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Opinión

No es el número dos

La detención de Iván Quispe Palomino muestra los límites de la acción gubernamental contra la inseguridad.

larepublica.pe
editorial

Pudo más el afán de publicitar que la verdad. Al mostrar la captura de uno de los hermanos Quispe Palomino como parte de una estrategia integral de lucha contra la inseguridad ciudadana que padecemos, se sigue consolidando la idea de que navegamos a la deriva, en búsqueda de un golpe de suerte que nos saque del marasmo.

La detención fue difundida ayer como parte de una acción concertada y el resultado esperado de una labor de inteligencia. En realidad se trató de una coincidencia, del azar. Iván Quispe Palomino es el hermano del prófugo José, pero hasta allí queda el vínculo con los remanentes terroristas que cumplen ahora la labor de protección del narcotráfico en el Vraem.

Alejado desde hace décadas de su familia —que lo tilda de traidor—, Iván ha sido sentenciado por terrorismo y cumplido su periodo en prisión. Adicionalmente, se especula que fue un colaborador de la Dircote y que esa sería la razón de su alejamiento del área en la que siguen campeando los remanentes de SL, ahora narcoterroristas que protegen el tráfico ilícito de drogas en la zona.

Los especialistas concuerdan en establecer que Iván Quispe Palomino no es el número dos ni tampoco pertenece a las filas de SL. Es un albañil que labora esporádicamente y que fue detenido en San Juan de Lurigancho.

Su captura fue realizada por policías ferroviarios que detectaron el DNI irregular. El primer ministro ha señalado que se trata de una persona que posee tres identidades, que luego de una prueba dactilográfica se pudo establecer su identidad, y que tiene una requisitoria vigente.

Lo que no queda claro es cómo este individuo se vincula al momento actual. Esa es la pregunta de fondo y que debe ser respondida por el ministro Santiváñez, porque está bajo su responsabilidad la seguridad ciudadana. Sobre todo cuando en solo 24 horas se han producido seis asesinatos, básicamente, en distritos declarados en emergencia. Una declaración que, en propias palabras del primer ministro, no está produciendo los mejores resultados.