En setiembre de 1992, entrevisté a Hortensia Bussi, la viuda de Allende. En el vestíbulo colgaba un cuadro de Guayasamín, “lo poco que salvamos del saqueo en Tomás Moro”. Pocos saben que, además de La Moneda, la residencia presidencial de la calle Tomás Moro también fue bombardeada el 11 de setiembre de 1973. Y saqueada por militares.
Hoy, Gabriel Boric, que creció como muchos con la memoria del Gobierno de la Unidad Popular (UP), invita a pensar en términos menos ‘hagiográficos’ y más políticos. Con aciertos y contradicciones. Pero no es fácil mirar atrás. Miles murieron asesinados durante el golpe y la dictadura.
El Partido Socialista (PS) y otros partidos de la UP hicieron una fuerte autocrítica después del 11. Repasaron las tensiones al interior, entre las fuerzas radicales que exigían al Gobierno de Allende “avanzar sin transar” un centímetro y las que pedían ‘consolidar’ las reformas del Gobierno, antes de ‘avanzar’.
Boric hace suyo el juicio de Joan Garcés, exasesor de Allende, que lamenta que la UP haya perdido ‘el apoyo de las clases medias’. Un reto mayor, estima, es construir mayoría nacional sin la cual ‘no se pueden hacer cambios estructurales’.
Esto lleva a considerar la importancia estratégica de ensanchar el campo antes que ‘asaltar’ posiciones que luego no puedan defenderse. Un ejemplo al canto, la dura derrota del plebiscito del 4 de setiembre de 2022 donde ganó el “no” (61,8%). La propuesta de constitución que redactó la Convención fue de las más avanzadas. Pero ¿de qué sirve ‘avanzar’ en un proyecto constitucional de vanguardia que no consigue el respaldo de la mayoría? La derrota puso en evidencia que una Constitución progresista, además de texto jurídico, debía convertirse en contrato social.
El presidente Boric afirma la verdad histórica del golpe, ante una derecha que intenta ‘relativizar’ el crimen. Salvador Allende fue el estadista que hizo la reforma agraria y nacionalizó el cobre. Que dio cara a la derecha conspirativa en sociedad con la CIA y Kissinger: la huelga de transportistas, el acaparamiento, el cierre de créditos internacionales, incluso asesinatos como el del general Schneider, comandante en jefe del Ejército.
El día del golpe, cuando Héctor del Canto del PS pide instrucciones a Allende en La Moneda, este le replica de forma áspera: “¿Por qué me la piden ahora? Yo he sabido desde un comienzo cuál es mi deber”. Allende fue consecuente como pocos, entendió que su deber era honrar el mandato constitucional. Murió en su puesto.
Hortensia fue convocada el 12 de setiembre de 1973 por el exedecán de Allende para acompañar el cuerpo de su marido al cementerio de Viña del Mar. Custodiada por militares rompió el silencio y proclamó bien alto: “Sepan ustedes que aquí se entierra a Salvador Allende, presidente de Chile”. Desde entonces, Allende, el hombre político, sigue germinando en las nuevas generaciones.A