Aquello de que nadie es profeta en su tierra bien se puede aplicar para Evo Morales: en Puno se vende como unificador de la “nación aymara”, pero en su país ya van seis días de protestas y enfrentamientos por la arbitraria detención del líder opositor Luis Fernando Camacho, gobernador del departamento más grande, rico y secesionista de Bolivia.
Toda esta crisis empezó el 2016 cuando Evo Morales decidió atornillarse en el sillón presidencial siguiendo el mal ejemplo de sus mentores Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Daniel Ortega. Como la constitución boliviana impedía su re, re, reelección, Evo convocó a un referendo y puso a todo el aparato estatal al servicio de su causa. Sin embargo, perdió por goleada pues los bolivianos ya estaban hartos de su gestión. Fiel a su estilo, Evo Morales no aceptó la derrota y convocó a los miembros –nombrados por él– del “Tribunal Constitucional Plurinacional” para ver su caso y, oh sorpresa, ellos sentenciaron a favor de la re, re, reelección y se zurraron en los resultados del referendo.
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Fue así como Evo pudo postular a la re, re, reelección presidencial en el 2019. Se proclamó ganador antes de tiempo pese a las protestas de los bolivianos y las graves denuncias de fraude. Hasta los observadores de la OEA denunciaron que había ganado con trampa. Evo intentó aferrase al cargo y, luego de un mes con el país convulsionado, muertos, heridos y con sus propios aliados abandonando el barco, se vio obligado a renunciar luego que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) le ofreció asilo político.
Cualquier parecido con el golpista Pedro Castillo y el apoyo de AMLO, Maduro, Ortega y banda no es simple coincidencia.
Para variar, los mejores aliados de Evo Morales fueron los dirigentes de la DBA boliviana y sus decisiones sectarias y estúpidas. De ahí que en las últimas elecciones ganó Luis Arce, el candidato de Evo, convertido ahora en el mandatario en la sombra, embajador informal y profeta plurinacional. En la mira está la rica zona aymara de Puno, y para eso tiene como fervientes aliados a sus tontos útiles locales.