La desigualdad corroe a las sociedades. Es, como dice Therborn, una violación de la dignidad porque deniega la posibilidad de que todos los seres humanos desarrollen sus capacidades. Así, destruye la lógica de la “meritocracia”, pues no llegamos al partidor en igualdad de oportunidades.
La desigualdad no es un fenómeno social simple. Se expresa de diversas maneras y requiere de políticas públicas diseñadas para enfrentar elementos estructurales, como la pobreza económica, y coyunturales, como los efectos de acontecimientos no previstos que pueden agravar la condición de vulnerabilidad de las personas.
La manera en que hemos abordado el tema del alza del precio del limón es una señal clara de la poca conciencia que tenemos sobre los efectos perniciosos de la desigualdad. Ha servido para alimentar memes de todo tipo, pero no logra escalar en el debate nacional hacia la generación de políticas serias. Lo más que hemos recibido de nuestras autoridades es sugerencias de cambio de menú.
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Pero los problemas graves detrás del alza del limón no son la disminución del consumo del ceviche o el sabor de las ensaladas, es la disminución de la producción agraria a niveles alarmantes que afectará, por un lado, a los propios productores, sobre todo pequeños y medianos, que cogen créditos/préstamos para cubrir costos de siembra y cosecha y que no podrán pagarlos, enfrentando deudas que pueden quebrarlos o dañar su patrimonio. Por otro lado, a los consumidores que enfrentaremos un alza importante en la canasta de alimentos.
La Cámara de Comercio de Piura anuncia que junto al limón habrá una reducción de producción de mango al 90%, de arándanos, plátanos y uvas entre 30% y 50%. La razón: los efectos ya palpables de El Niño Global. Estos productos se asocian a la exportación y puede que generen menos preocupación en el lector. Pero el Midagri acaba de publicar también los datos sobre productos de alimentación básica y la reducción es también alarmante.
Se ha registrado para esta campaña agrícola una reducción de 55.000 hectáreas (ha) de área cultivada frente al histórico de los últimos cinco años. Tres productos encabezan esta reducción: papa, 17.000 ha; maíz, 13.000 ha; y arroz, 10.000 ha. Las razones son, combinadas, la elevación de costos de insumos como urea y de transporte que ahoga a los propios productores, junto a los efectos en la zona andina del propio Niño Global: la sequía. La duda de acceso a agua afecta y mucho al mundo agrario.
Según la FAO, el 2022, más de 16 millones de peruanos y peruanas enfrentaron inseguridad alimentaria. No es broma, la desigualdad en el acceso a la alimentación es una de las más violentas y costosas socialmente. Se requieren acciones concretas. Pero Boluarte y su equipo solo echan sal y vinagre a las heridas abiertas de la desigualdad.