asegura una representatividad diminuta y una ilegitimidad de nacimiento.

Las alianzas políticas electorales, por sí mismas, no garantizan mejores elecciones, con más contenido y propuestas, ni mejores líderes y candidatos; a lo sumo, disminuirán el número de candidaturas. Hoy existe un “aliciente” para su conformación, la modificación electoral que disminuye a 6% de votos válidos, para pasar la valla electoral, sin importar si son 2 o más quienes conforman la alianza. Anteriormente, conformar alianzas significaba más posibilidad de perder la inscripción porque la valla se incrementaba según el número de partidos que la integraban. En su momento, propusimos que formar alianzas debería ser fomentada con beneficio antes que castigada, como mantener en 5% o disminuir el porcentaje de la mencionada valla para una alianza. La voluntad congresal es otra, quiere más pulverización política electoral, lo beneficia, no quiere alianzas.

Autoridades poco representativas ocasiona mayor debilitamiento institucional e ingobernabilidad, la fragilidad gubernamental próxima será resuelta por la misma o una nueva coalición mafiosa de minorías en el congreso que se agrupan para seguir gobernando, poner autoridades, copar instituciones, emitir leyes en favor del crimen y satisfacer sus granjerías y negocios personales. El divorcio entre el estado, gobierno y ciudadanía se profundizará, el copamiento de las instituciones democráticas y el gobierno por las mafias y el crimen seguirá.

La pulverización política partidaria asegura la pulverización de candidaturas electorales, ésta asegura elecciones desordenadas y representatividad diminuta; minorías poco representativas aseguran bancadas grandes e ilegitimidad de origen y; esta ilegitimidad original garantiza un gobierno débil y mayor ingobernabilidad nacional. Panorama sombrío para el Perú, en nosotros está permitirlo o cambiarlo. Con alianzas o sin alianzas, en medio de semejante pulverización política electoral, nos corresponde BOTAR a la actual mafia gubernamental y VOTAR por nuevas autoridades que ayuden a reconstruir un Perú mejor.

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