Por: Sandro Mairata - @smairata
Inspirado en uno de los parques temáticos más famosos de Disney, Jungle Cruise nos trae la dupla de Dwayne Johnson (también conocido como La Roca) junto a Emily Blunt. Blunt y Johnson deben ser dos de los talentos con más empleo de Hollywood: a ella acabamos de verla en “Un lugar en silencio parte 2” y Johnson alista cuatro cintas más.
Jungle Cruise estuvo en planeamiento desde 2004, poco después del éxito de otra cinta creada a partir de un parque temático, Fantasmas del Caribe (2003). Esta breve referencia marca la pauta del guion: estamos ante una cinta de aventuras de dos horas para pasarla en familia y pedirle poco a la razón.
En un lugar indeterminado de la selva amazónica donde se habla una dudosa mezcla de castellano, inglés y poco portugués, Blunt es la Dr. Lily Houghton, una científica británica adelantada a su tiempo: usa pantalones, no acepta los roles que los varones quieren imponerle y tiene la misión de recuperar el “Árbol de la Vida”, usando una reliquia de los tiempos del conquistador Lope de Aguirre (Édgar Ramírez), quien la perdió debido a una venganza indígena en el siglo XVI.
Lily contratará a Frank (Johnson), un fortachón capitán fluvial pícaro y en bancarrota, quien a su vez debe lidiar con el magnate local Nilo Nemolato (Paul Giamatti). A bordo, Lily sumará a su hermano McGregor (Jack Whitehall) a la aventura, huyendo además de un enloquecido aristócrata alemán, el príncipe Joachim (Jesse Plemons), quien también busca la joya.
La reina africana (1951), el célebre filme de John Huston con Humphrey Bogart y Katharine Hepburn, es la referencia inmediata de Jungle Cruise: el aspecto del personaje de Johnson está calcado del Charlie de Bogart, con todo y la camisa blanca abierta en el pecho, el pañuelo al cuello, el gorrito marino. Blunt es enérgica y mordaz, una versión de la Rose de Hepburn sin vestidos pomposos, pero con capacidad de repartir golpes y sacar adelante complejas escenas de acción. Frank, a su vez, es un mercenario artista del engaño en quien se aprende a desconfiar.
Como en la versión de parque temático, con Frank de capitán caen diluvios de agua, sorteamos cataratas y escapamos de peligros extremos. “Todo en la selva quiere matarte y puede hacerlo”, le dice Frank a Lily y así veremos alacranes, arañas, serpientes y dardos envenenados. Entre ambos surgirá la evidente atracción y mucho de la historia será predecible; pasada la primera hora, ya sabemos más o menos en qué acabará todo.
No deja de molestar el abuso de las animaciones digitales, empezando por la inverosímil jaguar de Frank, el comportamiento absurdo de la flora, los ribetes sobrenaturales. Cuando empieza a sonar una versión de “Nothing Else Matters” preparada por los propios Metallica, recordamos que esto se hizo por dinero. Seguro se alista la segunda parte.
sandro mairata