Pese a los triunfalismos vistos tras la tercera Toma de Lima, marcha, protesta, o como cada uno le llame al J19, ni sus promotores y activistas, ni el gobierno y sus aliados, deberían reclamar triunfos o atribuir fracasos, pues la movilización no producirá novedad en el frente entre la presidencia de Dina Boluarte y los abocados a tumbársela.
La movilización fue positiva porque, a diferencia de los trágicos incidentes de inicios de año, esta vez los ciudadanos que quisieron protestar por distintos motivos pudieron hacerlo, y lo hicieron de modo pacífico, pudiendo excluir —o porque se autoexcluyeron— a los grupos violentistas que se infiltraron antes, mientras la policía nacional tuvo un desempeño en general muy correcto al respetar el derecho de la gente a marchar y a protestar.
Lo lamentable fueron las agresiones a periodistas que cubrían la marcha, principalmente de manifestantes que son la cosecha contra el periodismo sembrada por Pedro Castillo y Aníbal Torres, pero también en incidentes aún por esclarecer con la policía.
Sobre los balances y proyecciones, los impulsores y promotores de la marcha difícilmente pueden proclamar un triunfo si se compara la concurrencia a un evento que busca un adelanto electoral que es respaldado por un muy sólido 80% de la población peruana.
Esto es consecuencia de la multiplicidad de promotores, que también incluyen a los reservistas de Antauro Humala, dirigentes del Fenate senderista, y los cómplices de Pedro Castillo, desde los que gobernaron con él sin protestar por nada, hasta los que promueven su liberación y reposición, todo lo cual se plasma en una plataforma variopinta y hasta ridícula de objetivos, como el retiro de los yanquis del territorio patrio.
Para ir a la cuarta (sic) Toma de Lima en unos meses deberían incluir el componente económico ausente en la jornada del miércoles, focalizar objetivos y ser selectivos con la tripulación para no acabar de cómplices del desatino.
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El gobierno tampoco puede atribuirse un triunfo porque la toma no tenga efectos inmediatos: tiene la mochila pesada de la desaprobación de 4 de 5 peruanos, el empeoramiento de la economía, y el pedido invicto del 80% de que Boluarte renuncie a la presidencia, asuntos que ojalá ella aborde el J28.