En esta nueva temporada de la serie peruana llamada Crisis política tenemos como protagonista a Dina Boluarte. En estos días venimos viendo el capítulo “Vacancias” que resume la historia de cinco mociones presentadas en su contra y dos que vienen en camino. El guion parece el mismo de temporadas pasadas, pero con personajes distintos.
Cuando se buscó vacar a Castillo, sus escuderos pedían a la oposición no abusar de la Constitución y darle estabilidad al país. Exigencias que rápidamente olvidaron cuando tuvieron al frente a Boluarte, a quien han intentado vacar, dentro de otras razones, por viajes fuera del país u operaciones estéticas.
Estas incoherencias vienen de ambos lados. ¿Cómo explicar que el plagio era una razón para vacar a Castillo, pero no a Boluarte?, ¿por qué a Castillo se le presumía culpable, pero a Boluarte inocente? o ¿por qué se escandalizaban por 20.000 dólares en un baño de Palacio, pero no frente a relojes de similar valor?
El tema acá es que las posiciones sobre las vacancias no se basan en la defensa de principios, lucha contra la corrupción o para preservar la dignidad presidencial, sino en proteger al amigo o eliminar al enemigo, con meros propósitos políticos.
Ahora bien, la “estabilidad” es el argumento central en contra de las vacancias, pero me pregunto ¿a qué costo? ¿Qué tanto estamos dispuestos a flexibilizar nuestros principios en virtud a la sacrosanta estabilidad o por el miedo a lo que pueda venir?
Ponernos de perfil nos puede condenar a vivir dos años más avalando la corrupción, rompiendo récords en pobreza extrema, bajando nuestro perfil crediticio, cayendo en los índices de democracia, aumentando la desnutrición infantil, etc.
Frente a esto, nos toca romper la lógica de la vacancia amigo-enemigo para pensar en el Perú. No veamos a las vacancias con ansias o en virtud de quién esté al frente, más bien pensemos en los principios que nos inspiran como nación. Mientras tanto, lo urgente es la admisión para que la presidenta dé explicaciones.
*Diego Pomareda es abogado constitucionalista