Los precios de los combustibles están al alza, lo que afecta a los países importadores, como Perú. De otro lado, los precios de los principales minerales están también al alza. Así, la balanza comercial entre hidrocarburos y minerales favorece ampliamente a los segundos.
Pero, ojo, una cosa es la balanza comercial positiva y otra es el enorme impacto negativo de los combustibles sobre la inflación, a lo que se suma el alza de los alimentos que importamos, sobre todo el aceite, el maíz amarillo duro y el trigo. Dicho esto, que ya hemos analizado antes, veamos qué pasa con los combustibles.
El petróleo ha subido de US$ 40 a US$ 70 por barril en el último año y el pronóstico de Trading Economics (TE) dice que a julio de 2022 estará en US$ 65 por barril. Se mantiene. El GLP, que se consume en balones, ha subido de US$ 0.80 a US 1.27 por galón (así se mide en EE. UU.). Altísimo. Y dice TE que ahí se quedará hasta julio del 2022. Malas noticias.
El gas natural en EE. UU. también ha subido de US$ 2.1 a US$ 4.8 por millón de BTU (MMBTU), más del 130%. Dice TE que en julio del 22 el precio bajará algo: a US$ 4.2 por MMBTU. Normalmente, esto sería mala noticia. Pero no lo es porque el gas del Lote 88 no depende del precio internacional porque está regulado.
Con el alza del gas natural también se favorece Peru LNG, que lo exporta. No solo eso. Como hay varios mercados de gas natural con distintos precios, tenemos que en los países asiáticos se ha disparado aún más, llegando a US$ 20/MMBTU (sí, veinte), o sea 4 veces más que en EE. UU. Hay algunos temas contractuales con Shell que hacen que Peru LNG no se beneficie por completo de toda el alza, tema que veremos en otro artículo.
Conclusión: suben los precios del petróleo, las gasolinas y el GLP, lo que nos afecta. Sube también el precio del gas natural pero nos salva el Lote 88. Es por eso que debemos triplicar, cuadruplicar el consumo domiciliario del gas de Camisea para que la población se independice del alto precio del GLP.
¿Cuál es el impacto en los Acuerdos de París que plantea la transición energética hacia las energías renovables no convencionales (ERNC) para reducir el consumo de combustibles fósiles? Pues es positivo ya que los precios altos hacen que la energía solar y la eólica compitan mejor con los fósiles. De hecho, sus costos de producción ya han bajado bastante en los últimos años.
Igual la cosa no es fácil porque las proyecciones del Departamento de Energía de EEUU dicen que, si bien las ERNC pasan al primer lugar en el 2050 con 28%, la suma de petróleo y gas sigue siendo 49% (ver gráfico). Cierto, estas proyecciones no incorporan los compromisos del Acuerdo de París, que les otorgan un peso bastante mayor a las ERNC. Aún así, estamos frente a una transición energética de larga duración.
Esto nos lleva al mensaje de ayer del Presidente Pedro Castillo en la Asamblea General de Naciones Unidas. Dijo que cumpliríamos la meta de reducir la emisión de gases de efecto invernadero al 40% al 2030 (hasta hace unos meses, era 30%). Más: anunció que entraríamos en Emergencia Climática Nacional para cumplir los compromisos con el Acuerdo de París. Muy bien. Ojalá.
Volviendo al principio y al corto plazo, los pronósticos de precios de petróleo y GLP no son buenos. Lo mismo con los precios de los alimentos, que no tocamos en este artículo. Pero, ojo, muchas veces nos quedamos mirando los árboles y no vemos el bosque, en este caso, el estado de la economía mundial. Hay avisos de estanflación (Roubini), de peligros por el relajamiento cuantitativo de la Fed (Skidelsky) y posible crisis de deuda incluso en los “países emergentes”, de la desigualdad causada por las políticas neoliberales (Martin Wolf) y de la crisis inmobiliaria china.
Si eso sucede puede haber “otro” corto y largo plazo económico, pero eso no debe cambiar nuestros compromisos con el planeta.
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