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Opinión

Estados ausentes y fallidos, por Pedro A. Castro Balmaceda

"Subsistimos en un Estado fallido y los cambios sustanciales y urgentes dependen de una clase política enmarañada en sus propios lobbies, limitada por sus dogmas y bloqueada por ideologías peores que una lobotomía, ensimismadas por los focos mediáticos de atención". 

larepublica.pe
Castro

En 200 años de república, entre democracias y dictaduras, el Perú se ha caracterizado por la sorprendente fortaleza de poder mantener un país unido bajo una delgadísima capa de fervor patriótico. Es decir, siempre pendiendo de un hilo y que ante el mínimo estallido social se dejan oír las voces separatistas en algunas regiones que ven al resto del Perú como un enemigo del que hay que separarse. Un Estado ausente que lleva años sin buscar cambiar una realidad cada vez más irreconciliable.

En Piura, zona endémica del dengue, ninguna autoridad se ha preocupado, realmente, por buscar una solución coherente y eficiente contra esta epidemia. En EE. UU., Verily (una de las empresas de Alphabet Google) ha desarrollado una solución para la reducción del Aedes aegypti: infecta a los zancudos machos con una bacteria llamada “Wolbachia”, por lo que al aparearse con la hembra (vector del virus) queda infértil y ya no genera crías. Y sin larvas no hay dengue. Pero en Piura, sus gobernantes siguen creyendo que con repelente y fumigaciones de último momento se soluciona todo.

Por otro lado, no todo está perdido, frente a la incapacidad, dejadez y desidia de nuestras autoridades respecto al catastrófico manejo del río Piura, distintos colectivos de la sociedad civil, liderados —esta vez— por Guillermo Burneo Seminario vienen recolectando firmas para presentar ante la Fiscalía Provincial de Prevención del Delito una denuncia contra los funcionarios y autoridades regionales, provinciales y del Gobierno central que resulten responsables si la ciudad vuelve a inundarse. Es momento que esa indignación que se muestra en las calles de Piura se haga presente no solo con denuncias, sino también tachando del mapa político a esos candidatos y autoridades que condenaron a nuestra ciudad a convivir entre la inmundicia, el polvo fecal y las pistas destruidas.

Subsistimos en un Estado fallido y los cambios sustanciales y urgentes dependen de una clase política enmarañada en sus propios lobbies, limitada por sus dogmas y bloqueada por ideologías peores que una lobotomía, ensimismados por los focos mediáticos de atención. El Perú, sus regiones y su población en manos de las peores gentes.