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Opinión

Vals vienés y perreo político, por Mirko Lauer

"En un momento en que el mundo se desliza hacia el populismo, en que gobiernos de derecha y de izquierda operan ambos como de derecha, incluso extrema, ser de centro supone un esfuerzo cada vez mayor".

larepublica.pe
Lauer

A algunas personas la idea del centro político las irrita tanto que se dedican a proclamar su inexistencia. No nos dicen que ha dejado de existir de tanto encogerse, sino que inexiste en la teoría misma. Así, la política peruana solo ocurre en los extremos, y entre ellos simplemente no hay nada, sostienen.

Sin embargo, los sondeos sistemáticamente revelan que la autopercepción centrista es la más importante en la población. ¿Cómo se explica esto? Además, ¿cómo se explica que candidatos de centro no ganen todas las elecciones? Una respuesta posible a las dos preguntas podría ser que no todos los que se consideran de centro lo son realmente.

¿Asumir una posición que no existe es posible? Parece que sí. Sucede que el centro modera los extremos (políticos, ideológicos, económicos, identitarios, etc.), cuando ninguno de ellos quiere ser moderado. Pues el vacilón del exceso es extenderse cada vez más, hasta chocar con los límites de la realidad.

El centro político, cuando tiene fuerza suficiente, le agua la fiesta a los desbocados, como un vals vienés que irrumpe en pleno perreo, y revela qué es lo que está sucediendo. De allí la actitud que repite “no le hagas caso al centro, no existe, no es nada”. El temor es a que la orquesta cambie de ritmo.

Para evitar la caída en el negacionismo lógico, o disimularla, algunos declaran que el centro político en realidad es de izquierda. Lo cual tiene sus propios bemoles lógicos. En verdad allí se está diciendo que, si algo no es de derecha, entonces obligatoriamente es de izquierda. El perreo es maniqueo.

Expresiones como centro-izquierda o centro-derecha son demostraciones de que el centro existe como conjunto de ideas, valores, proyectos, capaz de influir en los extremos y redefinirlos. Al ser intermedio, el centro incluso puede arbitrar entre los extremos, aunque a menudo estos prefieren entenderse directamente.

En un momento en que el mundo se desliza hacia el populismo, en que gobiernos de derecha y de izquierda operan ambos como de derecha, incluso extrema, ser de centro supone un esfuerzo cada vez mayor. La verdadera enemistad entre derecha e izquierda está, esa sí, desapareciendo. Ahora hay entre ellos, al menos en el Perú, ataques a la vista y caricias bajo la mesa.