Ahora que celebraremos los 489 años de la fundación de la Ciudad de los Reyes, es oportuno recordar un par de mentiras históricas:
En primer lugar, lo que ahora es Lima Metropolitana nunca fue un desierto. Nunca. A sus tres ríos naturales (Chillón, Rímac y Lurín) se suman media docena de ríos artificiales que no se sabe qué cultura los construyó, pero que fueron definitivamente preíncas. Por si fuera poco, estos ríos llamados “acequiones” siguen vivos.
Sirvieron para delimitar los actuales distritos y aún sirven para regar el 70% de los parques de la ciudad. Las más antiguas descripciones del territorio capitalino describen frondosos bosques y enormes campos de cultivo desde los ingresos en el extremo norte hasta el extremo sur. A todo esto debemos sumar los cientos de puquios y otras emanaciones de aguas subterráneas que se mantuvieron activas durante todo el año (la que alimentaba el Paseo de Aguas, por ejemplo).
Otra mentira histórica es que el centralismo de Lima se produce desde la fundación española de la ciudad. Nada más falso. El valle de Lima ocupa la mejor sucesión de valles de la costa occidental de América del Sur gracias a sus ríos superficiales y subterráneos… y su enorme espacio para campos de cultivo. Somos la única capital sudamericana con litoral y sigue siendo una fuente infinita de proteínas y del mejor abono agrario (la anchoveta y el guano de las aves marinas). Siempre fue importante.
Tenemos antiquísimas pruebas arqueológicas (templos en U como Garagay, Florida y Huachipa, contemporáneos con Caral) y aún siguen en pie medio millar de gigantescas “huacas”, sin contar santuarios como el de Pachacámac o Armatambo (Chorrillos). Y si hoy quedan 500 de estas “huacas”, imaginemos cuántas hubo cuando Francisco Pizarro fundó la ciudad. Y es que Lima tiene el mejor clima de todo el Perú. No superamos los 30 °C en veranos y el frío nunca baja de los 13 °C. Nunca llueve, nos hay diluvios y no cae nieve, por eso se multiplican el comercio ambulatorio, las invasiones de terrenos y nuestra irresponsable urbanización de los últimos 50 años.
Y si he citado solo un par de mentiras históricas, es porque no hay más espacio en esta columna. Feliz día, Lima.