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Opinión

Fiscales de ultratumba, por Mirko Lauer

“Da toda la impresión de que los fiscales están decididos a recuperar terreno ante la opinión pública, y aparecer investigando a un García al que nunca pudieron demostrar nada es una forma de hacerlo”.

larepublica.pe
Mirko Lauer

No hay manera de ocultar que Alan García está siendo perseguido incluso después de su muerte. Contra lo que puede decir la fiscalía, hurgar en sus dos celulares va en contra del ex presidente fallecido y su familia. Si el caso García se ha extinguido, ¿qué sentido tiene seguir investigando? ¿Demostrar que sus acusadores tenían razón en sus imputaciones y que los fiscales hicieron bien en hacerles caso?

Da toda la impresión de que los fiscales están decididos a recuperar terreno ante la opinión pública, y aparecer investigando a un García al que nunca pudieron demostrar nada es una forma de hacerlo. Otra es lanzarse a investigar el Rolex presidencial. Casos nuevos que ayudan a echar tierra sobre casos viejos que no han ido a ninguna parte.

Alguien me cuenta que un prominente acusador de García, con arresto domiciliario, toma su lonche tranquilo y elegante, en la terraza del Country Club. Quizás es uno de los que acusaron a García y que todavía no han podido presentar las pruebas de sus acusaciones. De esos hay varios por todas partes, fabricantes de la desgracia del prójimo.

Acaso se entiende la tentación de encontrarle póstumamente culpas a García, una manera de justificar el acoso al que fue sometido desde diversas direcciones, pero sobre todo desde los equipos de la fiscalía. Sin esa demostración seguirá colgando una sombra de vergüenza sobre el exceso y el partidismo de que son sospechosos algunos de los más mediáticos fiscales.

Se dice que lo de los teléfonos ha sido para mejor investigar a quienes acusaron al fallecido. ¿Para qué? Cabe sospechar que lo harían para trasladar la culpa a colaboradores cuyas versiones fueron aceptadas en ausencia de toda prueba. Pero lo más probable es que los antialanistas busquen algo de qué aferrarse en sus versiones.

Las prisiones preventivas, las concesiones a colaboradores eficaces (o incluso candidatos a serlo), o la vista gorda que demora los trámites hasta el ridículo, son repartidos con entusiasmo por todo el paisaje judicial. Mientras tanto los fiscales se dan el lujo de acusarse entre ellos, y de no demostrar sus imputaciones.

No nos sorprendamos de que llegue pronto una bien publicitada revisión de los objetos personales recibidos por García en el curso de sus dos gobiernos. Cualquier cosa.