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Opinión

¡Por la hostia!, por Maritza Espinoza

“Salir a crucificarlas solo saca a la luz el fanatismo y la intolerancia que sobrevive latente en nuestras sociedades”.

larepublica.pe
ESPINOZA

Cuando una ya creía que habíamos llegado al siglo XXI, esta semana sentimos que retrocedíamos de sopetón a la Edad Media y volvimos a escuchar palabras como “sacrilegio”, “herejía”, “excomunión”. Por un momento, parecía que iba a aparecer el mismísimo Torquemada, con su antorcha y su cruz, a reanudar su pasatiempo favorito: quemar herejes. ¿Qué pasó? Pues que, en un insulso programa de YouTube, había salido una “vidente” realizando un ritual en el que, entre otras cosillas, usaba una hostia, esa galleta insípida que tragan los católicos en misa.

De inmediato, saltaron hasta el techo los conservas de siempre (esos que con gusto convertirían el país en una hoguera donde asar a quienes piensan diferente) y hasta la Iglesia católica se dio por ofendida, lanzando un comunicado que olía a Santa Inquisición y deslizaba la amenaza de excomunión para la mencionada bruja y las cuatro conductoras del programete de marras.

Lo sorprendente fue que, en la batahola, había gente que pasa por librepensadora protestando por un acto por demás intrascendente, salvo que uno crea en la brujería. Muchos decían que se había “irrespetado” un símbolo sagrado, dándoles la razón, con todo, a los radicales islamitas que, hace seis años, asesinaron a los humoristas de la revista francesa Charlie Hebdo para “vengar” al profeta Mahoma de las burlas en su contra que allí se publicaban.

La libertad de expresión no admite corsés basados en ofensas a creencias o fantasías ajenas de cualquier índole y la presunta bruja, así como las conductoras del programa, estaban haciendo uso (tonto, pero legítimo) de ese derecho universal. Salir a crucificarlas solo saca a la luz el fanatismo y la intolerancia que sobrevive latente en nuestras sociedades. Las creencias son muchas y personales, así que uno no puede andar exigiendo al resto que no “irrespete” justo la nuestra.

¡Y luego critican a los “ofendiditos” de la generación de cristal! ¡Qué incoherencia, por Mahoma!