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Opinión

El individuo soberano, por Maite Vizcarra

“La responsabilidad individual que enarbola la ética hacker o del sovereign individual se concreta en una amplia tolerancia a lo diverso e incluso lo extraño. De ahí que se promueva una abierta lucha contra cualquier tipo de privilegios...”.

larepublica.pe
“La responsabilidad individual que enarbola la ética hacker o del sovereign individual se concreta en una amplia tolerancia a lo diverso e incluso lo extraño. De ahí que se promueva una abierta lucha contra cualquier tipo de privilegios...”.

En 1997 se editó un libro de culto para todos los que abrazamos la lógica de lo digital con base en una ética (ética hacker). Es decir, un estilo de vida basado en una amplia libertad individual, que se sustenta en aquel postulado de los existencialistas franceses sobre el meollo mismo del ser libre: uno no es libre “DE”. Uno es libre “PARA”.

Ese libro de 1997 se llamaba el Individuo soberano -The Sovereign Individual- y fue tremendamente premonitorio para su época. Entre otras cosas, predestinó el poder ciudadano a través de espacios digitales como las redes sociales y la capacidad de las personas de volverse verdaderos soberanos gracias a dos cuestiones: el acceso ilimitado al conocimiento -gracias a la internet- y la capacidad irrenunciable de autoformarse -gracias a todas las herramientas digitales que se tienen a la mano-.

Pero, además, el libro explicaba que lo fundamental de ese individuo soberano era una apuesta total por la libertad, pero basada en la responsabilidad personal. Es esta la que garantiza un entorno que potencia no solo la libertad propia, sino también la de los otros. Dicho en otras palabras, una sociedad de individuos soberanos requiere que todos lo sean de manera real e idiosincrática.

La responsabilidad individual que enarbola la ética hacker o del sovereign individual se concreta en una amplia tolerancia a lo diverso e incluso lo extraño. De ahí que se promueva una abierta lucha contra cualquier tipo de privilegios que puedan romper el equilibrio de cada soberano. En el extremo se trataría de construir un mundo de pares -peer to peer democracy-, todos gobernando directamente, sin intermediarios -al mejor estilo de blockchain-.

En el Perú, hay un discurso libertario que se invoca, para oponerse a la presencia de estructuras que pueden vulnerar lo que algunos consideran SU autodeterminación. Aunque el propósito suene edificante, no estoy segura de cuál es la noción de libertad individual que esos autodenominados liberales tengan. Lo que si tengo claro es que cualquiera que pretenda llamarse liberal debe entender que no existe autonomía sin individuos diversos o incluso opuestos a nuestras ideas. En simple, no se puede ser un liberal sin el pragmático ejercicio de aceptación positiva de la diferencia.