Se cumplió un año de la matanza en Puno. Murieron 22 civiles y 6 militares, los primeros por impacto de arma de fuego y los segundos ahogados en un río por negligencia de sus superiores. Se cumplió un año de dolor, de búsqueda de justicia y también de impunidad.
Esta semana el Gobierno Regional de Puno ha declarado duelo regional y se izó la bandera a media asta. Los hijos de la región han muerto. Murieron por las ansias de poder del bloque de Gobierno. Por la frívola pretensión de Boluarte y Otárola de hacerse del sillón presidencial, así como el cínico accionar congresal que busca a como dé lugar mantener sus privilegios.
En Juliaca, el bypass de la salida a Cusco amaneció con gigantografías colgadas del puente. En cada una de ellas el rostro de una víctima. Vidas cortadas abruptamente. Las balas y perdigones no distinguieron, asesinaron a manifestantes que protestaban contra el Gobierno, también a simples transeúntes por el solo hecho de estar ahí. Campesinos, trabajadores, profesionales, estudiantes, adolescentes, todos y todas víctimas por defecto, por no tener ciudadanía real.
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El bypass fue también el altar en el que se celebró una misa valiente, de esas que hacen recordar a la que fue la iglesia del sur andino, comprometida con su gente y no con los poderosos de turno. El padre Luis Zambrano abrigó los corazones de los familiares, no solo con solidaridad, sino levantando la voz para exigir justicia.
La madre de una de las víctimas habló en la misa. Sus palabras expresan con claridad el dolor y el desconcierto ante el nivel de violencia del Gobierno. Dijo: “¡Dina asesina! ¿Por qué mataste a mi hija? Para ti no será nada, para mí era valiosa, era mi razón para vivir”. Yamileth, de solo 17 años, era estudiante universitaria en Cochabamba y había vuelto a pasar las fiestas de fin de año con sus padres a Juliaca. Su muerte solo se explica por el desprecio de quienes nos gobiernan.
Ningún congresista electo por la región estuvo presente. Pero sus rostros fueron puestos sobre burros, los llevaron para no olvidar a quienes traicionaron a su pueblo y se atornillaron a sus curules dando la espalda a la demanda de adelanto de elecciones. Solo dos mujeres congresistas participaron, Ruth Luque y Susel Paredes, ninguna electa por Puno.
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Hace un año, Boluarte salió en un mensaje a la nación negando las graves violaciones de derechos humanos por parte de militares y policías, intentando culpar a los transeúntes y manifestantes por sus propias muertes. Ofuscada, terminó diciendo “Puno no es el Perú” para justificar su permanencia en Palacio.
Hoy que 9 de cada 10 peruanos la repudia. Hoy que decenas de miles de personas recordaron a sus muertos podemos decir, con dolor y con mucha convicción ¡Puno sí es el Perú!
*Gracias a Eliana Carlín por la información.