Las múltiples irregularidades presentadas en el proceso electoral de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos generaron un clima de gran descontento y confrontación, que resultó en la suspensión de la asistencia técnica que venía prestando la ONPE. Finalmente, y aunque inicialmente hicieron oídos sordos, las autoridades terminaron por anular el proceso. Hubo graves denuncias que señalaban la presencia de matones llevados al campus, y se debe esclarecer quiénes son y cómo los dejaron entrar. La rectora Jeri Ramón ha mostrado durante todo su periodo un liderazgo autoritario y de espaldas a los intereses de los estudiantes. En esa misma línea, ha encabezado unas elecciones en las que se ha tachado a las listas contrincantes, sin ninguna garantía de transparencia, al estilo de Portillo Campbell.
Ante este escenario tan inmerecido para la Decana de América, surgió nuevamente la fuerza estudiantil, que defendió los fueros universitarios como no se veía hace un buen tiempo. Esta presencia política estudiantil, que comenzó el jueves 18 de octubre por la noche, permaneció y se manifestó nuevamente el miércoles 23, durante la jornada de Paro Nacional de Transportes, donde se apreció un sólido bloque estudiantil que protestó contra la ineptitud de este gobierno para enfrentar la situación de inseguridad que vivimos. Este despertar estudiantil es un hecho muy importante que no debe ser ignorado en el análisis de lo que vendrá en los siguientes meses.
No solo hay nuevos actores que se suman en cada paro o movilización, sino que además los hasta ahora socios de Dina Boluarte han comenzado activamente a desmarcarse. Por ejemplo, Patricia Chirinos ha hecho una declaración pública sobre la necesidad de una vacancia, para la cual actualmente no hay votos, aunque a su bancada ya no le agrada ser tan evidentemente el blindaje del Ejecutivo, aunque formalmente no han presentado una Moción de Vacancia.
Pero tal vez lo más notable de esta mala semana para el Ejecutivo ha sido la conferencia de prensa realizada el martes previo al Paro Nacional del 23 de octubre. Un ejercicio de comunicación política prescindible y falto de profesionalismo, que, si acaso trató de poner paños fríos al paro, logró todo lo contrario. Irrespetuosa y altanera, reflejando un talante amargo y sin manejo técnico alguno, terminó por maltratar a los periodistas que esta vez la enfrentaron bien, trasladando el desprecio de la opinión pública, una fuerza que no deja de acumularse.