Un congreso inmoral, creando leyes para favorecerse a sí mismos, cooptando las instituciones del Estado que son decisivas y trascendentales en épocas electorales. Congresistas sin oficio conocido, que solo sirven para repetir lo que les ordenan, porque pedirles que piensen por sí solos es ya demasiado trabajo, creyéndose el cuento de que son los salvadores del país y que su labor es notable e histórica, demoliendo la educación, la democracia, la justicia y la poquísima estabilidad que nos queda.
Y, fieles a su estilo, evitando la competencia en el rubro de la mediocridad y el caudillismo barato, el congreso también decidió eliminar a los movimientos regionales de las próximas elecciones provinciales y distritales. La propuesta, si no fuera por este congreso, no es mala; el problema es que vamos a cambiar “mocos por babas”, movimientos caudillistas que nacen para tomar por asalto municipios y gobiernos regionales por partidos políticos que nacieron y nacen para ganar elecciones y copar todas las instituciones del Estado con intenciones non sancta y desastrosos resultados. ¿O me van a decir que hay mucha diferencia entre el movimiento que llevó a Gabriel Madrid a ganar la alcaldía de Piura con el partido de Acuña o Keiko? No, son una misma fórmula de insuficiencia y mezquindad política, con la única diferencia de que algunos reciben patrocinios millonarios de banqueros, otros de sus ilimitadas billeteras y otros no se sabe de dónde, pero ahí los ven hablando de transparencia y honradez, mientras gastan millones en construcciones frívolas e insustanciales, mientras gobiernan de espaldas al pueblo.
Este congreso nos recuerda que la resaca de lo vivido en la década de 1990 nunca estuvo tan presente, hasta tenemos a Alberto Fujimori opinando sobre lo que es correcto o incorrecto. Solo falta Vladimiro para completar la fórmula. Los movimientos regionales, su caudillismo, su pésimo manejo y esas formas poco transparentes de incentivar la democracia interna solo son un fiel reflejo de los partidos políticos centralistas, que al eliminar las Elecciones Primarias nos quitaron una grandiosa oportunidad de tener mejores representantes y no los 27 candidatos que se presentarán en primera vuelta en el 2026, con nula representatividad, donde los mismos de siempre buscarán asirse del poder prometiendo lo que hoy, desde el congreso, nos demuestran lo que serían sus gobiernos: mafia, corrupción, lobbies, leyes con nombre propio, abuso de poder, impunidad, componendas, repartijas y miseria humana.
Pero, si a inicios de los 2000, teniendo un SIN armado y ejecutor, bajo la siniestra dirección de Montesinos y el respaldo y resguardo de las Fuerzas Armadas, Fujimori no pudo hacer frente a las denuncias y escándalos mediáticos, no cabe la menor duda de que este congreso, repleto de inútiles malandrines, creyéndose el cuento del poder perpetuo, suprimiendo derechos y haciendo del hemiciclo un lupanar, está más cerca de su triste y merecido final que de una reelección.