Me sorprende que, según las encuestas, la mayoría de los ciudadanos se ha vuelto golpista. Me sorprende más aún que los que promueven el golpe se llamen demócratas. Por diversas razones y distintas formas quiere que Castillo deje el gobierno para el que fue elegido democráticamente por cinco años. La verdad es que en el Perú republicano existe una vieja tradición golpista y autoritaria, pese a que, con la independencia, heredamos la tradición liberal de Cádiz (1812). La democracia es casi una excepción.
La tradición autoritaria tiene diversos actores y asume diversas formas. Los militares, que han ejercido por más tiempo el poder, son, por definición, autoritarios. Las élites criollas, conservadoras y liberales, terratenientes, comerciales y financieras, con la excepción del gobierno de Manuel Pardo (1872-1876) y de Manuel Prado (1956-1962), ejercieron el autoritarismo y respaldaron a las dictaduras. Es un abuso del lenguaje llamar democrática a la República Aristocrática (1896-1919), basada en la exclusión de los ciudadanos (solo el 2% votaba).
Los partidos reformistas y anti-oligárquicos que surgieron después de 1930 (APRA, AP, DC) fueron democráticos, pero sucumbieron ante el poder oligárquico: el Apra en 1956 y en 1963, Belaunde en 1963 y el ala derechista y liberal de la DC (el PPC en 1968). Ellos formaron gobiernos democráticos, pero no cultivaron lo que Juan Linz llama lealtad a la democracia. Apenas ven que el gobierno del adversario se desgasta piden elecciones adelantadas.
Las izquierdas que surgieron después de los años 30 también fueron autoritarias por ideología y doctrina: el marxismo y el leninismo. Las izquierdas heterodoxas, en particular los seguidores de Gramsci, estuvieron abiertas al juego democrático. En el Perú no hemos tenido partidos social-demócratas. Después de 1980, la mayoría de las izquierdas del Perú y AL abandonaron, a veces con ambigüedades, el paradigma de la revolución para asumir el de la democracia.
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Los medios de la oligarquía (El Comercio, La Prensa, La Crónica), salvo contadas excepciones, siempre apostaron al autoritarismo. Expreso de los 60 (el de hoy no vale nada) fue ejemplarmente democrático, El Diario de Marka de los 80, La República también de los 80 apostaron con convicción a la democracia. Sorprende que hoy casi todos los medios, los campeones de la libertad de expresión, sean golpistas. El fujimorismo es golpista, los neoliberales son golpistas. El único neoliberal elegido democráticamente fue Kuczynski. Los otros presidentes del siglo XXI fueron elegidos por el centro-izquierda o por la izquierda, pero fueron convertidos al neoliberalismo a periodicazos. Desde el 2016 el Congreso es golpista en nombre de la democracia.
Castillo y Cerrón con sus torpezas y su corrupción abonan al golpismo. Pero el mal desempeño no es causal de vacancia en ninguna democracia del mundo. Si lo fuera, sería el caos permanente. Si todo está podrido y se quiere sacar a Castillo que lo decida el soberano a través de un referéndum.